38. La cuenta atras

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- Tienes que venir Bella, es por tu proteccion -dijo el clavandome la mirada y asentí lentamente.- Sigueme, te lo explico por el camino.

Fuera del palacio la noche no era tan oscura, y el aire se respiraba puro y fresco, como se suponia que tenia que ser siempre. Note que aqui hacia mas frio, muchisimo mas frio, y una mullida capa blanca que lo cubria todo no ayudaba. Me aterró la idea de que esta seria mi proxima sensacion durante bastante tiempo. Cayo caminaba rapido por las sombras de Volterra tirando de mi mano, pero con un destello de luz pude ver algo brillar en su pecho. Parecia una especie de medalla, una cinta de raso negro brillante y colgando de ella una especie de estrella de David, como la de los judios, plateada dentro de un circulo.

Pasamos por las peores y mas oscuras tabernas de Italia, dirigiendos a quien sabe donde, pero por habernos escapado de los Vulturis y pasar por estos lugares, nada bueno, definitivamente.

Entramos en una zona industrial de fabricas abandonadas donde cualquier puerta podria ser perfectamente un prostibulo. Cayo se dirigió con paso seguro y recto hacia un muro. Y ahora que?

- Cayo, no me gustan los prostibulos... -le dije en un susurro y el me mandó a cayar con un shhh.

Empezó a pasar sus manos por el liso muro buscando algo con el tacto. Se había vuelto loco. De repente la purta de la taberna frente a nosotros se abrio iluminando todos los muros. Un hombre alto y fornido de piel olivacea tiró, literalmente, a otro hombre aparentemente borracho en la calle y se nos quedó mirando. Cayo se puso frente a mi, dejando mi espalda en contacto del helado muro, pasando su mano por mi nuca y apretando mucho los ojos me besó. No se movió solo se quedo ahi parado mientras yo abria mucho los ojos. El hombre volvio a entrar en la taberna y Cayo se separó.

- Que...? -empece a decir per me interrumpio mientras rapidamente seguia palpando el muro.

- Es peligroso, hueles demasiado bien, deberias usar mas del perfume antiolor ese... -dijo mientras palpaba el muro apretando la mandibula, ahora sus ojos parecia mucho mas rojos y brillantes, justo como antes de atacar a su presa.- Lo encontré... ven, toca esto.

Cogio mi mano extrendida y la pasó por el suave muro. Inicialmente no noté nada, era perfectamente liso, pero en una zona habia una endidura como si estuviera tallada, pero era demasiado perfecta para ser echa a mano o incluso a maquina, era perfecta.

Cayo cogió su colgante y colocó la medalla justo encima de la endidura, quedando completamente pegada. Derrepente por arte de magia el muro comenzó a convertirse en una niebla negra justo en esa zona, creando la forma de una puerta. Me tomó de la mano para que no tuviera miedo, quitó la medalla y entramos en la niebla.

Al siguiente pasi estabamos dentro de una sala, grande no, grandisima. Llena de mesa donde lo que parecian ser vampiros jugaban a todo tipo de juegos de cartas, habia mesas de billar y una zona llena de estanterias con libros y gente leyendo en las mesas. En el aire habia una espesa capa de humo, mucho humo, vampiros fumando... La primera vez que lo veo y apenas podia respirar bien. Nadie miraba en nuestra direccion. Cayo se dirigió hacia el fondo del pasillo y llamó a una puerta, esta se abrió y me escondí detras suya, agarrandome a su capa de terciopelo negra.

La oficina era cuadrada y con las paredes llenas de osxuras eatanterias de madera llenas a revisar de libros, en el centro un escritorio de madera de ebano pura. Nada que destacar aparte de muchisimos ficheros antiguos de papel amarillento en una de las tablas de estanterias.

- Hola Caius! -se escuhó una voz grave decir si antiguo nombre demasiado alegre para el ambiente en el que estabamos.- Que te trae por aqui viejo amigo? Hace tiempo que no te pasas.

- Hola Braidius, -pude notar en su voz que estaba sonriendo y su postura era relajada.- vengo a traerte a una persona.

- Genial! Si la traes tu seguro que es buena gente, bueno, dejame verlo... -dijo y creo que miró hacia la puerta esperando a que pasara alguien.

- Bella, este es Braidius, el es quien me convirtió antes de que murira, es mi tio -dijo mientras me sacaba de detras de el.

- Una mujer? Has traido a una mujer y no la han violado al entrar? Impresionante -dijo sonriendome orgulloso. Caius era sobrino de este hombre? No se parecen en nada, aunque no tienen porque.

- Isabella, un placer -dije mientras le daba mia mano que temblaba tanto como mi voz.

- Braidius, el places es mio -sonrió.

Cuando tocó mi mano se sorprendió de algo a lo que yo ya estaba acostumbrada, su helada mano ardió en contacto con mi mano. Frunció mucho el ceño y se apartó hacia atras con sus ojos rojos brillando, parecia que iba a matar a Cayo en cualquier momento.

- Una humana?Me has traido una humana?! -dijo su tio sin poder comprenderlo.

- Hibrida, te corrijo -dijo Cayo.

- Enserio? Te has topado con una hibrida? Eso es muy dificil! -dijo ahora muy orgulloso de su sobrino. Este hombre cambia mucho.

- Ya no una normal, es de clase A -dijo Cayo mientras le contaba emocionado.

Braidius soltó una carcajada divertido y dijo: Eso es un mito, hijo.

- Si que lo soy -le dije entornando la mirada, observandolo.

- Claro que si, hermosura -dijo el asintiendo dandome la razon, sin creerme, claro.- Para empezar tienes que tener dones impresionantes, oler exageradamente bien, y por lo general, ser simplemente diferente. Y sinceramente, aparentas como una dibil humana...

- Debil humana, creo que te estas pasando tio... -dijo Cayo sonriendo esperando lo que el sabia que iba a pasar.

- Si venga... -dijo girandose incredulo.

En rapido movimiento salté por encima suya, me planté delante suya, me deslizo por abajo, doy una voltereta en el aire y aterrido apoyada sobre sus hombros, apretando mi brazo alrededor de su cueyo mientras el maldecia.

- Tres dones: escudo, leer mentes, espejo. Entrenadora del mejor grupo de la guardia, tanto en batalla como en dones. Puedo matar a un vampiro en menos de ocho segundos. Lo ultimo que soy, es una debil y corriente humana -le dije, apreté su cuello por ultima vez y me bajé para volverme al lado de Cayo.

Sonrió orgulloso y yo me arreglé la ropa con el ceño fruncido.

- De acuerdo, te creo -dijo el hombre alto de pelo oscuro.- No me judgues, nunca habia visto a ninguno... -dijo haciendo una mueca.

- Los Vulturis quieren matarla y va a escaparse, necesito que si esta en extremo peligro pueda refugiarse en alguna de las hermandades - le pidió Cayo.

Braidius asintió y mie tras buscaba algo me fue explicando: -A ver, nosotros somos una sociedad de vampiros muy antigua que creamos, no al estilo de los Vulturis, no queriamos peleas, solo convivir en paz, pero sin llegar a ser un clan, no se si me entiendes... -dijo mientras abria unos cajones de su escritorio.- Somos como los Masones humanos, pero en vampiros -dijo alzando los hombros.

Cuando sacó del cajon la mano traia agarrada en ella una cinta de raso negra brillante con el mismo colgante de Cayo, una estrella de David dentro de un circulo.

- Mas o menos siempre estamos en las zonas de tabernas. Se que en muchas ahi una puerta de madera solida con este mismo simbolo encima, la endidura esta en la puerta, las esncontraras sin dificultades.- suspiró.- Algo mas?

- No, muchisimas gracias tio... -dijo mientras salia por la puerta, yo delante.

- Espero verte pronto, Caius! -dijo con cariño.

Esa misma noche en la cama, cuando me senti lo minimamente relajada para poder dormir unas horas tome el colgante entre mis dedos e intenté imaginar como una sociedad tan misteriosa y sorprendente pudo crearse durante los años mas duros y exigentes de los Vulturis.

Eres extraña (Edward y Bella)Where stories live. Discover now