Capítulo 29

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Mi corazón se desboca. Se desarma en mi pecho y se enloquece. Todas las sensaciones del mundo se agolpan en mi garganta. Dolor, alegría, sorpresa, angustia.

Amor.

Sé que lo amo al verlo sentado allí, a un costado. Está aquí a pesar de todo. A pesar de la gente, de los fotógrafos, de la distancia que recorrió. A pesar de mí, de haberlo dejado sin ninguna explicación.

Me doy cuenta de que he dejado de hablar por una cantidad ridícula y sospechosa de tiempo, así que vuelvo a mi libro y trato de hilvanar las ideas que venía explicando. No puedo. Richard aprieta mi mano sobre el escritorio, y le indico que estoy bien con un gesto.

-Lo siento... -me aclaro la garganta y subo mis anteojos por la nariz otra vez- Como les decía, en el tercer capítulo de mi libro hay un pasaje que me gustaría leerles- levanto los ojos y trato de mirar a todos y a nadie, pero automáticamente los dirijo hacia él.

Está quieto, con los brazos cruzados, como un animal que está agazapado en la maleza y teme actuar. Con sus ojos pareciera querer preguntarme si está bien que esté aquí, si todavía lo quiero, si debería irse. Su mirada está llena de inquietud, de ansiedad, pero su cuerpo está quieto, tratando de pasar desapercibido. Y así es como me siento yo también. Todos los sentimientos que creía haber aplacado en este tiempo se agolpan dentro mío, y estoy estática.

-¿Annie? -la mano de Richard vuelve a apretar la mía, y me habla por lo bajo -¿Estás bien?

-Sí... es sólo que... -niego con la cabeza- No puedo... yo...

Miro hacia la gente y lo veo ponerse de pie, calando su gorra hasta los ojos. Camina hacia la salida por el pasillo. De pronto me levanto de mi silla, como impulsada por un resorte.

-¡Tom!

Richard me mira sin poder entender nada. Yo me apresuro a bajar y camino casi corriendo por el pasillo, hasta llegar a él.

-Lo siento, sé que estoy molestándote aquí. Pero no sabía que hacer...

Estoy paralizada. No puedo creer que esté haciendo esto. Él, que huye de todo, mostrándose aquí como si nada importara, como si él no fuera nadie más que el Tom común y corriente que yo conocí. Quiero negar con la cabeza, decirle que no está molestándome, pero apenas puedo abrir los labios.

-Pero también se que no tengo otra oportunidad de decirte lo que tengo para decir, así que al carajo -camina por el pasillo mientras habla con una vos profunda y suave, y todos los ojos están puestos en él. La gente parece tan sorprendida como yo de darse cuenta de quién es el que está allí, hablándoles- Lo siento, Annie. Siento mucho estar haciendo esta escena aquí. Pero tenía que verte.

El murmullo crece entre la gente. Tom camina por el pasillo hacia donde estamos sentados decidido, pero como calculando cada paso que da. Se acerca hasta mí, que no puedo mover un músculo. Mi boca está entreabierta, y mis anteojos se deslizaron por mi nariz hasta llegar a la punta. 

-Siento estar aquí robándote tu momento -me dice cuando está cerca- No quería eso. Pero tampoco podía estar un segundo más sin verte.

-Continuaremos con la presentación en unos minutos- Richard toma el micrófono y pide disculpas a la gente, diciendo que pueden ir a tomar un café hasta que se reanude la presentación.

-Lo siento -Tom continúa hablando, en voz muy baja- Siento lo que sea que te haya hecho alejar de mí -me habla y me mira directamente a los ojos, y siento que con su mirada puede atravesarme y llegar directamente a mi alma- Annie, todo esto no es más que mi culpa. Lo que haya sido que te haya hecho alejarte de mí. Cumpliste con tu parte, me hiciste volver a ser quien soy. Ya ves, no me importa nada todo esto, estar aquí parado en frente de toda esta gente, porque se que esto es lo que yo siempre fui y no necesito ocultarme -apoya su mano en su pecho, como si realmente quisiera que comprendiera que todo lo que dice está saliendo de su corazón.

-Tom... no... -alcanzo a balbucear, pero avanza unos pasos más. Levanto los ojos y lo veo a Ben, que está tratando de dialogar con el par de fotógrafos que estaban en la presentación, y que avanzaron por el pasillo.

-Entendí que no necesitas que nadie te haga sentir segura, porque ya lo eres. Nadie puede hacerte cambiar, porque eres la mujer más segura que he conocido en mi vida. Lo único que necesitas es que quien esté a tu lado no tenga miedo. Y eso es lo que te asustó, lo que te detuvo y lo que te lastimó antes. Y creo que yo pude hacerte sentir eso nuevamente, y lo siento.

Cierra el espacio que había entre los dos y me toma de las manos. Sus ojos se clavan en los míos, como preguntando, queriendo saber qué es lo que pienso, qué es lo que siento, casi como esperando el golpe que lo haga salir de aquí, humillado frente a todos.

-Necesitas alguien que lo dé todo de sí mismo también. Lo siento, Annie. Siento haberte hecho sentir que yo no era el adecuado para ti. Porque lo soy, sé que lo soy.

Levanto mi mano y acaricio su cabello, completamente revuelto. Él inclina su cabeza hacia mi toque, y suelta el aire en un suspiro sonoro.

-Me enamoré de ti completamente, porque me hiciste bajar las defensas que había levantado a mi alrededor. Y quise alejarte, realmente lo quise. Pero no pude dejar de pensar en ti ni un solo segundo.

Me rodea con sus brazos por la cintura y me abraza tan fuerte que creo que me quedo sin aire. Me río y apoya su cabeza en mi pecho mientras acaricio su cabello.

-Esto es lo que somos, Annie. Un hombre que está aprendiendo a ser quién es, saliendo de su cascarón sin importarle más lo que los demás puedan pensar. Y una mujer que está aprendiendo que su seguridad nunca estuvo en falta, porque no hay nada que pueda hacerla sentir menos de lo que es. Eres todo para mí, Annie. Te necesito.

Sus labios se acercan a los míos, pero no me besa. Me mira, tomo su cara entre mis manos y lo beso sin importarme nada ni nadie. Escucho las cámaras de fotos sonar a la distancia, y algunos aplausos apagados entre la gente. Sonrío en su boca.

-¿Necesitabas publicidad para tu libro?

-Creo que deberás ayudarme a convivir con esto -le digo.

-No te preocupes. Tengo una casa alejada en las colinas para que nos refugiemos juntos.

FIN

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