3. Cuando den las Doce I

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Años después, el momento de mi verdad parecía haber llegado. Quería que fuera en la ocasión especial, el sitio correcto y a la hora exacta. Lo cual, desde cierto punto de vista, salió justamente como lo había planeado. Sin embargo, los resultados fueron catastróficos.

Mi amistad con Artemis era completa; risas, peleas, confianza, aventuras y secretos. No teníamos nada que envidiarles a otras. A pesar de no ser mi única amiga, siempre la consideré la mejor de todas. Eso no significaba que a mis amigos no les agradara. La querían de cierta forma, no sé si de la manera correcta, pero supongo que lo hacían, por eso aceptaron con mucho gusto mi estrafalaria idea y nunca me abandonaron cuando todo se desplomó sobre mí.

No hacía falta decir que ese día estaba nervioso.

El sudor que sentía correr por mi espalda era suficiente para dejarme en evidencia. Estaba rodeado de adolescentes extasiados que se veían extremadamente elegantes y orgullosos, pero ahí estaba yo; a diez minutos de comerme las uñas si no la veía llegar pronto.

Hace más de veinte minutos que estaba esperando su llegada.

Las luces, las flores, la música y el ambiente creado dentro de esas cuatro paredes eran todo lo que un adolescente podría querer en su graduación. Entonces, en el momento más inoportuno, llamaron nuestra atención a través del micrófono del escenario:

—¡Buenas noches a todos los graduados! —Gritó con verdadero placer el estudiante rebelde más destacado de nuestro año.

Su acento dejaba en evidencia su descendencia española y todos reímos al ver a Gael sobre el escenario, mi mejor amigo había deseado poder dar ese discurso desde el inicio del año. Lastimosamente, no le concedieron el deseo. Ser rebelde acarrea una reputación, y dicha reputación una serie de consecuencias. Su caso era un ejemplo de ello. No habló en la entrega de diplomas, pero nadie le diría que no en la fiesta de graduación.

>>Lamento la inoportuna intervención, pero tengo que hacerlo antes de encontrarme muy ebrio para esto —generó muchas más risas. Él hablaba en serio—. Quiero comenzar agradeciendo a todos los presentes por unos años increíbles; así como maravillosos, fueron también una mierda. A la mitad de ustedes ni los conozco, pero sé que han escuchado de mí, y no precisamente cosas buenas.

Las puertas del salón se abrieron de pronto.

Mi corazón se detuvo casi diez segundos antes de recordar cómo palpitar nuevamente. Tenía su hermoso cabello negro peinado en ondas, un largo y ajustado vestido negro lleno de pedrería en un escote de corazón. Ella vino para matarme esta noche. Caminó lentamente a mi lado, se veía torpe e indecisa, aunque en aquel momento parecía flotar hacia mí. Todavía tenía el aire atascado en la garganta.

—Hola —susurró, sus mejillas se coloraron en cuestión de segundos. En este último tiempo se había vuelto una chica más reservada de lo que acostumbraba a ser—, te ves muy bien.

Ni siquiera el aire parecía querer pasar entre nosotros para no interrumpir el instante.

—Y tú...—pero las palabras se estaban enredando en mi lengua—, te ves preciosa.

Sonrió con verdadero gusto.

La voz en el fondo continuó: —Aun así, desde el fondo de mi corazón hacia todos ustedes, se lo merezcan o no, gracias. Gracias porque de alguna forma nos hemos formado apoyados entre todos. Incluso en aquellas personas que nos vieron hundidos en la mierda por ser víctimas de acoso y no hicieron nada para impedirlo; nos enseñaron que la maldad y la cobardía realmente existen.

Eso me paralizó en un segundo.

La hermosa chica a mi lado sostuvo con fuerza mi mano, era su primer acercamiento verdadero desde que entró al club. No fue un secreto para nadie como nosotros, y otros estudiantes, fuimos perseguidos y amedrentados por años sin que nadie realmente dijera algo. Porque no, amigos, esos actos heroicos en el que alguien llega un buen día a salvar tu cabeza solo funciona en las películas, en la vida real serás abusado hasta que te detengas un día y gires a verle los ojos al monstruo de tus pesadillas. Ese día, y solo ese día, tendrás la fuerza suficiente para encender la luz de la habitación y darte cuenta que todos estos años huiste en vano de un montón de ropa sucia sobre la silla.

#1 | Boulevard de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora