6.- Pérdida amarga

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La mañana transcurrió tranquila en el trabajo. Todo estuvo en orden. Los alumnos me acogieron muy bien; la verdad, no parece una clase muy problemática. Ese era mi mayor miedo cuando entré por la puerta del aula. Lo normal, hablan un poco, pero nada que no se pueda solucionar con unos golpes de atención en la mesa.

Ya era hora de volver a casa. Estaba cansada; pero era un cansancio de felicidad. Porque es lo que me gusta hacer, ser profesora, y encima aquí en Corea. Pero, hay algo que me ronda la cabeza y me impide ser completamente feliz... Este estilo de vida, no es para mí. No me veo viviendo aquí toda mi vida... Además, estoy muy lejos de mi familia, pero eso es lo de menos. Los amo, pero ya soy mayor y tengo que ser independiente, vivir mi vida. Supongo, que mi estancia en este país será algo temporal, y eso es lo que me entristece... Me gusta estar en Corea, pero... no para siempre.

Me di cuenta de que había llegado a mi plaza de aparcamiento cuando oí un claxon a lo lejos. Miré a mi alrededor extrañada. Uff... podía haber tenido un encontronazo con algún coche que hubiera salido de su estacionamiento. No se puede ir tan embobado por la calle, hay que estar atento.

Saqué las llaves de mi bolso y abrí el vehículo. Arranqué y salí de allí. Llegué a casa y me tumbé en el sofá, dejando en el camino todas mis cosas. Estaba en mis pensamientos cuando la melodía de una llamada entrante llenó la habitación. Me acerqué corriendo y pegué el móvil a mi oreja.

-¿Hola? Sí, ¿qué pasa? ¿Qué...? No, dime que no es verdad... ¿P-pero cuándo? Vale... Adiós... Sí, este sábado estoy allí...

Cuando me lo contaron sentí el frío de una hoja de acero en las entrañas, me apoyé contra el muro, y un instante la conciencia perdí de donde estaba.

Esos versos de Bécquer resumían perfectamente mi estado actual. Todo mi mundo se desvaneció. Mi abuela... ya no estaba, y yo estaba en la otra punta del mundo. No pude estar con ella en ese momento...

Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.

Caí sobre mis rodillas y comencé a llorar desconsoladamente. No podía dejar de pensar en esos versos de la elegía de Miguel Hernández dedicada a su amigo que murió cuando no le tocaba.

Me negaba, me cerraba en banda. No, ella no... Encima, yo, aquí... Más lloraba. Jamás me perdonaré no haber estado ahí... Sé que habría sido más duro, pero mayor es mi dolor ahora.

Devastada. Desolada. Afligida. Magullada. Perdida. Destrozada. Todo adjetivo se queda corto para expresar cómo me encuentro en estos momentos. Una tonelada de desconsuelo, de incertidumbre se va apoderando lentamente de todo mi ser...

Justo pensaba que mi alma estaba a punto de abandonar mi cuerpo, cuando llamaron a la puerta. Miré en dirección a ella y pensé qué hacer. Puede que sea algún vecino alarmado por mis llantos y golpes (tiré algunas cosas en mi arrebato de culpabilidad).

No muy decidida, me miré en el espejo que está al lado de la puerta principal. Tenía los ojos muy hinchados y el maquillaje... bueno, ya os lo podéis imaginar. Tomé el picaporte y lentamente lo giré.

-¿Qué te ha pasado Rox...?

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Perdón por no subir el fin de semana, tuve complicaciones -.-"

Pero de todos modos, hoy era fiesta nacional y pude terminar el cap ^^

Votad y comentad porfiiii :D

Besoos xx Saranghae~ <3

Llamadme loca «BTS Fanfic»Where stories live. Discover now