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Las suposiciones son malas. Nunca debes dar algo por supuesto, porque podrías equivocarte y luego te decepcionas. O no. Tu equivocación puede dar paso a algo mayor, una sorpresa inesperada, al principio desagradable pero que, a la larga, será útil. ¿Quién sabe?

Yo había supuesto que Kim, la chica que me había apuntado a clases de baile, sería la profesora. Sin embargo, la realidad era otra: la señorita Calle, no sé por qué desconocido motivo estaba al frente del aula, dirigiendo los estiramientos de todos los estudiantes y Kim, la amable y risueña joven, estaba al fondo de la clase, dedicándome una sonrisa de ánimo. Cualquiera diría que me estaba leyendo la mente.

Mi primera impresión fue molestarme, sin duda. El que iba a ser mi tiempo sin Calle se había convertido en una hora sin poder separarme de ella, pero la voz de Sebas vino a mi mente para recordarme que era una gran oportunidad para proseguir con nuestro plan.

—¿Te vas a quedar pasmada en la puerta, Posgrado?— su voz chillona me saca de mi ensimismamiento, y varias personas se ríen por lo bajo.

¿Qué haría la sexy Poché en este momento? La encararía y se pondría en primera fila, para demostrarles a todos sus brillantes pasos de baile.

Pero la verdadera Poché no sabe bailar y se iría al fondo de la clase, junto a la única cara amistosa de toda la estancia.

—Claro que no— alzo la voz, quizás más de lo debido, con la sensación de haber elegido la opción de "Muy difícil" en el Modo de juego. Ser la Poché sexy es muy difícil pero es el único modo de alcanzar la victoria.

Camino hasta el principio del aula, justo frente a la profesora, la cual me observa con mirada divertida. Al sentir su mirada sobre mí, reúno la poca confianza que tengo en el cuerpo para sacar una botella de agua de mi mochila. Porque eso es lo que haría la sexy Poché. Así, mientras comienza a presentar la clase, desenrosco el tapón lentamente y poco a poco lleno la boca de líquido.

—Ahora que estamos todos, ya podemos empezar. Soy Daniela Calle, como todos sabéis, y hoy vamos a aprender a bailar tango. Como sois impares, Poché y yo formaremos pareja.

Calle extiende una mano hacia mí, aunque tardo un instante en reaccionar. ¿Qué ella y yo qué?

Luchando por no escupir todo frente a ella, hago un esfuerzo por tragarme todo el agua que había acumulado en mis cachetes. Siento que le estoy fallando a la sexy Poché.

Echo un vistazo de reojo a mis compañeros, gente que solo conozco de vista, esperando a que acepte la mano de la profesora, y así lo hago. Su tacto es cálido y firme al natural, muy al contrario del mío, que amerita toda mi fuerza de voluntad para no dar rienda suelta al terremoto de mi interior y a sus consecuentes temblores de chihuahua. A pesar de que intento concentrarme en ser amable, mi mente regresa a esta mañana, cuando Calle despreció mi saludo y a todas esas veces que se ha mostrado superior a los demás.

¿Podría la sexy Poché bailar pisándole los pies a Calle?

Le dedico una mueca hostil pero ella parece no notarlo. Se dirige a los alumnos de nuevo, con su perfecta sonrisa de anuncio:

—Lo primero que vamos a hacer es escuchar la música, sentir la música— prosigue, con mi mano todavía en la suya al tiempo que, con la otra, activa un control remoto que enciende la radio.

Una canción de Di Sarli suena en los altavoces, situados en las esquinas superiores del recinto, y cada uno de mis compañeros se empareja con aquel que tiene al lado de manera automática, como si tuvieran miedo de que una fuerza superior los fuese a separar de su amigo.

Cita dobleWhere stories live. Discover now