Capítulo 8

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―No, ninguna ―Dije negando con la cabeza.

―Maravilloso, porque también quiero que esta noche duermas en mi habitación ―Dijo él mientras se ponía de pie y caminaba hacia mí.

Abrí mis ojos como dos platos. Tenía que estar bromeando.

―Julian , no creo...

―No está en discusión ―Dijo él mientras tomaba mi sonrojado rostro entre sus manos. Acerco su boca a la mía.

Me iba a besar, estaba segura de eso.

―Solo lo hago con la intención de que por la mañana nos levantemos al mismo tiempo ―Dijo rozando mi cara con su aliento.

―Pero... ―Dije apenas en un susurro.

El dibujo una sonrisa en su rostro.

―Solo bromeaba, cariño. Me gusta ver como te sonrojas ―Dijo liberando mi rostro de sus manos ―Que descanses.

En cuanto el salió de la habitación pude sentir como mi respiración volvía a ser normal, ya no tenía que contenerla. Y se había marchado, una vez más sin darme un beso.

A la mañana siguiente me levante a las 7:00 con la intención de tomar un relajante baño y alistarme para desayunar con Julian . Una vez que estuve lista salí de mi habitación y fui directo a la sala. Minutos después el apareció con una sonrisa.

―¿Nos vamos? ―Pregunto mientras me ofrecía su mano, dude por un momento pero la tome.

Llegamos a un restaurant en donde había mesas al aire libre, todo era demasiado relajante. Tomaron nuestra orden y disfrutamos de la comida sin cruzar palabra. Al terminar, Julian cruzo sus manos y me lanzo una mirada.

―¿Pasa algo? ―Pregunte al tiempo que daba el último sorbo a mi jugo de naranja.

―No, nada ―Vacilo por unos instantes. ―Te llevare a casa.

―Pensé que...

Obligue a mi boca callar. No podía decirle a Julian que pensaba que lo acompañaría a la empresa, esa idea era ridícula, lo más seguro es que el reiría.

―¿Qué? ― Pregunto él inclinándose sobre la mesa.

―Pensé que podría quedarme un momento en el centro comercial, y después ir a casa.

―El centro comercial me queda fuera del camino a la empresa. ―Hizo una mueca. ―Pero esta bien, vayamos.

―No. Dame un poco de independencia, déjame ir yo sola.

―Jamás habías venido a Hawái, te puedes perder ―Dijo con su mirada enfocada en mis ojos.

―Estaré bien, no te preocupes. ―Dije sonriendo.

Julian dio un gran suspiro y por un momento sintió la necesidad de llevarme al coche y llevarme con él a la oficina. Pero no dijo nada.

―Nos vemos en la casa, pienso llegar antes de las tres, quiero verte ahí ―Dijo con mirada severa.

―Si, no te preocupes.

―Bueno, que tengas un lindo día. ―Julian puso un bulto de billetes en mi mano.

―No te he pedido dinero. ―Le dije.

―Lo sé. Pero quiero dártelo ―Dicho esto él dio media vuelta y se fue.

Como Julian ya había pagado la cuenta, me puse de pie y salí del pequeño restaurante. Es verdad, jamás había estado en Hawái, pero para eso existían taxis. Camine hasta la acera de la calle y cuando vi venir uno, agite la mano para que se detuviera.

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