26. Una rodilla en el suelo

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Continuamos dónde nos quedamos 👀

Capítulo dedicado a kelvin_josu4 por ser mejor comentario del capítulo anterior y defender a Ivanna. Ella te da estrellita, Kelvin 😊🌟

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26. Una rodilla en el suelo

En cuanto mis dedos vuelven a tocar su piel, una corriente eléctrica me recorre y la anticipación, una vez más, se hace cargo de mi ya malsano sistema nervioso.

Bajo el cierre de su vestido hasta donde termina su espalda y en seguida, contando uno por uno sus lunares, subo otra vez a sus hombros rozando su piel con mis nudillos. Ahí tomo los tirantes y los dejo caer al mismo tiempo que mis manos recorren sus brazos. De esa manera, el vestido termina de caer por completo al piso.

Quise hacer esto desde que me pidió ayudarle con la blusa.

Ahora Ivanna, aunque de espalda, está frente a mi desnuda. 

Para terminar con broche de oro, y como si necesitara verse más hermosa, lleva sus manos hasta su cabello, lo desata y lo deja caer en olas.

A continuación, se voltea y toma asiento en la cama con la sensualidad y seguridad que le caracteriza. Y quiero verla solo a los ojos, pero es imposible, la belleza de su desnudez es demasiado para mí y parece entenderlo.

Sus senos de aureolas rosáceas es lo que más acapara mi vista. No son rígidos, debido a su generoso tamaño caen ligeramente, sin restricciones, y sobresalen del resto de su cuerpo. Humildemente me pregunto, ¿además de las bragas podría darme un sujetador?

—No tienes que decir nada —dice—. Tienes toda la noche para demostrarme cuánto te gusta lo que ves.

No tiene que obligarme.

Me veo y yo todavía tengo la ropa puesta. Por lo que, con ella mirándome, me quito la corbata, me saco torpemente la camisa del pantalón y la desabotono de abajo para arriba.

Cuando llego al cinturón la miro con duda.

—Sí, yo de nuevo —dice y se inclina hacia adelante para otra vez desabrocharlo ella misma.

Me gusta ver la expresión en su cara mientras lo hace, hincha mi pecho de orgullo darme cuenta que también siente ansias.

—Ya listo —deduce al ver el bulto que sobresale en mi entrepierna.

No digo nada. No puedo hablar, caray. Las palabras de cualquier modo sobran. El Sinhueso ha hecho su entrada triunfal y ella lo acaricia por encima de la tela, luego deja caer los pantalones y detrás de estos los calzoncillos.

Lucalicious —susurra entretanto y solo puedo imaginar distintos tonos de rojo saltar a mi cara—. ¿Por qué la inquietud? Es un halago —aclara, indicando que también me quite los calcetines y los zapatos.

Halago o no, en definitiva no tengo la misma seguridad que ella.

—¿Y por qué actúas como si te fuera a doler? —pregunta divertida y, avergonzado, busco una respuesta aleatoria.

—¿Estoy esperando a que saques tu látigo?

Eso es mitad cierto. Ivanna Rojo una mujer que impone y no la imagino dejándose someter. Que siempre tome la iniciativa me da una idea de cómo prefiere tratar y ser tratada... creo.

—¿Piensas que soy una especie de dominatriz? —pregunta, ahogando una risa.

—No tanto así, pero...

¿Le estoy dando ideas?

—Y que me gustan los hombres en sumisión.

—Bueno...

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora