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35. cuando tú me lo pedías yo estaba pa' ti, ahora no me pidas nada ya no estoy ahí.

Me levanté con la cabeza aturdida y palpé la cama con la mano despacio encontrándola vacía. Abrí un ojo para comprobarlo y era cierto, el se había ido y ni siquiera había tenido la certeza de despertarme para aunque sea despedirse. Acomodé mi cuerpo sobre el respaldo de la cama y me pase una mano por toda la cara, recién me levantaba y ya tenía ganas de llorar. Giré mí cabeza hacia la mesita de luz, donde había una notita y como pude me acerque hasta ella para agarrarla sin hacerme daño el brazo.

Era de Mateo.

La leí pero no había nada interesante, es decir, una explicación concreta del por qué se había ido, simplemente había puesto que tenía que hacer un par de cosas y que no me quería despertar porque parecía muy cansada.

Arrugué la notita y la tire al tacho de la basura, para después levantarme e ir hasta el baño a hacer mis necesidades y pegarme una ducha bastante larga. Ni bien termine, me coloque una bolsa de plástico en el yeso para que no se mojara y entre en la bañera.

Incoscientemente empecé a llorar, por Mateo como de costumbre, habíamos pasado una noche hermosa por no contar lo del beso que me había dado, el cual me dejó impactada pero más allá de eso, ya me estaba empezando a maquinar; en que había hecho para cagarla y que se fuera sin despedirse o si se la había pasado mal, algo. Últimamente la pasaba súper mal y más después de todos los comentarios como "incogible" y cosas relacionadas con Mateo del tipo; "no te va a dar bola" "soy muy poco para el" estaba más insegura que nunca y ya con la mínima cosa me ponía mal.

Después de estar alrededor de media hora dentro de la bañera, salí y me quedé mirandome detenidamente en el espejo; tenía unas ojeras bastantes pronunciadas y todo el rimel corrido, al igual que tenía la cara pálida, con algunos pliegues, sumándole que tenía pequeños derrames en los ojos y los labios bien secos.

Me lave la cara con agua bien fría para despertarme un poco más y para tener mejor cara o por lo menos intentarlo. Cuando salí del baño, ya estaba cambiada y ni bien tuve un pie en la pieza, fui hasta la cama para tirarme con cuidado de no hacerme mal, para acto seguido prender la televisión y seguir viendo la serie de ayer.

Mí celular vibró y con toda la esperanza del mundo, lo agarré pensando que era Mateo, pero me había equivocado por completo, era Matías.

Matías Benet: buen día... Espero que hayas dormido bien, quería saber cómo estabas con el tema del brazo y vos en si...

Lola💋: hacela corta Benet, pero para eso ya simplificó yo. No me voy a juntar con vos par hablar y arreglar las cosas.
Lola💋: no hay nada que arreglar y creo que quedó bastante claro todo ya. No quiero saber nada con vos, cada uno hace la suya y listo, espero que seas feliz, chau.

Apoyé el celular en la mesita de luz boca abajo y casi quise revolearlo cuando empezó a sonar pero esta vez indicando que era una llamada. Agarré el dispositivo y me lo llevé a la oreja con toda la bronca y la frustración del mundo.

—¡Ya te dije que no quiero saber nada de vos Matías!—chillé con ganas mientras me pasaba la mano por toda la cara en símbolo de frustración—¡No me hables! ¡No te quiero ver ni en figurita!

—Aia, pobre Matías che. Me dolió hasta mí...—habló una voz del otro lado y rápidamente mí semblante se cambio y me mordí el labio para después negar—Yo te iba a preguntar cómo estabas pero ya me quedo clarito, ¿querés que vaya a hacerte apoyo moral?

—Hola Valen—saludé con toda la vergüenza del mundo después de que me escuchará gritar como una histérica, pero el al parecer se lo tomó bien porque escuché su risita al otro lado de la línea—Quiero que me saques de casa, ¿puede ser?

Dale gordita hermosa, en veinte te caigo. Llévate campera porque no te presto más Lola, me robaste medio placard—soltó y no pude evitar reírme porque era cierto lo que decía, últimamente salíamos una banda y siempre me olvidaba de llevar la campera y como Valentín era un sol siempre me prestaba la suya—Posta te digo eh.

—Que si, dale. En veinte te veo.

En lo que venía el castaño, me quedé mirando el capítulo que tenía puesto, al cual le quedaban quince minutos restantes, además de que así hacía más llevadero el tiempo. Cuando pasaron los veinte minutos, tocaron en timbre. Una de las cosas que amaba de Valentín, es que siempre era puntual y me venía al palo porque desde lo que me había hecho Matías en el boliche, había perdido la paciencia y más a la hora de esperar a alguien.

Agarré la campera y bajé prácticamente corriendo por las escaleras. La primera imagen que tuve como campo de visión, fue la de Valentín hablando con mí progenitora y con unas bolsas en la mano.

—Hola—acoté ganándome la atención de ambos y el castaño se acercó hasta mí para pasar un brazo por mis hombros y dejar un beso en mí cabeza.

—Hola—susurró y alce la vista para mirarlo con una sonrisa, este me la devolvió y miró nuevamente a mí mamá—No se preocupe que yo la cuido y la traigo temprano Lorena.

—Bueno, me quedo tranquila si va con vos—anunció y se acercó hasta nosotros o más bien hacia mí para darme un beso—Pasenlo bien y ojo.

Después de estar diciendole treinta mil veces a mí mamá que no nos iba a pasar nada y que íbamos a estar bien, pudimos salir de mí casa.

—Tomá bebita, sabía que no tuviste tiempo se desayunar y te traje un las de medias lunas y un café con leche—habló el ojiazul dándome la bolsa y acercándose para darme un beso en la frente—Ahora si, contame todo lo que pasó.






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una cagada.

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unidos ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora