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23. cuando se va de la discoteca, usa mí brazo de abrigo.

Pasé un algodón por el cachete de Mateo, donde tenía un tajo bastante abierto luego de eso agarre la aguja que estaba encima de la mesita ratona para coser esa zona. Tenía la suerte de que mí abuela me había enseñado ese tipo de cosas, además de que era algo que me encantaba y me relajaba bastante.

Vi como el morocho hacía una mueca cuando pase la aguja nuevamente para ir cerrando la herida, de vez en cuando lo miraba y tenía un par raspones y moratones, sin embargo, lo que más impresión me daba era el pequeño derrame que se le estaba formando en el ojo.

—No te muevas—pedí cuando hizo un gesto con la cabeza indicándome que le dolía, alzó la vista para mirarme y asintió luego de un par de segundos. Pasé por última vez la aguja y cerré la herida—Listo, espera un momento.

Me giré para ir hasta la cocina a dejar las cosas de coser y para traer hielo y un café para que a Mateo se le bajara todo el pedo que tenía encima, pero su mano me lo impidió un poco desganada, me di la vuelta y lo miré.

—Perdoname Lo, no quería que discutieras por mí con Matías...—murmuró tironeándome para que me cayera encima de sus piernas—Posta, perdón.

Saqué sus manos de mí cintura cuando me abrazo y me levanté nuevamente para ir hasta la cocina para preparar aquellas cosas ignorando completamente las disculpas del morocho.

—Lola...

Me giré y lo miré con cara de orto, no quería que se moviera porque después de la paliza que le había dado Matías apenas se podía mover ya que este le había dado por todos lados.

—¡Andá a sentarte, no te lo digo más nene!—señalé la puerta, este bufó rodando los ojos para después irse nuevamente al living.

Puse el termo a calentar y me pase una mano por la cara, tenía ganas de matar a Mateo porque sabía que se me iba a venir la de Dios con Matías y todo porque había defendido a mí amigo y porque lo había traído a mí casa a dormir, estaba más que obvio que no lo iba a dejar irse a la casa así porque primero que a Laura le daba un infarto por el aspecto que tenía su hijo y segundo porque era mí amigo y no era tan forra de dejarlo irse así.

Una vez estuvo caliente el agua, la verti en la taza y la mezcle con la leche en polvo y antes de irme al living agarre la bolsa de hielo, me encontre al morocho tirado con las piernas arriba de la mesa ratona y tapándose la cara. Deposite la taza en la mesita y esté al escuchar eso, levanto la vista y me miró y casi me dieron ganas de tirarme arriba de él por como tenía la carita.

—Tomate el café, dale—ordené, el se levantó apenas para tomar un poco el café y aprovechando eso, me senté a su lado para mirarlo un poco.

—Perdón por...

—Ya está—finalicé sin mirarlo y prendí la televisión para hacer más llevadero esto aunque ya estaba acostumbrada al silencio con Mateo pero todas maneras, no quería que se pusiera incómodo.

El brazo del morocho me tiró para atrás y como pudo me acerco a él para pasar un brazo por mis hombros y luego me acurrucó en su pecho haciendo caricias en mí todo mí brazo.

—¿No querés que hable con Matías para explicarle bien lo que pasó...?—interrogó, levanté mí vista para mirarlo y no había mucha distancia entre nosotros, el me miró de reojo y negué.

—Primero vamos a preocuparnos por vos y vamos a cuidarte, de Matías me encargo yo más tarde, no te preocupes, ya está—determiné y me levanté un poco para poder pasar mí mano por su pelo, cuando fui a sacar la mano, la de mí amigo se enredó en mí muñeca y abrió los ojos.

—Haceme, porfa.

Bufé y me moví en el sillón para estar más cómoda y después le pedí a Mateo que pusiera su cabeza sobre mis piernas pero el no quiso, a cambio de eso, llevo su cabeza a mí pecho apoyándose con cuidado por la herida que tenía en el cachete y por último enroscó sus manos en mí cintura abrazándome.

Mientras le acariciaba el pelo empecé a mirar la televisión para entretenerme, estaban dando los padrinos mágicos, algo que agradecía porque de todos los dibujitos que veía mí hermana, estos eran uno de los únicos que me gustaban.

—Teo, eu, gordo—lo llamé y me arrepentí al instante de haberlo llamando así pero el no pareció darse cuenta porque estaba medio dormido—Necesito ir al baño y comer algo, ¿querés algo?

—A vos—soltó con la voz enronquecida y subió su mano para empujar mí cara a su altura y empezar a llenar mí cara de besos babosos.

—Dale tonto, ¿querés algo? Hoy a la tarde hice brownie, ¿querés?—comenté y el se separó un poco para mirarme con los ojos cerrados pero simplemente asintió—Bueno, déjame salir.

Se movió un poco y finalmente se acostó en el sillón bien, cosa que agradecí y fui hasta el baño para hacer mis necesidades. Después de lavarme las manos, me dirigí hasta la cocina para ir a preparar dos grandes porciones de brownie. Cuando terminé, fui nuevamente hasta el living y apoye el plato en la mesa para después sentarme en el sillón, me giré encontrandome con un Mateo bastante dormido entonces aproveché para comer tranquila pero un brazo no me dejó porque me tiró hacia atrás para acostarme con el.

—Vení, quiero dormir con vos—argumentó mientras escondía su cara en mí cuello, acto seguido me abrazo y empezo a hacerme caricias y dibujos por ahí además de que estaba dejando besos en mí cuello—Gracias por todo bebita, sos un amor. Te amo.












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capítulo tierno porque puedo y porque quiero, espero que les gusteee mucho y no me hinchen las bolas hasta el año que viene, mentira las amo❣️

3/3

unidos ; truenoWhere stories live. Discover now