Capítulo 9

585 42 33
                                    

Sebastián

¡Maldición, soy un idiota! ¡Dejé que la rabia y los celos me dominaran y, ahora, Dulce me ha visto como realmente soy. Ese no era el plan. Debí de haberme tranquilizado y manipularle con mis palabras para volver a engatuzarla, pero hice todo lo contrario. ¡Soy un imbécil! Ahora tengo que buscar la forma de solucionar esto. Necesito que Dulce vuelva a verme como el hombre bueno que creía que conocer. Y ya se me ocurrirá la forma de lograrlo. Dulce volverá a ser mía, cuésteme lo que me cueste.

No puedo permitir que ese imbécil se quede con todo lo que debería ser para mí. Quiero verlo hundido en la miseria y el dolor. Y no voy a descansar hasta lograrlo. Lo dejaré en un estado tal de desesperación, que deseará morirse y no haber nacido. Sonrío tanto al pensar ya en todas las cosas que puedo hacer para lograrlo. ¡Ay Christopher, no sabes todo lo que te espera! Vas a sufrir en carne propia todo lo que yo he sufrido y peor. Si la vida se ha ensañado conmigo, entonces yo me ensañaré contigo. Y tú, Dulce, pagarás muy caro tu rechazo. Aunque volvieras a ser mía, te haré pagar por escogerlo a él antes que a mí. Te arrepentirás de haberte quedado con él y no conmigo. ¡Lo juro!

Sigo pensando en las miles de cosas que puedo hacer para destruirlo, hasta que escucho mi teléfono sonar. Cuando lo tomo, puedo ver que es Christopher quien llama. ¡Genial, justo con quien menos quería hablar!

- Christopher, amigo, ¿cómo estás? ¿Cómo va todo por España? - digo con hipocresía porque lo que menos me interesa es saber de él. Pero sí quiero saber si mi plan para que la sede en España quebrara funcionó.

- Hola, Sebastián. Todo marcha muy bien por allá. Fue difícil conseguir el contrato que necesitábamos para salvar la empresa, pero lo logré y ahora todo va muy bien. Por eso ayer regresé. Ya moría por estar con Dulce. - ¡Maldición! El imbécil ya regresó. Y mi maldito plan fracasó. No entiendo cómo. Se supone que hice todo para que ese contrato no se llevara a cabo. Entonces ¿por qué demonios firmaron?

- Me alegro, amigo. Es bueno saber que todo se ha solucionado. Y no sabía que ya estabas de vuelta. Esta mañana pasé por tu casa para ver cómo estaba Dulce y no me dijo nada. - sí claro, mi alegría no puede ser más falsa. Lo único que siento es rabia en este momento. Ahora entiendo por qué Dulce no quiso nada conmigo. Claro, como regresó su principito, ya no me necesita a mí para que le caliente la cama. Pero pagará muy caro su desprecio.

- Gracias por cuidar tanto de Dulce. Y pues quizás ella pensó que ya lo sabías y por eso no te dijo nada. De hecho, te llamaba para contarte lo feliz que me siento y para pedirte un favor. Ayer tuvimos una noche increíble. Le preparé una sorpresa a Dulce y fui tan feliz de verle feliz a ella. Neta amigo, creo que soy el hombre más afortunado del mundo por tener una esposa como ella. Pero a lo que voy es que le propuse que nos fuéramos de vacaciones por dos semanas a las Islas Maldivas. Por eso necesito pedirte el favor de que te hagas cargo de la empresa en mi ausencia. ¿Podrías hacer eso por mí? -

Así que ahora los tortolitos se van de viaje. Bien, pues que disfruten de su viajecito, porque cuando regresen, me encargaré de que sea directo al infierno su llegada. No sé cómo Dulce puede hacer como si nada hubiera pasado entre nosotros. Pero su querido esposo muy pronto sabrá de lo realmente maravillosa que es su esposa. De eso me encargaré yo, así como me encargaré de destruir su querido imperio. Después de todo, le sacaré provecho a éstas dos semanas estando al mando.

- Claro que sí, Chris. Cuenta con eso, hermano. Ten por seguro que dejas tu empresa en las mejores manos. -

- Gracias Sebastián, sabía que podía contar contigo. Eres el mejor amigo y hermano que pudo darme la vida. - Ay Chris, eres tan patético. Si tan solo supieras todo lo que tengo preparado para ti, no me querrías como tu querido hermanito.

Un Amor Imperfecto Where stories live. Discover now