D I C I O T T O

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Era demasiado raro.

Habían pasado días desde que subió con Gianna al campanario y habían visto la ciudad. No habían dicho mucho y tampoco trataron de hacerlo.

Había sido pacifico, perfecto... algo con lo que nunca se hubiera imaginado.

Mientras Gianna estaba perdida en la vista, Alessandro había bebido todo de ella. La estudio a fondo y trato de memorizar lo poco que veía. Era extraño como lucia en aquella ropa, pero al mismo tiempo le habían gustado. Algo en aquellas prendas le decía que esa era ella, auténtica y libre; no la formal que iba de noche a confesarse.

Fue una lástima que el momento se rompiera tan pronto.

Como siempre, Gianna iba acompañada de aquel hombre grande y oscuro. Cuando algo en el bolsillo de Gianna empezó a timbrar, el momento de felicidad que está había tenido estaba dado por muerto. Solo así, el tiempo se había acabado.

Pero eso no detuvo los temblores.

Desde aquel contacto con sus manos, Alessandro seguía sintiendo las réplicas de aquella descarga. A veces se preguntaba si algo malo le estaba sucediendo, no era normal que un contacto se sintiera así o al menos que tuviera esa sensación persiguiéndolo día y noche.

Por otra parte, los sueños con Gianna se volvían más frecuentes —y más estresantes. En cada uno de ellos, trataba de luchar con fuerza para tener un ligero vistazo de su rostro; sin obtener éxito. Cada mañana que se despertaba era más frustrante. Un nuevo día empezaba, y las añoranzas de Alex por ver a Gianna, eran más fuertes.

Ella había dicho que ahora eran amigos, pero el único amigo que había tenido era Donato. ¿Era igual una amistad hombre-mujer que la que tenía con Donato?

Con Donato todo era demasiado fácil. Tal vez el hecho de que sea hombre era lo que impedía que sintiera aquellas extrañas sensaciones como con Gianna. Estaba asustado e intrigado. Pareciese que cada pedazo nuevo del mundo, trataba de enseñarle algo.

Y eran más frecuentes sus escapadas al campanario.

Nadie se daba cuenta que de noche, Alessandro tomaba aquellas ropas que le había dado la Madre Superiora y se probaba a si mismo siendo normal. También había estado yendo a la biblioteca y consultaba demasiados libros que contenían todo sobre el espacio.

Ansiaba tener un telescopio, aquel invento maravilloso del ser italiano Galileo Galilei. Leyó en un libro sobre aquel descubriendo y la capacidad del aparato para ver de madre cerca los astros, las estrellas y la luna. Había estudiado a fondo todo lo relacionado y, cada vez que leía que podía ser posible ver más de cerca los astros, una emoción lo embargaba.

Deseaba tantas cosas, y ninguna de ellas estaba a su alcance.

Ya estaba a finales del mes de agosto y todo había sido un borrón.

Agosto, sería el mes que definiría el resto de su vida.

[•••]

—Entonces, ¿van a quitar todas esas cosas feas de los techos?—Pregunto Donato señalando algunas gárgolas antiguas que quedaban en un edificio viejo frente al templo.

Alessandro asintió.—El trabajador mencionó que iban a ser remodeladas.

—Ah, entonces no se las llevaban, solo van a restaurarlas.

—Exacto, así que habrá demasiado ruido por los próximos días. Le mencioné esto al Cardenal y solo me miro de forma... no se. Ojalá me hubiera tragado mis comentarios.

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