4.-Líquido bajo la piel

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Ni la madrugada logró que la fiesta Pistilo culminara, pues harán notar lo agradecidos que están por tener otro día más para celebrar. 

Pero la celebración terminó para los reyes, ya que mañana deben amanecer con las mejores ganas para seguir reinando y consumar los prometidos que hicieron. Dirigiéndose a su alcoba entre la cima del gran árbol que lo ocupan como torre central. 

Celya saca de las brasas ardientes un biberón lleno de desbordante miel, que procede agitar para luego alimentar a la bebé que recostaron exhausta en su cuna. Mientras estos de reojo ven por las escotillas que a lo lejos, un punto azul se acercaba aún más desde lo más bajo de Yuhui. No tenían ni idea de lo que estaban viendo, hasta que este llegó a tan solo unos pasos de la ciudad, desvelando es ni más ni menos, que el rey Edán completamente solo y apresurado. A lo que rápidamente Celio ordena a las tropas que lo intercepten, pero la reina Celya ordena todo lo contrario.

—Celya Acendría, ¿Qué estás haciendo? Nos estoy protegiendo, ¿Acaso no te acuerdas de la última vez que él te puso una mano en cima? La última vez que casi agh... La última vez que casi te pierdo por culpa de ese lunático.—Murmura Celio muy alarmado.

—Pitahaya, no hay que rebajarnos a su nivel. Él sabe sobre las cosas que nos dijo e hizo, por algo estará viniendo ¿No? Cualquier persona en algún momento reflexiona y se da cuenta en lo que estuvo mal y no siempre están disponible a escucharlos, por lo que se consumen en su propia culpa. Por eso hoy nosotros seremos quienes lo escucharán y no tendremos más líos.

—Pero, ¿Y qué hay con lo que te hizo? ¿Por qué te sientes tan bie-?—Exalta Celio un tanto abrumado por lo que piensa su esposa antes de ser interrumpido por esta ultima.

—Siento que cargas con una culpa que ni siquiera es tuya. No fue tú culpa que eso me pasara. Además ¿Qué? Estoy como nueva, igual que siempre. Y eso ya pasó, ya no tengo las marcas. Lo único que busca él ahora es el perdón, que repito. Se lo daremos.—Enuncia Celya muy certera y fría a la situación.

—Ojalá estuviera tan de acuerdo como tú Celya. Cuidaré de nosotros, no quiero volver a sentir que estoy al borde de perderte en una interminable incertidumbre. Aunque en estos momentos si quieres lo intentamos, no perdemos nada. Si él quiere hablar, hablará. Y si quiere pelear, le respondemos.—Señala Celio un tanto enojado, pero se calma cuando Celya asienta lo expuesto por él y le cierra la boca con un dedo y señalando a la bebé en la cuna para que no haga más ruido.

Luego Celya guarda el biberón en su cangurera de bebé y deja a Cybille acostada en la cuna con un beso en la frente. Mientras que ambos reyes se dirigen a recibir a Edán que irrumpe en sus dominios.

Se observa a simple vista que el rey de los Turbinos traía puesto unos voluminosos y peculiares guanteletes azules, llegando con una mano alzada al cielo con la palma abierta y con la otra haciendo el signo de la paz. y Cuando logra llegar al centro de la ciudad anuncia:

—Tres largos e interminables años de tristeza y aún teniendo los problemas en el aire. Es momento de dejar atrás este atroz día del pasado. Me comporté un tanto mal con ustedes, especialmente contigo Celya... Les ofrezco este humilde obsequio para sellar la paz y solucionar nuestros inconvenientes.—Anuncia Edán sin quitar la mirada en la ya recuperada infección en el rostro de Celya.

Celya le da un amistoso codazo a Celio afirmando que ella tenía la razón. Mientras le muestra a Edán la curada zona de su cuello a gesto de burla.

Luego el Rey Turbina desciende la mano que tenía hacia el cielo, y de las nubes cae ligeramente una gigantesca burbuja opaca de agua con flores azul petróleo en su interior, que se mantiene levitando al momento de casi tocar el suelo,  y es puesta sobre la fundada fuente al centro de la ciudad para que todos la pudieran ver. 

Too green to live RelaxedWhere stories live. Discover now