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03. sentimientos.

Tragué en seco al ver al profesor entrar por la puerta, ya me estaba poniendo nerviosa el hecho de exponer y eso que todavía no había salido.

Pablo, el profesor de geografía, nos saludo a todos y no tardó en conectar su portátil Apple al proyector para poder mostrar las diapositivas de mi trabajo. La exposición tenía que durar como mínimo diez minutos, con toda la información que había reunido y la ayuda de Mateo, me aseguraba que tenía para exponer más de lo que se había acordado pero los nervios siempre me jugaban en contra y me hacían parecer el correcaminos hablando.

—¿A quien le toca exponer hoy?—cuestionó el mayor mirando a todos mis compañeros, levanté la mano y asintió:—Bueno, ponete acá Lola.

Me levanté de mí sitio no sin antes haber recibido un tirón por parte de Mateo para darme un abrazo y ánimos para la exposición.

Me coloque al lado de la pizarra con el papel en la mano, machete que necesitaría para algunas cosas como fechas o nombres, nada nuevo.

—Esperá que conectó el iPad y te grabo—informó el tutor, asentí y espere un poco más hasta que levantó la vista para mirarme y asentír—Dale.

Empecé hablando con un pregunta al público, con todo lo que llevabamos de exposiciones me pareció una buena manera de persuadir al público, además de que siempre funcionaba. A lo largo de la exposición les hable como que era el cambio climático, sus causas, consecuencias y las posibles soluciones para este tema tan actual, obviamente, reforzandolo con videos.

—Listo—anuncié, este paro de grabar y no acotó nada al respecto.

—El siguiente.

Uno de mis compañeros se levantó para ponerse en mí lugar, mientras que yo caminaba hasta Mateo un poco más tranquila y suelta.

—Sos una genia Lo, felicidades—me animó el morocho abrazándome fuerte a tal punto que no podía respirar—Viste que podías, sos una grosa.

Le sonreí ampliamente y me acerque cuando me tironeó hacía el para darme un sonoro beso en la mejilla. Cuando me senté a su lado, este se giró y sacó algo de su mochila, los chocolates.

—No te los comas todos a la vez que te van a hacer mal gorda linda—habló y me extendió las barras, rodé los ojos y se rió—Es en serio Lola, no quiero que después estés descompuesta.

—Bueno papá, damelos—pedi, se mordió el labio inferior para reprimir una sonrisa y cuando me lo iba a dar, amagó:—Dale tonto.

—¿Te traigo chocolates y me bardeas? ¿Escuchaste eso? Fue mí corazón romperse—bromeó, le di un empujón y se volvió a reír. Aprovecho para que me levanté un poco de la silla para agarrarme de la cintura y sentarme sobre el—Dame un beso.

Instintivamente me puse colorada y no dude en esconderme en su cuello para que no me viera roja como un tomate.

—Me haces cosquillas Lola—soltó riéndose un poco, apoye mí nariz en su cuello, su perfume inundó mis fosas nasales y luego de eso sentí como afianzaba su agarre—Dale boba, dame un beso.

Espere a relajarme un poco para después salir de mí escondite y mirarlo, estaba con una sonrisa bien ensanchada que hacía que se le achinarán los ojos.

Que ganas de llenarlo de besos.

Acuné su cara con mis manos y acerque su cara para depositar un beso en su cachete porque al fin y al cabo, yo sabía que el quería el beso ahí y no en otro lado.

De un momento al otro, no dude en ponerme mal, me levanté de encima de Mateo y fui hasta el profesor para pedirle ir al baño. Caminaba a duras penas, me volvía a sentir mal por el hecho de saber que Mateo no me iba a querer como algo más que su amiga, lo tenía más que aceptado pero a veces volvía a recaer y todo se debía a las actitudes del morocho conmigo, las cuales lo único hacían eran confundirme.

Salí de mí ensoñación cuando choque contra un cuerpo, alce la vista para encontrarme con la tremenda cara de orto de Lucila, la ex de Mateo, perfecto.

—Fijate por donde vas estúpida—se quejó y me empujó un poco, bajé la vista y empecé a caminar pero fue en vano porque me agarró del brazo para que la volviese a mirar—¿Estás mal otra vez por Mateo? Que mal disimulas Lola, menos mal que empezas a darte cuenta de que no te va a dar bola y que no te ve más que como una amiga.

Mí garganta se cerró y noté como mis ojos aguaban, está me miró por un par de segundos riéndose y después empezó a caminar para irse.

Cuando la noté lejos, las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas de manera desenfrenada, me dolía pero tenía toda la razón del mundo. Fui hasta el baño practicamente corriendo y me encerré en uno de los cubículos para poder desahogarme mejor.

Saqué la cara de mis rodillas cuando sentí una mano en mí rodilla, encontrándome con un Mateo un tanto preocupado. Las lágrimas volvieron a recorrer mis mejillas rápidamente y no dude en pasar mis brazos por su cuello para abrazarlo provocando que se tuviera que agarrar como pudiera para que no caerse arriba mío.

—¿Que te paso Lo?—cuestionó después de unos segundos de incertidumbre. Me sentía horrible y cada vez lloraba más, noté como la mano del morocho subía y bajaba por mí espalda, sobandola—No llores beba, me pone mal verte así...

Me separé de el y acuné su cara entre mis manos, para que me mirase mientras se me seguían cayendo las lágrimas.

—¿V-vos me querés?—pregunté con miedo y balbuceando de tanto llorar. El frunció el ceño y ahora llevo sus manos encima de las mías.

—¿Que pregunta es esa Lola? Obvio que te quiero—respondió y entonces agregó:—Es más te amo.

Nada más escuchar esas palabras una sonrisa se dibujo en mí cara y lo volví a abrazar fuertemente.

—Yo también te amo—concordé y luego de eso sentí como sus manos se ubicaron en mí cintura—Y mucho.








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No es por nada pero estos dos me hacen llorar y que quiera algo así con un pibe, pero se que no va a pasar y me agarra el bajón jajasjajaj

Vengo a presumir también que Fría está en el ranking número 1 de trueno, lloro brillitos mil gracias, las amoooooo💗✨

unidos ; truenoWhere stories live. Discover now