Capítulo 14

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Bajamos tomados de la mano del escenario y nos sentamos en una mesa, inmediatamente nos fue servida una copa de champán y el platillo de entrada.

Me había quedado claro que Julian estaba dolido, si se le puede llamar así, y que su intención había sido herirme en el orgullo, bien pues lo había logrado.

Sin embargo no le daría la satisfacción de verme callada, molesta y triste durante el evento; por lo que con mucho valor puse una falsa sonrisa en mi cara y mantuve siempre la cara levantada, respondiendo las preguntas de los invitados.

Una pieza musical lenta pero con ritmo comenzó a sonar y Julian se levanto ofreciéndome su mano.

―¿Bailamos? ―Pregunto con una sonrisa falsa.

―Por supuesto ―Me levanté y le devolví su tonta y falsa sonrisa.

Al llegar a la pista, con delicadeza coloco una mano en mi cintura y la otra tomo mi mano. Yo coloque mi mano izquierda en su hombro derecho y comenzamos a mecernos.

A pesar de que sentí su mirada fija en mí, yo miraba a otras parejas de baile o simplemente la decoración del lugar.

―Vaya, pensé que la señorita Serrano estaría molesta, pero no es así ―Me acerco un poco más a su cuerpo ―O tal vez si, solo que trata de disimularlo haciéndose la fuerte.

―Piensa lo que quieras, Julian ―El me inclino cuando el compas de la música se silencio momentáneamente, luego me regreso a la posición anterior y me miro con sus ojos tan claros como la miel.

―Eres tan testaruda y arrogante... que haces que me exaspere ―Sonrió ―Me pregunto cómo sería mi vida si no te hubiera visto aquella tarde a través del aparador de la tienda de relojes de tu madre ―Con un movimiento rápido me alejo de él y con un leve bamboleo me regreso.

―Seguramente menos infeliz ―Dije levantando una ceja.

El había empezado y yo le había seguido, el juego sucio había comenzado.

―Posiblemente ―Dijo asintiendo con su cabeza ―Pero si tu sonrisa en ese momento en el que me miraste no hubiera sido tan condenadamente hermosa, yo simplemente hubiera seguido mi camino.

―Siempre le he sonreído de igual manera a todos los que compran en la tienda y mira que ninguno nunca me invito a salir como lo hiciste tú.

―¿Y cómo podría haberme resistido? Si todas las tardes pasaba intencionalmente por fuera y ahí estabas tú, siempre sonriente y linda. ―Con un movimiento rápido hiso que nuestros cuerpos se juntaran. Yo di un leve suspiro.

―Eso explica el porqué de repente un día llegaste a invitarme a salir. ―Apreté los dientes ―Ese día comenzaron mis problemas.

Entonces la música paro y todo el lugar quedo lleno de voces.

―Cariño, no eres la única que tiene problemas en este mundo, así que acostúmbrate y resígnate ―Me dio un beso en la frente y dando media vuelta tomo mi mano para llevarme a la mesa.

―Te odio ―Lo dije en un susurro para que nadie me escuchara, pero él lo hizo.

―No es suficiente como para que yo rompa en llanto y te suplique que te quedes a mi lado. ―Me miro arrogantemente ―Así que piensa en una frase más... provocativa ―Soltó una risa.

Afortunadamente el tiempo voló, voló y voló, por lo que al fin Julian se despidió de sus colegas de trabajo y agradeció el que el evento estuviera tan bien organizado, yo también tuve que ser cortes y despedirme de los invitados, después de todo el culpable de mi enojo era Julian y no ellos.

Cuando ya estábamos prácticamente a la salida y Julian pidió al ballet parking que trajeran su coche, alguien dijo mi nombre, ambos, Julian y yo giramos y vimos a Kim caminando hacia nosotros.

―Lamento si te incomode con todo lo que dije, pero si desde un principio hubieras dicho que tu nombre es Oriana Serrano ―El apellido lo recalco con su voz ―No hubiera dicho comentario alguno.

Julian le dirigió una mirada de confusión y luego me la dirigió a mí.

―Entiendo que a veces las personas simplemente no pueden evitar ser honestas con respecto a sus deseos ―Mi mandíbula se tensó cuando recordé lo que Kim había dicho sobre Julian.

―Aun así, creo que debes saber que tengo que disculparme ―Hizo una mueca ―Jefe, debería decirle a su esposa que su apellido ya no es Sabatini sino Serrano.

Julian solo asintió con la cabeza y ella le sonrió.

―Que disfruten el resto de día, recién casados ―Dudo por un momento ―¿Son recién casados, no?

―Si, solo tenemos cuatro días ―Julian tomo mi mano ―Ahora si nos disculpas el coche ya está aquí, gracias por tu disculpa Kim, aunque no sé por qué. De igual manera Oriana no guarda rencores, ella ni siquiera conoce esa palabra ―Lo dijo con tono irónico.

Kim frunció su entrecejo y con un movimiento de mano se despidió para entonces dar vuelta y regresar al evento.

En el coche camino a casa, Julian no dijo nada, ni yo tampoco. En cuanto el portón de la casa se abrió yo me deshice del cinturón de seguridad y él me miro extrañado. Cuando freno el coche en la entrada de la casa, yo me baje de inmediato y con cuidado cerré la puerta. Entre corriendo y me senté en el sofá color blanco mientras encendía la televisión y subía el volumen.

Se escucho el portazo de Julian y con pasos acelerados entro a la casa, su fría mirada se centro en mi.

Había funcionado. Era obvio que estaría aun más molesto. El siempre me decía que era un caballero y por tanto el todos los días abriría y cerraría mi puerta del coche, pero esta vez yo no se lo había permitido.

El busco el control del televisor con la mirada y lo encontró en mis manos. Así que con tres largas zancadas apago el televisor desde un costado, donde estaban los botones. Me miro con sus ojos entrecerrados y se dirigió a su habitación.

―¿Así nada más? ―Le rete.

―No pienso discutir contigo, al parecer ya ni siquiera te gusta que te trate como un dama ―Su voz era áspera.

―¿Cómo te atreves? ―Camine hasta él y lo obligue a mirarme.

―Simplemente me atrevo ―Dijo acortando el espacio entre nosotros ―Yo a diferencia de otras personas siempre digo lo que pienso.

―¿En serio? Entonces porque hoy no le dijiste a todos que yo era una mala persona contigo, que había arruinado tu vida ―Hice una pausa para relajarme ―Se que eso es lo que piensas Julian Serrano.

―Lamentablemente no es así, Oriana ―Me tomó cuidadosamente por los hombros ―Soy un idiota sí, lo soy pero yo no tengo la culpa de que tu ocupes mi mente día y noche ―Paso una mano por su cabello ―Pensé que cansándome contigo mi vida estaría completa, que tú me amarías y que formaríamos una familia.

Yo no podía creer lo que estaba escuchando, parpadee repetitivamente y sacudí mi cabeza.

―Deja de mentir ―Mi vista se había hecho nublosa ―Por favor, ya basta.

―No, no basta y no miento.

Sin que yo lo esperara Julian junto sus labios con los míos y comenzó a besarme con fuerza, a causa de su enojo. Su respiración era acelerada, al igual que mi pulso. Lo mire con ojos expectantes y pude apreciar como el mantenía sus ojos cerrados con fuerza y su beso era cada vez más fuerte.

Comencé a corresponderlo para que la intensidad bajara y pronto hizo. Esta vez quien cerró los ojos fui yo y simplemente me sumergí en el momento lleno de chispas en el que nos encontrábamos. Sentí como mis pies se alejaban del piso y Julian me tomaba entre sus brazos, sin saber a dónde nos dirigíamos el simplemente me seguía besando. Entonces escuche como una puerta se cerraba detrás de nosotros, él la había cerrado con un empujón.

Estábamos en su habitación.

Yo respire ahogadamente y el sonrió.

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