14: Atenciones y verguenza

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31 de octubre, 2018.

De alguna forma, Arthur y Naomi se las arreglan para hablar con mi madre sin que ella estalle en gritos. Se supone que lo único que hice esta noche fue ir a la fiesta, divertirme un poco y volver antes de tiempo porque estaba cansada.

La mirada que Amalia me dirige cuando ambos me acompañan a mi habitación dice una sola cosa: deben irse pronto.

Subir las escaleras jamás había sido tan tortuoso, siento mis piernas sin fuerza, y hay una parte de mí que desea simplemente desplomarse allí y echarse a dormir. Mi disfraz se encuentra estropeado, y la única razón por la cual mamá no notó que me encuentro empapada es porque traigo el abrigo gigante de Naomi encima.

Sin importarme nada de lo caigo encima, me dejo caer sobre mi cama, y mis ojos se cierran casi por instinto. Oigo una risa.

— ¿No quieres darte una ducha? —Y esa es la morena.

—No —murmuro.

—Está bien. —Siento sus manos quitarme la prenda que me había prestado—. Por lo menos devuélveme mi abrigo.

También toma mis sábanas y me arropa como si fuera una niña pequeña, y mi corazón podría estallar de felicidad. Es un gesto muy pequeño, pero años habían pasado desde la última vez que alguien me había tratado con cuidado.

—Es un infierno de habitación. —Oh, y ese es Arthur, no estoy segura sobre cómo voy a mirarlo a la cara luego de esta noche.

—Shhh... déjala descansar.

Abro mis ojos solo para asegurarme de que el lugar no está hecho un desastre. Lo está, demasiado. Pero eso no es lo peor de todo, santa mierda no lo es. Mi caballete se encuentra justo frente a mí, y mi última pintura se encuentra sobre él. Afortunadamente, no se trata de Jake —me dije a mi misma que iba a dejar de pintarlo—, pero está esa escena de Love, Rosie, donde Rosie y Alex se abrazan en el aeropuerto... me encanta demasiado, y no pude resistir pintarla.

Mierda, debería haberla guardado.

—Wow.

Observo a Arthur, sintiéndome aún más apenada de lo que ya estaba. Adorado Jesús, no permitas que él vuelva a cruzarse conmigo. El castaño abre la boca para decir algo más, pero supongo que algo en mi horrible aspecto debe decirle que no lo haga, porque la vuelve a cerrar.

—Yo, voy al... baño. —La morena nos dirige una sonrisa—. Adiós, Brooke. Arthur, te veo abajo.

En cuanto ella deja la habitación, todo se sumerge en el silencio. Estoy demasiado avergonzada como para emitir alguna palabra. Esta noche... Dios, desearía poder borrarla de la existencia.

Mi respiración es constante mientras lo observo dar vueltas por mi habitación, pero lo cierto es que los nervios me están consumiendo. El primer chico que pisa mi habitación ¿Y es Arthur Anderson luego de que tuviera un ataque de pánico? Quiero golpearme fuerte. Una sonrisa crece en su rostro, no estoy segura de por qué, pero luego se acerca a mí, a pasos lentos, y mi corazón deja de latir por un segundo cuando se sienta en la cama, justo al lado de mi cadera. Sus ojos me inspeccionan con detalle, y lo único que quiero hacer es esconderme debajo de la manta.

¿Cree que soy una loca luego de mi ataque de pánico? ¿Debería continuar enojada con él por dejarme sola? ¿Qué mierda fue lo que ocurrió en la piscina?

—Has estado un poco más desastrosa esta noche. —Muerdo el interior de mis mejillas, sintiendo el calor inundar mi pecho. Su mirada parece tan... suave mientras recorre mi rostro, casi como una caricia—. No es una mala faceta para conocer.

Desastrosa perfección (AD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora