¿Azul o Negro?

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—¡Juliana! ¿Dónde pusiste mis medias de pandas rosas!—Dijo Valentina un tanto estresada, llevaba buscando esas medias por casi diez minutos.

—¡Por décima vez te digo que no se donde TÚ las dejaste!—Replicó Juliana de la misma forma que su novia, solo que la morena no se preparaba para ir a la universidad, ella se quedaría hoy en el departamento pintando su estudio de música.

—¡Amor, tú las tenías ayer!—En ese instante la morena recordó donde estaban las medias.

—¡En nuestra habitación en el cajón izquierdo de la cómoda negra!—Lavó sus manos con un poco de agua que tenía en un platón.

—Juliana...acá no están—Su novia la miro con reproche y dijo.

—Si voy yo y las encuentro, que te hago Valentina?—Miró a la ojiazul con seriedad, camino hasta la habitación pasando por el pasillo que una semana atrás Juliana y Valentina decoraron, entró a la habitación que compartían, abrió el cajón izquierdo y ahí estaban las medias de ositos rosas de pandas, la ojiazul estaba reposada en el marco de la puerta con una cara de asombro que se podía notar desde un país a otro, Juliana la miró de forma pensativa.—Tengo el perfecto castigo por ser tan...como decirlo, despistada?—.

—¿A si, qué piensas hacer al respecto?—Vaciló Valentina, Juliana camino hasta ella con pasos firmes hasta quedar delante de ella, con su mano izquierda tomó su cuello y la atrajo hasta ella con el fin de matarla con un beso, sus labios eran hechos a la medida, como si fueran medidos a la perfección, la morena dominaba el beso, Valentina dejó que su novia la explorara con su lengua, una chispa en su abdomen bajo se activó haciendo fuego, como ella lo llamaba, se expandiera en su cuerpo, generando con él la razón de su humedad entre sus piernas, quería tener a la morena dentro de ella y amarla como siempre lo ha hecho, la deseaba.

Se separaron por falta de aire, dejando así a una Valentina húmeda, excitada y con sus mejillas sonrojadas, la morena había cumplido su objetivo, pero quería castigarla más. Con rapidez llevó su mano hasta el broche del pantalón de su novia y lo quitó dejando así una apertura para poder meter su mano, cosa que hizo al instante, Valentina soltó un jadeo de sorpresa y miró a Juliana de forma suplicante, metió dos dedos con rapidez en Valentina causándole un gemido ronco que Juliana pudo deleitar con gusto, se podía venir con tan solo escucharla, acto seguido tocó su clítoris y hizo círculos en este.

—Maldita seas Juliana, me voy a venir, no te detengas...—Suplicó con un gemido, pero Juliana no quería que se viniera tan fácil ni quería hacerla venir, sacó su mano del pantalón y miró a Valentina que tenía los ojos cerrados y sus labios entreabiertos, la miró desconcertada, Juliana se acercó a ella y le dio un beso casto, y así salió de la habitación para seguir con su trabajo, pero antes de salir dijo.

—¡No te masturbes! Lo sabré si lo haces— Y se fue.

—Maldita la hora en la que me vine a enamorar de ti, agh!—Dijo Valentina justo antes de salir del departamento, Juliana solo rió y siguió con su trabajo.

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—¿Te pasa algo Valentina?—Preguntó Camila mientras caminaban por los pasillos para ir directo al auditorio.

—Juliana...eso es lo que pasa, es que ella...olvídalo cosas de pareja—musito un tanto estresada, la verdad es que Juliana si la había hecho enojar, lo que no sabía la morena es que Valentina no se quedaría de brazos cruzados.

—Me sucede...con Lauren, a veces hace o me hace cosas que realmente pueden llegar a estresarte si no las terminan, lo supe por tu cara de no haber tenido un buen revolcón—Rió a carcajadas con una barra de granola en su mano.

Candente (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora