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Abrir los ojos asustada al sentir los brazos de alguien a mi alrededor, levante la vista y el rostro de Mateo me tranquilizó. Tenía los ojos cerrados aún y los labios entre abiertos, se miraba tan tierno. Un pequeño mechón de cabello le cubría la frente, liberé una de mis manos y retiré el mechón a su lugar. Su cabello se sentía tan suave que no quise separar mi mano de el y no lo hice, continúe jugando con el un poco más. Estaba tan concentra en la suavidad de su cabello que no me di cuenta que Mateo me estaba observando mientras una pequeña sonrisa se extendía por su rostro. 

- ¿Te diviertes? - preguntó juguetón 

- Estoy prisionera, tuve que ingenearmelas para no aburrirme de más.

- Lo siento - se disculpó apenado y retiro uno de sus brazos dándome la facilidad de moverme pero no lo hice.

- No, no vuelve a abrazarme - le pedí haciendo un puchero como niña pequeña. Él solo río y me volvió apegar a él. Acerque mi oído a su pecho y me dediqué a escuchar los latidos de su corazón; estaba en calma.

Se escucharon tres golpes en la puerta y no fue necesario escuchar su voz para saber de quien se trataba.

- Señorita Emily, la esperan sus padres en el comedor. - anunció Rebeca del otro lado de la puerta

- En unos instantes bajamos - le informé. 

- ¿Bajamos? - preguntó Mateo confundido después de que las pisadas de Rebeca se dejaran de oír por el pasillo 

- Así es. Desayunaremos todos juntos - confirme con una sonrisa - no creó que me castiguen por mucho tiempo - me burle 

- Eres una chica rebelde - dijo Mateo mientras se separaba un poco de mi - ¿sabes lo que te ganaste? - preguntó con una sonrisa traviesa en su rostro.

- ¡no! ¡por favor, para! - le supliqué entre carcajadas pero sus manos aún así no dejaron de hacerme cosquillas - ¡basta! - lagrimas brotaron de mis ojos, mis carcajadas se deben de oir por toda la mansión pero me importó poco, lo único que quería era librarme de las manos de Mateo 

Cómo pude levante mi pie y lo puse en su pecho y al instante él se detuvo. 

- Emily... no - dijo serio. Pero antes de que pudiera decir otra cosa empujé su pecho con demasiada fuerza provocando que cayera de la cama. El golpe seco que se escuchó después y los quejidos de dolor volvieron a hacer que soltará fuertes carcajadas.

Mateo se incorporo minutos después y me miró de mala forma, yo sólo le di mi sonrisa más inocente que pude. 

- Vamos, no hay que hacer esperar a la realeza - él me ofreció su mano y yo la tomé encantada.

- Sólo espera, me pondré otra cosa - él asintió y se sentó en la esquina de la cama para darme mi tiempo.

Entré al gran armario y cerré la puerta detrás de mi. ¿qué me pondré para un día antes de la destrucción inminente de este planeta? 

Tomé un lindo vestido que dejó al descubierto una pijama completa de lo que parece ser un panda, dejé caer el vestido y saqué la pijama. Rápidamente me desvestí y me la coloqué, me quedaba un poco grande pero era muy cómoda y suave. Me puse la capucha y unas pequeñas orejas redondas sobresalieron.

recogí el vestido y antes de guardarlo me lleve la gran sorpresa de que esta no era la única pijama de panda que tenía y convenientemente era más grande que la mía. ¿esta pijama pertenecía a el Mateo de esta dimensión? si es así yo tengo al Mateo perfecto para ponérsela.

oculte la pijama a mis espalda y salí completamente feliz del armario. 

- Te ves jodidamente adorable - dijo Mateo en cuánto me vió y yo solamente sonreí más y le mostré la segunda pijama - ¿es de mi talla? - preguntó emocionado, afirmé con la cabeza y él enseguida me la arrebato de las manos y entró al armario, provocando que soltará una carcajada.

Cuando finalmente salió con la pijama puesta y con esa hermosa sonrisa de emoción me hizo preguntarme; ¿cómo pude vivir sin él por tanto tiempo?

- Eres la cosita más tierna que he visto - reconocí - ahora hay que ir a la escuela 

- espera... ¿planeas que vayamos vestidos así a la escuela?

- ¿por qué no? 

- De acuerdo - tomó mi mano y me apresuro a salir de mi habitación, bajamos las escalera rápidamente y cuándo al fin estuvimos frente al comedor mi mamá escupió el café en cuánto nos vió y mi papá sólo sonrió ¿orgullos? 

- ¿qué hace él aquí? - preguntó exaltada mi mamá 

- Durmió aquí, ¿algún problema? - los dos nos sentamos alejados de mi mamá 

- ¡claro que hay problema! - dijo enojada 

- ¿Qué haras? ¿castigarme por dos semanas sin salir de casa? Adelante - me burle

- Por esta razón no quera que te enterarás de nada

- Por Dios mujer, se ve una esfera en el cielo casi tan grande como tú orgullo. No podrías ocultarlo mucho tiempo.

Mateo y yo solo observamos en silencio la pelea que inició entre mis padres y comenzamos a desayunar ignorandolos completamente.

En esta y otras vidas másWhere stories live. Discover now