Capítulo 47

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―Sé lo que pasa por tu cabeza, te preguntas el por qué me lo ha contado ―Sonrió ―No le quedo otra alternativa.

―¿A qué te refieres? ―Incliné la cabeza

―Eres muy afortunada. He viajado por todo el mundo y créeme que Julian es uno de los hombres más maravillosos que conozco.

―No hay día que no me sienta afortunada de tenerlo a mi lado ―Me senté de frente a ella ―Definitivamente mi marido es un hombre maravilloso.

―Si, lo es ―Su sonrisa se incrementó ―Estas muy enamorada de él, se nota.

Sonreí levemente y baje la mirada, observe como jugaba con mis manos, solo pasaba cuando estaba muy nerviosa.

―Pero... ¿por qué dices tú que Julian es maravilloso? ―Aclaré mi garganta.

―Lo conozco desde hace nueve años, estudiamos juntos en la universidad, creo que es tiempo suficiente para considerarlo mi mejor amigo.

Aquellas palabras me hicieron levantar la mirada y me tope con una gran sonrisa por parte de Brittany. Yo en cambio, estaba más que confundida.

―Hace cinco años, tuve la "fortuna" ―Hizo aquél ademán con sus dedos ―De conocer al amor de mi vida. Nos casamos, tuvimos una grandiosa luna de miel en París y meses después quede embarazada ―De su cartera sacó una foto ―Ella es Ana, mi hija de cuatro años.

―Es preciosa ―Dije admirando la foto ―Se parece mucho a ti.

―Si, pero tiene la boca y nariz de su padre ―Hizo una mueca.

―¿Puedo preguntar qué pasó después? ―Dije con cautela.

―Me engañó. Prefirió a una mujer más joven y exuberante ―Suspiro.

―Es un tonto ―Tomé su mano ―Perdió a una gran mujer. Apenas te conozco de hace unas horas, pero dicen que los ojos son las ventanas del alma, y la tuya es muy pura.

―Gracias, Oriana ―Sonrió ―Él era quien se ocupaba de los gastos de nuestro hogar. Ahora que nos hemos divorciado, solo está obligado a dar una cuota mensual para mi pequeña Ana. Es por eso que fui en busca de trabajo. Mi última parada fue la empresa de Julian, no sabes lo apenada que me sentí al entrar a su oficina

―¿Por qué?

―Julian siempre ha pensado que soy una mujer fuerte. Sin embargo aquel día llore como una niña al contarle que me había divorciado. Él me ofreció trabajo.

―Me da gusto que lo hayas aceptado ―Sonreí ampliamente ―¿Quién cuida a Ana?

―Una vecina, pero a veces tiene que salir y debo dejarla en una guardería.

―No más. Desde mañana, si me lo permites, yo la cuidaré. Inclusive puedo llevártela a la oficina cuando ya casi sea hora de salida, estoy segura de que Julian no se molestara.

―¿Harías eso por mi? ―Sus ojos brillaron ―No quiero darte molestias, ni a ti, ni a Julian.

―No será molestia. Además en cinco meses tendremos un bebé en casa ―Suspire ―Ana puede servirme de practica.

Ambas reímos. Brittany puso su mano sobre la mía y la cubrió.

―Un día las cosas cambiaron, y fue Julian quien estaba ausente, con la corbata deshecha y un vaso de vodka en su mano. Mi curiosidad fue demasiada y le pregunté qué sucedía. Me dijo que tu y él tenían dificultades.

―Es una historia complicada ―Sonreí con pesar ―Todo fue gracias a una mujer. Pero estoy harta, a la primera oportunidad le diré a Julian la verdad.

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