Inesperado.

356 47 9
                                    

Dios apareció un día en la puerta del bunker, contra todo pronóstico. Gabriel había insistido, hasta el punto de amenazar Chuck con seguir los mismos pasos de Lucifer y destruir su creación. No había muchas opciones para Dios, y terminó aceptando intentar ayudar a Cas.

También creyó que él estaba bien, y no era algo tan malo, pero de nuevo la realidad pegaba fuerte a quien se esconde de ella.

Sam guió a Chuck hasta el lugar y Dean le advirtió que tal vez no era una buena idea.

Castiel había vuelto a encerrarse en su habitación, sintiéndose indigno hasta de la luz de una lámpara. La puerta abierta permitió la entrada de la luz del pasillo, que dio de lleno en la cara del ángel. Bajo la piel humana, Dios podía ver las heridas dispersas por todo el ser celestial. Y sus alas. Sus alas inexistentes ahora. Sintió el dolor en los ojos de Castiel en cuanto sus celestes se elevaron para mirarle.

- Vete.- Ordeno sin más.

La piedad inundo al mayor, y se acercó, ignorando el pedido del ángel. Pero Castiel ya no bajaría la cabeza, no le temería, no se rendiría ante su divinidad. Los ojos furiosos se enfrentaron al que intentaba acercarse como inocente, pero Castiel ya lo había crucificado.

- ¡Dije Vete! – Gritó.

Chuck abandono su deseo de caminar hacia él. Pero no se iría, había venido por una razón y ahora deseaba ayudar.

- Hijo...

- ¡Yo no soy tu hijo!

En algún punto las lágrimas desbordaron de imprevisto.

- Creí en ti, confié en ti, lo hice todo por ti... - Reprocho, con la mirada nublada. – Y me dejaste solo como siempre... - Limpio sus lágrimas con el brazo que dolía. – Tú no eres mi padre.

El silencio no mejoro el ambiente, solo resalto los sollozos del morocho. Ahora Sam y Dean miraban desde la puerta, asegurándose de intervenir si fuese necesario.

- Castiel, por favor... - Fue interrumpido.

- ¡¿Por favor?! "Por favor" te suplicaba yo en esa jaula desangrándome y creyendo que vendrías a por mí.

- Lo se... - Se rindió Chuck.

Dios le había escuchado, día tras día. Sus suplicas se elevaban por encima de todo rezo, por encima del silencio que Chuck deseaba tener. Pero aun así, no acudió a su llamado. Castiel siempre salía de los problemas solo, y usualmente victorioso, aunque le costara un par de pérdidas. Cas era su ángel prodigio, el independiente, el que había desistido de su guía hace tiempo. Dios creía que su ángel era indestructible. Pero no fue así... Solo ahora, mirándole a los ojos cubiertos de lágrimas, podía ver cuán destrozado estaba.

Dean puso una mano en el hombro de Dios para pedirle que se retirara, obedeció. Jack entro inmediatamente, abrazando a su padre justo después de cerrar la puerta.

Gabriel los esperaba en la sala, con cara de pocos amigos al haber escuchado los reclamos de su hermano menor. Chuck no sabía bien que esperaba, había pasado demasiado tiempo, y las heridas de la vida de Castiel ya estaban infectadas.

- ¿Qué se supone que haga sino me perdona? – Interrogo a su hijo, ante su desaprobación.

- No se trata de ti. – Reprendió. – Solo quiero que le devuelvas las jodidas alas, no me interesa si te perdona o no.

Gabriel se marchó, dejando a Chuck con la palabra en la boca. El arcángel necesitaba convencer a Cas de que solo tenía que ver la cara de su padre un minuto y luego podría odiarlo cuanto quisiese.

Toco dos veces y entró. Jack aún estaba abrazado al ángel como si se le fuese a escapar. Al ver a su hermano mayor, Cas le pidió al nephilim que se retirara, podría volver después.

- ¿Cómo vas? – Interrogo, a la vez que se sentaba en la orilla de la cama.

- ¿Por qué lo trajiste?

No debió, y no se trataba de arreglar relaciones o recomponer errores. Era sobre sus alas, y Gabriel haría lo que fuese para quitar esa mirada melancólica y depresiva de los bonitos ojos de su hermano.

- Puede ayudarte. –

- No lo necesito. – El nudo en su garganta retornaba.

Orgullo. Gabriel era orgulloso también, pero este caso requería dejar esa mierda de lado. Requería cerrar los ojos e intentar recibir ayuda de alguien que jamás les había ayudado.

- Pero necesito que lo intentes.

Puede que Gabe se hubiese portado mal con Cas en algún momento. Puede que fuese inmaduro y le costara tomar en serio al ángel. Pero la hermandad aún estaba allí, en su interior se amaban aun. Castiel era la debilidad de Gabriel, y Gabriel era la debilidad de Castiel. 

Padre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora