33. ¿Si Lobo es Aquiles..., Ivanna es Helena y yo Paris? ¿Y Marinaro quién es?

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Dedicado a AleLaHydra c: 

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33. ¿Si Lobo es Aquiles..., Ivanna es Helena y yo Paris? ¿Y Marinaro quién es?

—Olvidé que debía informar al señor Rodwell —susurro a modo de que solo Ivanna me escuche—. ¿Crees que alguno de los presentes pudo informarle que estuvimos ahí?

—Mejor no correr riesgos —contesta ella todavía pendiente de las reacciones de otros—. En cuanto de por terminada la reunión, acércate a él y dile que otra vez te hice dejar el teléfono en el coche, y que realmente no fuiste testigo de algo que valiera la pena informar, que yo nunca hablé de firmas de contratos.

—¿Y si alguien me vio entre...?

—El círculo de amigos de Becker no es el mismo que el de Rodwell, de ser así no hubiera sido difícil conseguir esa cuenta. Asumimos que le dijeron algo solo por precaución. Relájate.

«Relájate».

De acuerdo.

Al empezar a salir todos de la sala me pongo de pie y camino hacia donde se encuentra el señor Rodwell.

—Señor, Rodwell —lo llamo antes de que se retire.

—Luca, muchacho —me saluda él, más serio que de costumbre. Mi temor aumenta. ¿Me despedirá? Lo merezco siendo sincero.

—Señor Rodwell —repito, procurando mantener un tono de voz neutro—, anoche Ivanna y yo estuvimos en otra cena con los Becker y quise enviarle un mensaje pero ella otra vez me obligó a dejar el móvil en el coche. Después salimos tarde y no quise molestar —lo miro directo a los ojos pese a que su expresión no me dice nada. ¿Me cree? ¿Está molesto?—. No pensé que sí firmara el contrato. Soy pésimo con esto... Entenderé si quiere echarme —agrego para en verdad parecer apenado.

Y de esa manera juego con mi suerte, sin embargo él resta importancia a ese último comentario y vuelve a mostrarse amistoso.

—Como ya te dije una vez: nadie dijo que sería fácil trabajar con Ivanna y ya es un avance que te dejara acompañarla a una cena pese a que ella te lo haga ver como una obligación. De cualquier modo, espiar con quien se reúne no es lo único que necesito que hagas —explica, haciéndome caminar a su lado. Ya casi nadie está en la sala.

—¿No?

Afuera, mientras el resto de empleados la mira con terror, Ivanna se vanagloria al hablar con dos ejecutivos sobre la firma del contrato. Ya se corrió la voz de que ahora lleva la delantera y nadie, excepto ella, parece contento.

—¿Ves por qué no debe ganar? —me dice Rodwell—. Hace sentir incómodos al resto de empleados. En Doble R el ambiente de trabajo es importante, Luca; somos una familia... y mírala cómo se comporta solo porque ahora lleva la delantera.

—Lobo hace lo mismo cada semana —le recuerdo—, se pavonea por todo el quinto piso una vez lo declaran primer lugar y nadie dice nada.

—Porque la gente confía en Marcelo —lo defiende Rodwell—. Aun así, tienes razón, él también debería ser más humilde. Se lo haré ver.

Solo trato de ser justo con Ivanna.

—Y gracias por tu honestidad. ¿Ves cómo si eres un elemento valioso?

Un comentario que solo me hace sentir culpable.

—¿Leíste «La odisea»? —pregunta a continuación.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora