7.- Dolor de corola

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Cayendo bruscamente desde aparentemente ningún lugar, una pequeña niña logra tocar suelo para después levantarse y limpiar sus rodillas. Erguida comienza a buscar algo; no sabe lo que es, pero está impaciente.

Logra ver algo a lo lejos, es la espalda de un anciano con capucha. Al acercarse, decide tironear su túnica.

—Señor, sabe si por aquí pasaron mis padr-. Le dice la pequeña pero es interrumpida por el capucha.

—Tal vez haya visto un par de sombras atravesar mi valle pero...¡No puedo con tanta tristeza, niña! Hace un momento estaba agrupando mi rebaño de ovejas, y se me acaba de perder una, la de dientes de oro, mi preferida.—Tristea el Anciano muy exagerado.

—¡No se preocupe señor! Cuente conmigo para buscarla, esa mascota suya, la "Oveja"—Relata la niña muy valiente al ayudar un desconocido y muy necia al buscar algo que ella nunca ha visto.

—Me falta buscar en un sólo lugar, acompañame a esa colina, tal vez allí esté. Luego te ayudaré a encontrar lo que tanto buscas.—Comenta el Anciano siguiendo a la pequeña por la subida de la colina mientras se apoya de su bastón tembloroso. 

La pequeña niña sube la cuesta y encuentra a la oveja solitaria. Luego trata de subir al anciano para que la vea, pero este se rehúsa y le dice que mejor ella la acerque al rebaño.

—Tu debes ser la Ovejita. Ovejita, ven conmigo, no estés asustada, ven a mis brazos.—Recita la chiquilla muy tierna y sutil. Arrodillándose y abriendo sus brazos frente la Oveja.

El animal sin ninguna expresión aparente. Pierde todo su pelaje, quedando toda su lana en el suelo y su carne rojiza al aire. La pequeña se levanta del suelo y cruza sus brazos agarrándose de sus propios codos. El herbívoro camina dos pasos sobre la niña y haciendo que ella tropiece de cola, para que luego la piel de la oveja caiga, quedando sólo su esqueleto en pie. La infante entre abre sus ojos y logra ver cómo la calavera de la Oveja brilla. El animal tenía unas pecas azules muy brillantes y en el lugar que donde debería ir su nariz se encontraba el número "8" y más abajo, por encima de los labios estaba tallado el nombre de la pequeña con el mismo tono de azul, "Cybille" decía.

Cybille horrorizada por lo que está viendo, tapa sus ojos con sus pequeñas manos. Seguidamente la Oveja desencaja su mandíbula, mostrando sus relucientes dientes dorados, abriendo un gran hocico para después engullir a la niña.

El frío del espacio lo siente a su alrededor. La muchacha aparece en un plano oscuro con luces que le parpadean muy molesto mientras desciende flotando. Respira hondo, y el exhalar cae sobre una red plateada pegajosa muy brillante, quedando inmóvil contemplando las estrellas. Siente que tiene un hoyo sobre su cabeza que está succionando pequeñas luces de colores que cuando llegan a su mollera, se convierten en flores de Azafrán. De repente, pasa frente a la nariz de Cybille una pequeñísima y hermosa estrella fugaz azul, que se devuelve al percatarse de la chica. Inmediatamente a la estrella le salen cuatro pares de patas y deja de brillar; era una araña de tonos galácticos de ojos negruzcos con colmillos sobresalientes y una brillante piedra calipso en su frente, junto con su gran trasero que tenía un peculiar número "16"  y abajo tres grandes pecas azules. La araña salta a una red al frente de Cybille y empieza a tejer constelaciones del espacio para impresionarla, pero al percatarse que la muchacha intenta escapar, se enfurece y crece hasta sobrepasar el tamaño de su adversario, para luego saltar sobre su pecho provocando que traspase las redes, haciendo caer ambas al vacío.

Por el impacto, el par de entidades se separan. La chica rápidamente se levanta para ver que todo a su alrededor es negro, pero cuando empieza a correr, ocurre un espectáculo visual, todo a su alrededor brota de flora a partir de la nada. La araña recupera la conciencia y al ver a la niña, levanta su trasero y lanza pequeñas agujas brillantes que clavan la espalda de Cybille derramando sangre que recorre toda su dorso hasta los talones. Cybille se echa de rodillas al suelo puesto que el dolor la superó. La araña abraza a la muchacha por la espalda y esta al darse vuelta para abrazarla, con su codo pasa a llevar la gema de la araña, dejando de brillar y quebrantándola en mil pedazos, haciendo que la araña cayera rendida al suelo y empiece a expulsar agua por su boca y ojos, inundando todo mientras la marea sube y Cybille se queda abajo en el fondo, quedando poca respiración.

La marea sube a tal altura que apaga el sol, dejando todo negro nuevamente, luego de la superficie caen dos gigantescas manos para hacerle soporte a Cybille, mientras asciende recupera el aliento y sus heridas van sanando.

Al llegar a la superficie, Cybille rasca sus ojos para ver que frente suyo están sus ambos padres en posición de unas estatuas gigantescas llevando consigo un collar marcando el número "21" mientras ambos le dicen "Adiós". La muchacha corre a ellos pero entre más se acercaba, más se alejaban las estatuas, Cybille rendida se queda parada y una fuerte ventolera da vuelta a la chica hacía atrás como una rueda, haciendo que golpee su cabeza, despertando de toda esa incoherencia.

La muchacha sujeta su pelo y vomita en el piso más cercano.

Luego baja con ambos pies desde la recámara, para que después la compuerta se cierre. Al tocar el suelo, pisa en montón de papeles que están botados en torno suyo, donde decide tomar un papel de tono más dorado que el resto, mientras corre con sus manos los escombros y astillas de un mueble. Cybille ve en la parte de la recámara un chaleco largo que se termina colocando para disipar el frío.

La chica explorando el sitio, llega a unas escaleras que dan con una escotilla al techo y al salir se sienta sobre la copa del árbol a observar el alba del horizonte lleno de niebla, respirando un necesario aire fresco para olvidar todo lo que recuerda de su sueño. Viendo que abajo a su alrededor está todo lleno de musgo, lleno de flores nuevas y secas azul petróleo. A lo lejos, se dispersa la niebla, y las nubes le forman a la muchacha unas flechas que direccionan a unos hombrecillos muy peculiares que están sembrando a las afueras de lo que parece ser una ciudad. Cybille saca el papel dorado de su bolsillo y ve que está marcando dirección a esos pueblerinos, era un mapa. La muchacha desciende toda la torre de donde estaba, y sin más preámbulo se embarca a su primera aventura.


Too green to live RelaxedWhere stories live. Discover now