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YoonGi se mantenía sobre su gran cama jugando con una bolita de estambre entre sus huesudas y pálidas manos, JeonGguk le dijo de antemano que no podría llegar temprano a casa gracias a su trabajo. Y YoonGi lo entendió, pero no significa que no le decepcionó. Esperaba poder ver al azabache esa noche.
Se detuvo unos segundos después de haberse dado en la cara al caerse por intentar atrapar la bolita de estambre que no entendía como había escapado de sus manos. Allí en el suelo, pensó en lo extraña que era la relación que mantenía con Jeon.
¡Era demasiado inusual! Nadie podía negar eso—sí lo supieran, claro—.
YoonGi tenía 20, y bueno, JeonGguk sí que iba por sus 26. YoonGi era el híbrido de un gato, se podría decir que era la mascota de JeonGguk. Pero cada vez que le preguntaba al mayor acerca de eso, jamás admitía que era su mascota, le decía que eran amigos. YoonGi desde que llegó a aquel hogar, jamás salió al mundo exterior, pero por cada una de las cosas que veía en la television, el gatito sabía que los amigos no se trataban con tanta...con tanta, cercanía.
No veía que los amigos se besaran, claro que él y Jeon no lo hacían directamente en la boca, pero pasaban dejando besitos en la cara del otro como si no hubiese un mañana. Tampoco veía que los amigos durmieran juntos, acurrucados en una cama con demasiado contacto físico. Los amigos no se enojaban cuando uno tenía una conquista, así como e gatito se ponía más que furioso cuando veía a chicas con más culo que cerebro, llegar a la casa que compartía con el mayor. Y era más extraño, si destacabas que Jeon terminaba jodiendo la noche en la que follaba por hacerle caso al pálido.
Todo, apuntaba a que eran novios. Sí, tal cual, lo parecían. YoonGi se preguntaba si lo eran. Porque YoonGi sí sentía esa emoción al verlo entrar por la puerta. Y su corazoncito latía tan fuerte que llegaba a doler un poco cada vez que el mayor lo abrazaba, o cada vez que sus ojos se conectaban.
Pero JeonGguk seguía recalcando que eran mejores amigos, y sólo eso.
Claro, claro, porque cualquiera tiene a su mejor amigo como su mascota. Mascota a la cual cela, mascota a la cual besa—no en la boca, pero sí en casi todo el cuerpo—, mascota que por alguna razón no sacas de la casa.
Sin darse cuenta, YoonGi ya estaba llorando. Y lo peor de todo era que no tenía idea de la razón por la cual lo hacía.
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