17: Los amigos no se miran de esa forma

19.3K 1.5K 489
                                    


...

Tomo profundas respiraciones y abanico mi rostro mientras me digo a mi misma que necesito tranquilizarme. Sin embargo, las lágrimas no dejan de caer, no puedo frenarlas. Mi respiración continúa agitada y mis pensamientos, todos alborotados, me gritan que soy una imbécil.

Cuando oí la voz de Arthur y Selina finalmente me soltó, me sentí avergonzada, y el pánico explotó en mí así que terminé corriendo y escondiéndome en los baños. Y llevo aquí quince minutos, aún sin lograr dejar de llorar. Sé que ella es una idiota, y que solo se sentía herida; pero es la idiota que me dejó en ridículo frente a varias personas. Mi pecho se aprieta en cuanto recuerdo la forma en la que me sentí y me continúo sintiendo.

No puedo, ni quiero salir en los próximos minutos.

Uh, uh.

El baño se convertirá en mi nuevo hogar.

La rabia se intensifica y todo lo que ocupa mi mente es en cuanto desearía haber reaccionado de otra manera. Haberle dicho algo y no solo recibir sus ataques. Pero otra vez, nunca ha sido diferente. Siempre he aceptado sus golpes y me resigné a que iba a dejar de molestarme. Decirle a Leslie jamás me convenció, y creo que en su mayoría no era porque no quería arruinar su oportunidad en el equipo de porristas, sino porque temía que no me creyera.

— ¡Brooke!

Oh mierda. Yergo mi espalda y paso mis manos por mis ojos de forma desesperada en cuanto la voz de Arthur llega hasta mis oídos. La última cosa que necesito el día de hoy es tener que hablar con él, pero al universo, destino, o lo que sea, no parece importarle una mierda porque segundos más tarde lo veo caminando por el estrecho pasillo.

Mi corazón se acelera y mi cuerpo se convierte en un terremoto. Tengo que respirar profundo porque su presencia en la habitación parece haberse robado todo el aire. Parece enojado y no sé si me encuentro más avergonzada por lo que vio hace unos minutos o por lo que ocurrió ayer en la biblioteca.

— ¿Qué haces en el baño de chicas? —Esa es la única cosa estúpida que soy capaz de decir. Él no responde, me evalúa de pies a cabeza, con su ceño fruncido y se detiene un par de segundos en mi rostro.

—No. —Frena y se sienta junto a mí. Cuando su muslo toca el mío, me hago levemente a un lado—. ¿Qué haces tú en el baño de chicas? ¿Por qué saliste corriendo?

— ¿Qué esperabas que hiciera? —Duele, duele mucho y no puedo explicarlo— ¿Qué me quedara allí mientras...? —Sacudo la cabeza—. Siquiera importa, no deberías estar aquí.

Algo en todo lo que digo parece calarle hondo porque se echa levemente hacia atrás, ofendido.

— ¿No debería estar aquí? ¿Te gustaría explicar eso un poco más? ¿Cómo es que no debería estar aquí, cuando acabas de pasar una situación horrible, y tú hiciste lo mismo por mí hace tan solo unos días?

¿Cuándo lo pone así? Realmente no lo sé.

Suelto un bajo resoplido, sin saber que contestar, y escondo mi rostro entre mis manos, porque siento mis ojos aguarse y no quiero que él me vea llorar. Realmente no tengo energía como para lidiar con él.

—Solo vete. —Mi voz suena amortiguada por mis palmas, pero también tiembla—. Quiero estar sola.

Tomo una profunda respiración, esperando que se largue o diga algo; pero entonces me sorprendo cuando, de la nada, siento sus manos tomar las mías y apartarles de mi rostro. No quiero hacerlo, pero las bajo y, poco a poco se desmorona esa barrera que nos separaba.

Desastrosa perfección (AD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora