6.-Hundirse lento

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El ambiente es terrible, la ciudad está vuelta un caos. Las élites arrasan con todo a su paso buscando a sus presas, sin tomar en cuenta los destrozos que hacen a las afueras de las casas de los inocentes Turbinas refugiados en sus moradas. Los reyes se sienten fatal puesto que es una de las primeras veces en las que están separados por mucho tiempo, y solo ambos saben la preocupación que les provoca uno a otro.

Una gran mano alza su dedo en dirección a Celya, y con la otra ordena a todos que den un paso atrás.

—Cúmulo de imbéciles, va a un lugar sin salida, yo me encargaré de ella. Es Celio por quien deben ir, él ya está "Cultivado", enciérrenlo en las afueras de la mina abandonada.—Exclama el Grandulón demasiado soberbio por querer hacer sufrir a Celio de otra forma; capturando a su prometida.

El grupito de soldados asiente al pedido del Gigante.

(La mina abandonada era un ex-centro de extracción de recursos; de gran circunferencia, profunda y con varias cavernas.)

El Corpulento procede a desenterrar una raíz de coral duro para luego encajarlo en un bloque de escombro, haciendo un mazo improvisado. Luego agarra velocidad a cuatro patas para interceptar a Celya. 

Celya de una sola mirada de reojo, se percata de que está siendo acechada. Delante de ella había una pronunciada piedra y más allá un frondoso árbol. Comenzando a marcar el paso, hace una voltereta lateral sobre el césped para luego caer y hacer presión sobre la piedra e impulsarse hasta el dichoso árbol, dónde estaba completamente oculta y solo dejó desvelar sus manos, levantando el dedo medio al gigante. Luego procede a escalar y esconderse entre las ramas.

El Grandulón con la vena muy marcada en la frente, empuña su gran mazo y con una fuerza nunca antes vista, da un golpe certero a la costilla del árbol,  torciéndolo, dejándolo casi sin hojas y haciendo que se libere sabia de éste a todos lados; dejando todo muy pegajoso. 

Las ramas caen y caen, el gigante ansioso sólo esperaba ver caer a Celya para darle un batazo. Cae ligeramente el moño de Celya hasta casi tocar el suelo. El gigante al levantar la mirada recibe una gran bola de sabia y el codo de Celya que termina deformando su cara, para luego agacharse y recoger su listón del suelo. Sumándole que cae la gran rama donde ella estaba, quedando encima de la gran piedra como un balancín.

El Corpulento mueve su mazo bruscamente de forma aleatoria por su ceguera y logra acertar en la mano de Celya, rompiéndosela y pasando a llevar su ropaje, quedando pegado en el mazo y dejándola recostada en la parte inferior del subibaja con un leve pitido en los oídos.

El Gigante se arranca hasta las cejas cuando se saca la sabia impregnada en su rostro, con tal de no perder de vista a su oponente. Ve a Celya moribunda en el suelo, y comienza acercar su mano para llevarla con el rey, pero Celya haciendo una rápida voltereta hacia atrás, hace que el balancín ejerza tanta fuerza de un extremo que el otro se subió violentamente golpeando el mentón del Gigante, dejándolo mareado y haciendo que el cuerpo de este caiga al balancín, provocando que el otro extremo se alce, logrando que Celya tomando este impulso pueda caer de forma impecable quede sobre el tejado del gran muro que impedía su escape.

El Grandulón despierta todo eufórico con una respiración entrecortada, todo el mentón roto, y la mirada fija en Celya. Toma el mazo y con rabia lo lanza contra el muro, quedando encajado en él, haciendo que se desmorone. Mientras Celya se aferra a lo que queda del muro. El soldado al ir a retirarlo, de forma imprevista, desde el centro del reino suena un cuerno, acudiendo la presencia de todos los soldados a la plaza central. El Gigante sabiendo las consecuencias que tiene el no asistir, se conforma con lanzar un escupo en la frente a Celya mientras le devuelve el anterior gesto con el dedo del medio.

Too green to live RelaxedTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon