Capítulo 36

694 36 2
                                    

―Lucías tan guapo aquel día pero ahora luces aun más ―Dije con una sonrisa ―Gracias por compartir la historia conmigo y por aclarar todas mis dudas.

―De nada. Ahora que me has escuchado, ¿quieres marcharte?

Yo negué con frenesí. Me gire para abrazarlo por la cintura y me apreté fuertemente contra el.

―Por nada en el mundo quiero separarme de ti. Por nada ―Dije con voz firme ―¿Tu quieres que yo me vaya?

―Por supuesto que no. Sería un tonto si te dejara ir, te quiero conmigo para el resto de mi vida, Ori.

―Te amo Julian ―Dije mirándolo a los ojos ―Te amo demasiado.

―Yo te amo a ti, amor ―Acarició mi cabello y me quede contemplándolo casi sin parpadear.

Pude apreciar como lentamente Julian cerraba sus ojos y su mano dejaba de moverse.

―Luces cansado, tal vez lo mejor es que subas y descanses.

―No puedo hacer eso ―Dijo aun con los ojos cerrados ―Debo cuidarte.

―Pero yo estoy bien, me siento de maravilla ―Sonreí ―Vamos, yo te acompaño.

Julian abrió sus ojos y se puso de pie. Después caminamos juntos hasta la habitación y él se recostó en la cama yo me quede de pie observando cómo conciliaba el sueño, su respiración era tranquila y sus facciones estaban totalmente relajadas.

Baje para platicar un poco con Dora o Kendall, pero no estaban. Ni siquiera Alan.

Comencé a sentir nauseas así que me recosté en el sillón boca arriba, mientras contemplaba el techo, sin notarlo sonreí al recordar la cara de Julian. Cerré los ojos y regrese en el tiempo.

Era un sábado por la tarde y mamá me había pedido ayuda en su tienda de relojes. Si hay algo que realmente disfrutaba en este mundo era el pasar tiempo con mamá, en su negocio, por lo que no dude en aceptar. Un cliente llego anunciando que estaba en busca del reloj perfecto y después de probarse alrededor de veinte al fin lo encontró; pero a cambio el aparador que daba hacia la calle quedo hecho un verdadero desastre. Sabía que mamá estaba ocupada y por tanto yo debía acomodarlo. Mientras lo hacía note como alguien se detenía frente el aparador debido a que la luz del sol había sido obstruida. Levanté la vista y ahí estaba él, un hombre bastante apuesto y con porte elegante. El tenía la mirada fija en un reloj del otro extremo del aparador y por tanto no se dio cuenta de que yo lo observaba, pero inesperadamente giro su cabeza y su mirada se hundió en la mía, sonreí por cortesía a través del cristal y el también sonrió. Termine de acomodar los relojes y cerré la puerta, regresando al mostrador.

Esa fue la primera vez que había visto a Julian Serrano, o al menos eso creía.

Lo que Oriana ignoraba era que para Julian esa no había sido una simple sonrisa, para el se había significado todo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo que Oriana ignoraba era que para Julian esa no había sido una simple sonrisa, para el se había significado todo. Ella era la mujer que el había buscado durante tanto tiempo, su belleza lo había cautivado y su sonrisa aun más. Desde esa tarde Oriana estuvo en su pensamiento día y noche. Inclusive los días siguientes él con toda la intención del mundo pasaba por esa calle y se detenía frente a la tienda de relojes con la esperanza de volver a verla a través del cristal, como aquella tarde.

TE AMO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora