Capítulo 10

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A las doce del mediodía, cuando me desperté a causa del grito de mamá reclamándome en la cocina para almorzar, chequeé mi celular por si Heather me mandó un mensaje por la mañana, ya que siempre aprovechaba a despertarse temprano para hacerse su tratamiento de cutis y actualizar sus redes sociales. Su vida cibernética y de una rica Coleman resultaba ser un poco más estresante que la de una persona como yo que con suerte se repasa las piernas con una crema en oferta.

"A las seis en mi casa, no puedo elegir vestuario, y no quiero correr el peligro de que el ermitaño llegue antes que vos. LO DETESTO"

—¡Hollie, tus zapallitos se enfriarán! —me gritó nuevamente mamá.

"Estaré ahí, tampoco sé qué ponerme", respondí antes de tirar el celular sobre mi cama y correr hacia la cocina antes de que Doris aparezca en mi habitación y me arrebate el aparato por no cumplir los horarios de comida saludable. Sí, la salud era mucho más importante que mi vida social, o eso consideraba ella.

Ni que tuvieras una vida social tan amplia, me reprochó mi subconsciente.

—Buenos días—me saludó ella en cuanto entré a la cocina.

—Hola mamá—respondí, sentándome frente a mi plato de zapallitos rellenos.

Recordaba haberlos odiado la primera vez que los probé, y el gran rencor que les agarré al tener que terminarlos obligatoriamente, sin embargo, con el tiempo me acostumbré al sabor y, como todos los sábados, mamá me los preparaba, aunque no fuesen mis preferidos.

—Ayer no pasaste a saludarme por mi habitación—me apuntó con su tenedor—, me desperté a mitad de noche y me preocupé muchísimo. No te desperté cuando fui a revisar en tu cuarto porque no quería discutir.

—Lo olvidé, perdón, ayer fue un día pesado—me excusé.

Un día pesado a causa de Ross, pero mamá no podía enterarse de él, siempre que le nombraba a algún chico directamente lo relacionaba conmigo como algo más que un amigo. De las tres "relaciones" (para nada serias) que tuve en mi vida fueron denominadas como mis "futuros esposos" en cuanto le conté a mi madre sobre ellas, lo cual era incómodo.

—¿Te gustaría hablar sobre eso? —preguntó antes de llevarse un bocado de zapallito a la boca.

—Acompañé a Heather a comprar la comida para una fiesta que haremos en su casa.

—¿Fiesta en su casa? No me contaste nada sobre una fiesta.

Tal vez porque pasamos los últimos días ocupadas pagando cuentas y haciendo chequeos en el hospital, mamá.

—Es hoy, y tengo que ir—contesté sin mirarla.

—Esas fiestas adolescentes son un peligro, Hollie, ¿has visto proyecto x?

—Mamá, la vida real no es como en las películas—levanté la vista, demostrándole que estaba hablando en serio.

—Lo sé, pero me gustaría hablar con los padres de Heather primero, ¿ellos saben sobre esto?

—Claro que sí—volví a centrarme en mis zapallitos, los cuales empecé a cortar en varios trozos—, pero no creo que puedas hablar con ellos, están de viaje.

—Como en proyecto x—señaló.

—Ellos trabajan—volví a mirarla—, y Heather lo consideró una oportunidad para hacer una fiesta a pago, es una manera de ahorrar dinero para la convocatoria escolar de fin de año, ¿te acuerdas?

A dos caras | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora