S E D I C I

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—Entonces reiterando tu punto, pensé que este día era libre—dijo Alessandro tomando otra bolsa del comestibles de un camión de entrega dentro del comento.

—Lo se, quien diría que somos los perfectos chicos que le hacen caso a la madre, siempre.

—No creo que seamos los únicos.

Donato río. —Lo somos, tu viste muy bien como de entre tantas personas solo nos pidió este favor a nosotros dos.

Alessandro paró a descansar un poco.

Llevaban poco más de una hora descargando y parecía que las cajas llenas de latas con comida no paraban. Aunque, estaba feliz. No creía haber visto nunca alguna vez algo parecido. Siempre eran pequeñas camionetas con pocas provisiones, pero esta vez, era mucho; todo un cargamento. Estaba seguro de que alguno de los donadores se puso un poco generoso.

—Ah, necesito un descanso.—Dijo Donato antes de parar y sentarse.—Pensé que este día podría escaparme y salir a jugar un poco de XBOX.

Alessandro frunció el ceño.

—¿XBOX?

—Si, la consola de juegos con varios controles en donde puedes vivir otra vida y tal vez quedarte ciego si eres un jugador adicto; ¿lo conoces?

Alessandro se encogió de hombros.—No, supongo que no.

Donato lo miro. —¿Has fijado alguna vez video juegos?

Alessandro negó.

»¿Viste televisión?

De nuevo negó.

»Supongo que tampoco sabes algo del internet.

Alessandro esta vez asintió. —Eso si lo he visto, pero no de forma convencional.

—Explícate.

—La biblioteca está llena de libros, así que necesitan un sistema enorme para almacenar información. El Cardenal me solicitó ayuda para subir a la web el contenido de todos nuestros libros, tuve que escribir mucho. —Explicó sencillamente.

Donato lo estudió un poco. Sabia que Alessandro era una persona reservada, pero lo atribuía a que simplemente era así por ser una persona que vivió toda la vida de la iglesia; pero entre más lo conocía, más raro su situación se le hacía. Alessandro era un enigma para Donato y, ahora más que nunca, quería conocerlo. ¿Alex le diría algún día todos sus secretos?

—Supongo que es justo—mintió Donato sin parecer alarmado como en verdad lo estaba—, a veces la gente no conoce mucho del mundo.—Le tendió una botella de agua a Alessandro—. Pero dado que soy tu amigo, quisiera enseñarte un poco de el.

Alessandro sonrió. —Eso me gustaría.

Una vez zanjado el tema siguieron trabajando. Para cuando habían terminado la hora de comer había terminado. Habían osado tosa la mañana y larte de la tarde haciendo aquella tarea. Ambos se sentían cansados.

Alessandro quería dormir.

Todos aquellos sueños y vueltas en la cama le estaban cobrando factura. Simplemente era algo raro que quiera alejarse y dormir, Siempre había sido una persona madrugadora y llena de energía, era simplemente que necesitaba un descanso. Uno muy bueno.

—Iré a descansar—le dijo a Donato despidiéndose rápidamente.

Donato quiso pedirle que se quedara, pero había notado que, varias veces estaba bostezando. En realidad también veía el cansancio de su amigo y lo entendía. Alessandro nunca paraba de hacer algo o ayudar de cualquier forma; seguro que ser una persona generosa agotaba.

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