CAPITULO 5

823 119 42
                                    

Los primeros diez minutos fueron silenciosos. Jeremías no fue capaz de encender la radio para atenuar mi incomodidad. Quizás lo hace a propósito al darse cuenta de lo que su cercanía provoca en mí. Estoy aterrada con que escuche el malón que galopa salvajemente en mi interior.

-No es necesario que me lleves hasta la puerta de mi casa – comento para llenar el vacío que reina.

-¿Qué clase de hombre sería si te dejo tirada por cualquier lado? – me mira de costado.

Si Nicolás me ve llegando en un auto acompañada de este sexy hombre ¡me mata! 

Las muñequitas desaparecen automáticamente al recordar a mi novio. Sin poder evitarlo, la culpa empieza a crecer en mi pecho, sé que no estoy haciendo nada malo pero mis deseos reprimidos son lo suficientemente intensos como para que me sienta mal. 

¿Qué pasaría si Nick estuviese en esta situación con alguna chica? ¿Estaría bien? No, claro que no... Siempre y cuando no se entere de lo que ronda por mi cabeza cada vez que estoy cerca de Jeremías estaremos bien. Nick no tiene que saber sobre esto, ni sobre mi relación con el señor Zret, si es que se puede llamar relación, mejor "pequeños contactos" o "algunos cruces de palabras"... Tampoco lo tiene que conocer, es demasiado atractivo para mi bien.

-¿Qué sucede? Estás pálida – pregunta Jeremías.

-Preferiría que me dejes por lo menos a una cuadra de mi casa – solicito en voz baja, preocupada.

Jamás me había pasado algo así. 

Desde que estoy con Nicolás no me sentí atraída por ningún otro hombre... Hasta ahora. 

Jeremías despierta en mí sentimientos novedosos. Me dan ganas de conocerlo, de abrazarlo, besarlo, de que sea mío. Es inexplicable. Una atracción incontrolable me invade cada vez que lo veo. Tal vez sea por su mirada intensa y sus ojos oscuros penetrantes, o por lo bien que le queda el traje, o la camiseta, o cualquier cosa que lleve encima. 

Siento que tenemos una conexión más allá de lo físico. 

Percibo las palabras no dichas que pugnan por salir de su garganta, el misterio en sus acciones contradictorias. Jeremías tiene algo que me hipnotiza, que me acerca, que me hace pulular a su alrededor sin siquiera proponérmelo. Es como si el destino estuviese empecinado en cruzarnos, en unirnos, en hacernos encontrar.

-¿Por qué razón? – veo como aprieta las manos en el volante hasta que los nudillos se le ponen blancos.

-Es que... - dudo en contarle la verdad, pero no tiene nada de malo ¿no? - Mi novio es un poco celoso. No quiero ni imaginar el escándalo que montaría si me viera bajando de este coche, que supongo debe ser bastante costoso – emito un risita estúpida para sonar despreocupada.

El rostro de Jeremías se contrae. Su mandíbula está apretada, su nariz arrugada como si algo oliera mal. ¿Huelo mal? Disimuladamente huelo mi camisa.

-¡Oh por Dios! – Grito impulsivamente mientras el rubor pinta mis mejillas.

-¿Qué sucede? - Jeremías frena de golpe y un chillido estridente, producido por las ruedas que derrapan contra el asfalto, perfora mis tímpanos. Estamos quietos a un costado de la calle.

Tengo olor a humedad. ¡Qué vergüenza! 

¿Qué esperaba? Estuve casi todo el día con la ropa mojada, nunca se hubiese secado bien. No puedo creer estar tan cerca de este hombre extremadamente sexy oliendo como un cerdo. Aferro la tela con fuerza como si de esa forma consiguiera atrapar el hedor que despide. ¡Es imposible! Huelo mal de pies a cabeza y recién ahora lo percibo. 

Muñeca del Destino [COMPLETA]Where stories live. Discover now