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El día siguiente promete ser un gran día. Amanezco con los rayos de sol dándome de lleno en la cara debido a que ayer se me olvidó cerrar la persiana. Lejos de molestarme, crea una agradable sensación cálida en mi rostro y espero unos minutos más en abrir los ojos para mirar el reloj.

Por muy increíble que parezca, es temprano y yo no tengo sueño. Y es perfecto, porque he quedado para desayunar con una completa desconocida.

"¿Poché socializando?" os preguntaréis. Tranquilos, es por una buena causa.

Ayer, cuando Juan vino a mi casa, me contó que había estado haciendo una investigación exhaustiva en las redes sociales de mi presa para hacer una correcta labor de Celestina. Entre las tropecientas publicaciones de sus viajes y sus compras, pasando por fotos con Pau y otros amigos, el poeta encontró dos puntos importantes a tener en cuenta:

1. Daniela Calle no ha publicado fotos con ningún miembro de su familia desde hace casi cinco años.

2. Este verano, Daniela Calle ha tenido un romance con una chica el cual se ha esforzado por ocultar una vez terminado, mas dicha chica todavía tenía publicaciones que probaban esa relación.

La idea de mi amigo fue contactar a la chica, ya que si ella había sido capaz de conquistar a Calle, podría darme algunos consejos para hacerlo yo también.

Pretendía darles a Vale y a papá la noticia de que había invitado a Calle a nuestro viaje a la nieve, pero todavía no se han levantado y debo irme ya si no quiero perder ninguna clase.

Como fue Juan el que nos citó, quedamos en un bar al que acude él a menudo. Raze, un local en el que tanto puedes pedir un café o subirte al escenario para recitar un poema, cantar en el karaoke o hacer lo que se te venga en gana. Una vez allí, escaneo todo el espacio en busca de una chica joven, puesto que no tengo ni idea de cómo luce la tal Matu.

Por suerte, a estas horas ningún establecimiento está muy concurrido. Los adultos ya están trabajando, los adolescentes desayunando en su casa y los niños probablemente durmiendo.

—¡Hey, peliazul!— una voz a mi espalda me insta a darme la vuelta.

Enseguida encuentro su procedencia: una muchacha con grandes gafas de sol rectangulares y el cabello lleno de largas trenzas me hace el símbolo de la paz desde su asiento en una mesa escondida cerca de los baños.

Muestro una sonrisa amable mientras me acerco. No sabía muy bien qué esperarme pero su apariencia me sorprende. Una chupa de cuero al estilo del líder de los T-Birds que parece tener más años que ella cubre sus hombros. Debajo, un minúsculo top blanco deja entrever un tatuaje de un ojo situado debajo de su pecho, lo que no ayuda a tranquilizarme.

—Me está mirando— me lamento en voz alta sin darme cuenta.

Ella suelta una carcajada junto a unos adorables hoyuelos y se guarda las gafas en el bolsillo de mala manera.

—Vayamos al grano— enuncia repentinamente seria, colocando ambos brazos sobre la mesa—. ¿Cuántos gramos quieres?

¿Qué? Oh, mierda. ¿Qué clase de persona compra droga a las seis de la mañana?

—Creo que me he confundido— me levanto de mi silla, en la que acababa de posar el culo.

Ya me extrañaba a mí que Calle se fijara en alguien tan diferente a ella. Aunque, a decir verdad, me extraña que Calle se fije en alguien.

—No, no, no, azulita— me agarra por la muñeca para detenerme—. Perdona, te veías tan asustada que me fue imposible no hacerte una broma.

—¿Tú eres Matu?— interrogo todavía no convencida.

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⏰ Last updated: Oct 16, 2021 ⏰

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Cita dobleWhere stories live. Discover now