No quiero seguir respirando vacío

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No quiero recorrerme más playas, no me apetece seguir pisando la arena de más lugares en busca de calma dentro de mi. Ya no quiero pensar tanto, no quiero comerme la cabeza intentando imaginar como sería todo con un algoritmo diferente. No quiero sentarme en más rocas, ni intentar que la brisa se lleve todos los suspiros que le regalo al mar con intención de la huida sin regreso de mis penas. No quiero sostener esta angustia de no querer hablar con nadie, no quiero seguir alejándome porque sé que llegaré a perderme. No quiero encerrarme más en esto, no quiero que la tristeza me cubra ni que se me vuelvan a teñir los ojos de oscuro y que no pueda mantenerle la mirada a nadie por si me descubren a pesar de regalarles todas las sonrisas que me queden. Que no quiero nada de eso y aun así no sé como hacerlo para no sentirlo, que me doy cuenta de como me alejo, de como callo y trago. Me siento como un niño pequeño al que no le gustan las verduras y aun así la vida le pone siempre un plato repleto de ellas sobre la mesa, entonces él, viendo la cara triste de quien las puso ahí como advirtiéndole de que comiéndoselas es la única forma de seguir tirando, acepta que el único camino es abrir la boca, cerrar los ojos y tragarlo todo rápido. Sabe que contra menos gente sepa que tuvo que comerse aquellas verduras menos recordará él que casi se atraganta con ellas, que la vida le puso un plato demasiado grande, y aunque el pobre no quiera que nadie le ayude a comer, sabe de sobra que llegará un momento en el que llevarlo todo solo terminará por provocarle un empacho de vida haciendo que el ansia de comer rápido y querer salir de nuevo a jugar se convierta en darle vueltas al plato sin apetito alguno viendo como crece cada vez más hasta que un día, sin más, ya no pueda seguir comiendo, ni solo, ni con nadie, nunca. Hasta que un día ese niño crezca y ante otro plato de verduras que le ponga la vida, ya no tenga la misma ilusión de aquel niño que tragaba rápido para salir fuera y entonces ya sí no se pueda hacer nada, y entonces ya sí no se pueda volver atrás, y entonces ya sí esté todo perdido... Por eso no quiero, no quiero ser aquel que anhela la ilusión por resolver rápido un problema de cuando era niño para salir de nuevo a jugar y a reír. No quiero perder eso... No quiero perderme a mí.

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Pasadas las 00:00Donde viven las historias. Descúbrelo ahora