XI. Los Puentes de Hepdare.

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Pese al cansancio físico y emocional, pese al clima adverso y lo austero del camino, se las apañaron para llegar a la frontera. Desde el incidente de la trampa habían tenido que viajar con pies de plomo con tal de no sufrir el mismo destino que Dart, atentos  en todo momento para no caer en ninguna otra trampa.

Durante el trayecto, la mente de Kya, que ya de por sí era un hervidero de preguntas. había generado un buen puñado de nuevas cuestiones. ¿Por qué Azor se tomaba tantas molestias con tal de escoltarla hasta Ezestria? Hasta entonces solo había supuesto que el cazador escondía un enorme corazón tras esa fachada de asesino, pero tras la muerte de su querido corcel y con lo peligroso e intrincado que se había vuelto el camino le sorprendía enormemente que siguiese a su lado. 

No osó preguntarle al respecto, sin embargo. No le parecía un buen momento. La suya era una curiosidad insaciable, pero una de las cosas que había aprendido de el era que dispararle preguntas indiscriminadamente era contraproducente, pues él aclaraba algunas de sus dudas, pero las justas y necesarias. Había aprendido pues, cuando y que preguntar, y, ni era un buen momento, ni era una buena pregunta con toda seguridad.

Ante ellos fluía violentamente un enorme y caudaloso río que poco tenía que ver con el pacífico y manso afluente que acogía en su ribera el único pueblo que hasta el momento había tenido la oportunidad de conocer. El estrepitoso rugir de las aguas le hizo darse cuenta de lo lejos que quedaban los días en los que Tack y ella se refrescaban y jugaban en la orilla, disfrutando de la compañía del otro y sin preocupaciones. 

La voz de Azor la sacó del frasco de melancolía en la que había quedado momentáneamente atrapada.

-El río Hepdare.-anunció- Ya es caudaloso y peligroso de por sí. Estos últimos días de lluvia lo han empeorado.

Recordó la explicación que el cazador le dio tiempo atrás. El río Hepdare era la frontera natural que separaba el territorio mágico del humano. Su nacimiento se encontraba muy al norte, en las tierras gélidas más allá de Holmir, justo en los confines del continente de Tau, el lugar que abarcaba las tierras enfrentadas de ambos bandos. Gran parte de los ríos que surcaban el continente eran en realidad afluentes del Hepdare, por lo que era comúnmente conocido como el Río Vida, pues llevaba agua y abundancia a todos los rincones de Tau.

Viéndolo de cerca, no daba la impresión de que concediese precisamente vida. Era demasiado ancho como para tan siquiera plantearse el cruzar a nado y, si alguien era suficientemente necio como para adentrarse en sus aguas, las fuertes corrientes acabarían con su vida en cuestión de minutos. Eso, si no tenías la buena fortuna de golpearte contra alguna de las peligrosas rocas del fondo. Entonces tu sufrimiento duraría bien poco.

Kya observó con un creciente respeto la brusquedad con la que el agua rompía contra la orilla. Se sentía insegura incluso desde la estabilidad que le concedía la tierra firme.

-¿Como cruzaremos?- quiso saber la joven.

-Por uno de los puentes.-explicó- hay bastantes y la mayoría están vigilados por cazadores o mágicos que se encargan de que la frontera sea infranqueable, los que no lo están es por que están en demasiado mal estado. Posiblemente los puentes de Hepdare son los únicos lugares en los que los tuyos y los míos se ponen de acuerdo en algo.-esto último lo dijo con un tinte de amargura en la voz.

Kya seguía con la mirada clavada en el fuerte caudal, tratando de imaginarse que le ocurriría si trastabillase en un descuido y se precipitase al agua. Prefirió alejar aquellos sombríos pensamientos de su mente con una enérgica sacudida de cabeza y se dirigió nuevamente a su compañero.

-Pero entonces no van a dejarnos pasar.

Azor esbozó una media sonrisa. Esta carecía de alegría, pero era el gesto más cálido que lo había visto hacer desde la muerte de su montura.

Fox TearsWhere stories live. Discover now