Capítulo Veinticuatro

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24.

Et tu, Brute?

Como muchas historias sobre una muerte, esta  inicia con una traición.

La noche antes de que Yoongi cambiara; Taehyung tenía tan solo trece años cuando su maestro le entregó un sin fin de temas a repasar para su examen del viernes.  

Su cabeza dolía y él seguía sin lograr comprender a tu totalidad las historias que se supone debía conocer por mera cultura general.

Iba a reprobar, de nuevo, y su padre lo castigaría, de nuevo. Como si no fuera lo suficientemente malo estar todo el día encerrado, además tendría que pasársela estudiando. Eso parecía el fin del mundo, al menos para un chico consentido.

Pero entonces tuvo una idea, la habitación de Yoongi no estaba muy lejos y a juzgar por la hora él ya debería estar de regreso en ella.

El pelinegro era dos años mayor que él, y debido a la imagen centrada e intelectual que le pertenecía, Taehyung lo tenía en un altar, como si de su hermano mayor se tratase.

Sonriendo como quien hizo un travesura, tomó su libro de historia (ese que le estaba dando problemas) y se escabulló por los pasillos de la casa para buscar al otro.

No era secreto para ninguna persona que estaba prohibido acercarse a Taehyung, y que si alguien lo veía vagando en los corredores del lugar debía avisarle inmediatamente a su padre; pero nadie lo había visto nunca. Además de unos cuantos empleados del servicio y de los Min, era casi un mito la presencia de chico allí.

Agitado, corrió ocultándose entre las estatuas que decoraban el lugar hasta finalmente llegar a la puerta semi abierta que pertenecía a Yoongi.

Asomó la cabeza lentamente, contempló al joven pelinegro frente al espejo, sus ojos estaban vidriosos y parecía observar el plástico que cubría su hombro.

—¿Yoongi, te encuentras bien? —preguntó al observar que parecía haber llorado.

El mayor, que aún tenía un cúmulo de humanidad e inocencia dentro de él, se exaltó al notar su presencia allí.

—Yo...estoy bien. ¿Qué haces lejos de tu habitación? Vete, van a castigarte, y a mí también si te quedas aquí.

—¿Qué te pasó en el hombro? —dijo sin prestarle atención al otro.

Yoongi pareció dudarlo mientras le veía entrar por completo a su habitación. Le gustaba la compañía, pero nunca aceptaría que lo hacía.

Se acercó a la puerta y la cerró con llave, luego tiró del brazo del pequeño para hacerlo caminar hasta el sofá que estaba cerca de la ventana.

—Es el emblema, mira —declaró, descubriendo por completo su hombro donde existía un tatuaje—. Soy de la familia ahora.

Los ojos de Taehyung brillaron con asombro. —Es increíble, ¿Yo también la tendré, algún día?

No supo qué contestarle, él...era ajeno a todo lo que pasaba en esa casa. Y quizás era una buena pregunta, ¿Él se la merecía?

—Supongo que sí. Después de todo...eres el hijo del jefe. —Aunque no tengas mérito alguno, pensó.

Taehyung pareció entender el trasfondo de sus palabras, asintió con ligereza a sabiendas de que él no era nada allí. Se tragó la tristeza infantil que brotó de él, y decidió cambiar de tema.

—Yo...—tomó su libro agitando la cabeza —creí que podrías ayudarme a estudiar. No entiendo nada de historia. Ni siquiera es historia coreana es…

TRAFICANTE. 《KookV》Where stories live. Discover now