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Esta vez sí que me levanto. Toda la sangre se acumula en mis pies y siento que la habitación da vueltas, por lo que vuelvo a sentarme en el suelo. Para alguien a la que le encanta pasarse horas encerrada en su habitación, no llevo demasiado bien estar atrapada en ningún tipo de espacio.

—¿Cómo que no se abre?— formulo con un hilito de voz debido al nudo que se ha formado en mi garganta.

—¡Nos has encerrado!— y encima me lo recuerda.

Me concentro en respirar usando la regla de los tres segundos.

Los muros no se van a cerrar.

No nos vamos a morir aquí dentro.

Nos sacarán de aquí enseguida.

Una mano en mi hombro me suscita a abrir los ojos para encontrarme a Calle otra vez a mi lado.

—¿Estás bien?— puede ser que mi hiperventilación me haya causado alucinaciones pero mi acompañante parece preocupada de verdad.

—Solo acabemos con esto, por favor. Haz algo— mantengo mi vista en el suelo. Ya me preocuparé por el plan Calle cuando hayamos salido de aquí.

La joven obedece, por primera vez en su vida, y recoge su mochila para alcanzar su móvil. La escucho gritarle a alguien a través del aparato para seguidamente acercarse con cara de malas noticias.

—Dime que nos van a sacar de aquí— suplico estableciendo contacto visual.

—Nos van a sacar de aquí— repite, ante lo que me muestro visiblemente aliviada, cuando ella prosigue— pero el conserje está de viaje y va a tardar una o dos horas en llegar.

Mi circulación sanguínea, que en ese momento ya había recuperado el flujo normal, vuelve a decaer. No me puedo pasar una hora encerrada aquí.

—No entiendo cómo hemos podido quedarnos encerradas— mascullo—. ¿No deberías tener una llave?

—Hey, hey. Por lo que yo sé, tú estabas bastante sospechosa fingiendo un esguince para distraerme así que si vamos a acusar a alguien adivina a quién apuntan todas las pruebas.

—Claro, porque tener una crisis nerviosa por mi potencial claustrofobia es mi pasatiempo favorito. Lo hago a diario.

Algo que parece ser culpabilidad cruza su rostro, mas enseguida vuelve a su expresión gélida habitual y me da la espalda.

Si me desconcentro, mi ansiedad aumentará hasta el nivel 100 y será un jefe difícil de derrotar, por lo que debo convencer a Calle para que me siga dando conversación, preferiblemente sin discusiones.

—Mira, vamos a pasarnos la próxima hora juntas. Lo mejor será llevarse bien. No perdemos nada por intentarlo— propongo con un ápice de esperanza.

Calle desvía su mirada hacia el suelo de madera en el que todavía descansan algunas de las colchonetas que fueron usadas durante la clase. Luego pasea la vista por la pared, manteniendo una pausa expectante que me hace imaginar un símbolo de "Cargando..." en su frente.

—Si me das una buena razón para hacerlo— accede tras un buen rato.

¿Propensión al colapso mental no es razón suficiente para su majestad? Estoy hasta el colodrillo de que Daniela Calle se crea demasiado importante como para gastar su tiempo con otros humanos de la Tierra. Ni sé en qué estaba pensando al querer delegar mi salud mental a una conversación con mi Némesis. La mala actitud de Calle no tiene remedio y es por eso que el plan Calle está en marcha.

Y es por eso que debo ser amable. Pero no me sale serlo cuando echo humo por las orejas.

—Podrías disfrutar mucho más de la vida si vieras más allá de tu propia nariz—  espeto.

Cita dobleWhere stories live. Discover now