❝ -小猫│⠀gatito.✧ (ggukgi)

lo siento.

La había fastidiado, la había fastidiado muchísimo. Es que se miraba al espejo y no podía pensar en otra palabras que no sea ''idiota'' mientras se miraba.

Habían pasado alrededor de dos días después de que había dejado a YoonGi en su habitación y se había encerrado en la suya.
No había escuchado nada, no había escuchado ruido por lo que decidió salir con cuidado después de dos horasdespués del suceso. Aquel tiempo se la había pasado dándose una repelada por ser el idiota más grande sobre la faz de la tierra.

Suposo que YoonGi se había quedado en su cuarto, tratando de 'calmarse'. Así que no tomó demasiada importancia.

Pero eso cambió hasta que después de casi dos días enteros, el pálido no había querido salir de su habitación. Ni siquiera había comido y por más que le gritara y rogara para que abra la puerta el chiquillo parecía hacer caso omiso de sus palabras. A ese paso, tendría que terminar derribando la puerta.  Había faltado al trabajo y a juntas importantes por seguir rogándole a YoonGi que saliera.

-    YoonGi, te lo pide de por favor, abre esa maldita puerta.

...

Nada, no se escuchaba nada en aquella habitación, le asustó el hecho de que le pudo haber sucedido algo malo al gatito. Buscó por toda la casa la manera de entrar a la habitación, incluso había visto vídeos de cómo abrir la puerta con un pasador para el cabello.

Había dejado golosinas en el piso, en la mesita de la sala e incluso en un tazón justo enfrente de la blanca puerta de la habitación del menudito. Y nada. Sus ideas para que el menor salga se estaban acabando.

Sabía que se moriría de la vergüenza en cuanto le mirara a la cara. Pero correría el riesgo de la humillación si aquello le daba una señal de vida por parte de YoonGi.

Lo último que le quedaba intentar era dejar la hierba gatera justo encima de los muebles.
Casi nunca se la daba a YoonGi, no le gustaba mucho el efecto que eso tenía en YoonGi, le hacía sentir que su pequeño estaba drogado, e incluso, le tocó ver cómo aquella parecía incluso excitar al bajito, pero eso a YoonGi le encantaba.

Dejó un poco de aquello regado por la sala, e incluso trató de meter tan sólo un poquito por debajo de la puerta del dormitorio del gato, corrió a su habitación y volvió a encerrarse.
Sólo le quedaba esperar a que YoonGi saliera.

Click.

Aquel fue el sonido de la puerta siendo abierta, unos cuantos segundos más y saldría a cazar al menudito.

Tan rápido como su cuerpo le permitió, abrió la puerta y corrió hasta YoonGi, quién por obvias razones intentó escapar, sin embargo JeonGguk logró ser más rápido y lo atrapó entre sus fuertes y musculosos brazos.

-     ¡N-No! ¡Suéltame!

-     Casi dos putos días, Min.

-     ¡Te dije que me sueltes, Jeon!

La mandíbula del más alto se enfureció y con el pequeño aún luchando por liberarse del agarre caminó hasta la cocina.

-     ¿Qué has estado comiendo?

-     ¡Qué te interesa!

-     YoonGi, deja de hacer esto más difícil.

-      La golosinas que tenía debajo de mi cama.

Los músculos de Jeon se apretaron y entonces YoonGi supo que tal vez, sólo tal vez se había pasado un pelín de la raya.

-     ¡No puedes comer solo eso! ¡No es comida para nada sana!

-     ¡Tampoco quería salir y verlo!

-     ¡Ah! ¡No me querías ver!

-     ¡Después de casi tomarme y luego dejarme tirado en la cama cómo iba a querer verte!

Mierda.

Aquello sí que había sido un golpe bajo para Jeon, todo el enojo que sintió al saber que no había estado cuidándose durante ese tiempo se desvaneció. Ahora el sentimiento de culpabilidad se alojaba intensamente en su pecho.

-    Y-yo-

-    ¡Si yo no te gusto no tenías porqué tocarme así! ¡Veo en la televisión que eso solo lo hacen los novios y tú y yo no lo somos! ¡Te la pasas llamándome amigo!

Oh, mierda, Yoonie. Si tú supieras.

Los ojitos del pálido habían comenzado a lagrimear y JeonGguk no podía sentirse aún más como la mierda de lo que ya se sentía.

No supo que hacer ni como reaccionar, tal vez aquella acción de tomar las adorables mejillas del gatito y luego impactar sus labios contra los suyos fui completamente por instinto.

Y tal vez por eso, no dejaba de besar aquellos deliciosos labios, y sólo tal vez por eso no estaba evitando el cargar el pequeño y delicado cuerpo para llevarlo a su habitación.