XV. La Jarra de Sauce

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Se sentó en la barandilla de madera y dejó los pies colgando sobre el inmenso vacío que se abría bajo ellos. Los meneó despreocupadamente haciendo caso omiso del centenar de metros que los separaban del suelo.

Se habían perdido y habían optado por subirse a una de las raíces del Gran Árbol que creaba un inmenso arco que era usado como puente. Muy por debajo de ellos transcurría tranquilo uno de los numerosos canales que repartían agua corriente a toda Ezestria. Una vez en el punto más elevado del puente se detuvieron para recuperar el aliento. 

-Menos mal que conocías Ezestria como la palma de tu mano- comentó Kya, burlona.

Sazz, que no se encontraba tan cómodo en las alturas como ella y había decidido simplemente apoyar los codos en la barandilla, jadeaba a su lado.

-Es que hacía años que no venía- se excusó el chico, fingiendo sentirse ofendido.

Una risita juguetona se escapó de los labios de Kya al mismo tiempo que le daba un codazo.

-A ver si vas a caerte con la tontería- le advirtió el.

Ella miró hacia abajo sin miedo. Le gustaba el cosquilleo que sentía en el estómago al encontrarse a tanta altura.

-Bah, lo dudo.

Oyó a su amigo reírse mientras miraba también hacia abajo, pero su risa se congeló en su garganta y apartó rápidamente la mirada. A Kya le hizo mucha gracia.

-¿Al valeroso Sazz le dan miedo las alturas?

-Al valeroso Sazz- replicó él, frunciendo el ceño- no le da miedo nada.

-Bien, supongo que entonces no hay ningún problema en que haga esto- dijo ella, dirstraidamente, al mismo tiempo que se levantaba de un salto sobre el pasamanos. Era ágil y su equilibrio era perfecto, estaba en su salsa.

Sazz palideció.

-Bájate de ahí ahora mismo.- le ordenó, muy agitado de repente.

Kya estalló en carcajadas al ver la expresión en su rostro y se dobló sobre sí misma, agarrándose el estómago.

-Tendrías que verte la cara -dijo aún con una risa residual que no terminaba de desvanecerse del todo, al mismo tiempo que se enjuagaba una lágrima.

Sazz la agarró por las piernas, de modo que Kya parecía un saco sobre su hombro y la depositó en el suelo con la facilidad de alguien que levanta una pluma. Estaba tan delgada que no le supuso ningún problema. 

El chico hizo como si se sacudiera el polvo de las manos y recuperó su actitud teatral.

-Que a mi no me de miedo no significa que quiera que te mates haciendo el idiota -se llevó la mano al pecho con aire solemne.

Kya puso los ojos en blanco y sopló para apartar un mechón rebelde que colgaba por delante de sus ojos. Apoyó las manos sobre las caderas.

-Fantasma -le espetó.

Esta vez fue Sazz el que se carcajeó. Unos hoyuelos se formaban en sus mejillas cada vez que se reía.

Decidieron retomar la marcha. Se habían propuesto encontrar la Academia ese día. Dayle les había dado indicaciones pacientemente, pero Kya las había olvidado apenas unos segundos después y Sazz no era tan bueno orientándose como decía. 

Kya levantó la mirada hacia arriba, hacia la copa de  un millar de colores del Árbol de los Cinco. Esto no pasó desapercibido para el chico Syyala.

-Hay quienes dicen que desde la copa se ve el mundo entero.-comentó.

-Sinceramente, dudo que el mundo sea tan pequeño.-respondió ella, sin desviar su mirada.

Fox TearsWhere stories live. Discover now