EXTRA 01: Sorpresa y Diplomas

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De acuerdo, esto no puede ser muy difícil, ¿cierto?

Es decir, deben existir cosas más difíciles en el mundo. Así que no debería estar enloqueciendo por esto cuando seguramente, al otro lado del planeta, hay alguien tratando de buscar la manera de abastecer a los países tercermundistas de agua potable.

¿Muy existencialista? Puede ser, pero es más fácil concentrarse en eso cuando te encuentras ansioso hasta la mierda.

Ay, carajo, ¿acabo de admitir eso?

Estoy muy jodido.

Suspiré despeinando mi cabello por tercera vez frente al espejo: —A la mierda la calma.

—¿Cómo es posible que sepas analizar más de 30 mil datos entre distintos programas de computación, pero hagas berrinche por anudarte la corbata?

Apoyado en la puerta, un Alan sumamente elegante sonreía con burla. Sus ojeras habían disminuído considerablemente, incluso se había peinado. Hace bastante tiempo que parecía estar en paz con su lado problemático y ahora, solo de vez en cuando en situaciones especiales, parecía que su mal genio podía ser domado.

Rodé los ojos.

—No estoy haciendo berrinche.

—Todavía.

Se adentra en la habitación. Sus manos golpearon las mías para que dejaran de estorbarlo, comenzó a sonreír inconscientemente mientras acababa con mi insignificante problema y atenuaba la ansiedad de mi cuerpo.

—Parecemos maricas con trajes —confesó—, solo por ti sería capaz de verme de esta forma.

—Estoy seguro de que las camareras del club no dirían lo mismo si pudieran verte.

Su sonrisa radiante no podía ser disimulada en un momento como ese.

—Las camareras del club son unas pervertidas que me llevarían a sus camas así luciera como un vagabundo.

—Vaya, creo que a tu comentario le quedó un poco de humildad, amigo —Gael tocó la puerta ruidosamente y entró:—¡Llegó el hombre de sus sueños, amigos! ¡¿Quién está listo para enloquecer esta noche?!

Suspiré con calma al verlo entrar. No habría querido recurrir a nadie más en un momento como este. Después de todo, Gael tenía buenos contactos gracias a su padre, lo cual nos sirvió de mucho para organizar y finalizar el arreglo que firmaría esa noche.

Me regaló una sonrisa guinándome el ojo; todo iba perfecto.

Mi mejor amigo se veía un poco cansado, no recordaba la última vez que había vuelto a ver sus ojos sin ligeras hendiduras. Para ser honestos, hace unas cuantas semanas que no había logrado verlo personalmente más allá de algunas llamadas nocturnas desde la oficina.

Era el reportero novato más prometedor de un importante canal de televisión, lo cual parecía consumir todo su tiempo y obligarme a hacer citas si quería hablar con mi mejor amigo. Al menos no había tenido que agendar esta fecha para contar con su presencia.

Aunque un poco cansado, Gael lucía satisfecho con su escaso tiempo libre para divertirse. Incluso, algunas veces creo que así deseaba que fuera para no tener que seguir dando vueltas alrededor de sus miserias.

Se veía feliz, eso era lo único que me importaba.

—Haz silencio, Edric casi se orina encima de los nervios —le dijo Alan chasqueando la lengua.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté mirándolos a través del espejo, Alan había decidido acostarse sobre mi cama y Gael tomaba asiento en uno de los sillones— Deberían estar con los demás abajo.

#1 | Boulevard de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora