Capítulo 14

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-No tienes que sentirlo. Se ve muy linda. Es como una hoja en blanco, es un buen comienzo -se ve realmente apenado, como si temiera ofenderme porque estamos en esta enorme casa vacía.

Nada podría gustarme más. El silencio que nos rodea, los árboles moviéndose alrededor, el eco de nuestra voz rebotando en las paredes. Lo rodeo con mis brazos y recorro con mis manos su espalda mientras beso su cuello. Los músculos se sienten a través de la tela de la camisa, y los imagino mientras los acaricio. Llego hasta lo más bajo de su camisa, meto mis manos debajo de la tela, y acaricio su piel mientras hundo mi cara en su cuello. Huele tan bien. Nunca podría cansarme de su aroma. Es quizás la mezcla perfecta de la esencia de su piel, de su perfume y de su jabón. Y de su vaper también, por qué no. Él baja sus manos por mi cintura y deshace el nudo de la cinta que cierra mi vestido, que se abre a la mitad. Lo deslizo por los hombros y cae al piso. 

No mira mi cuerpo. No mira mi ropa interior. Ni siquiera mis pechos, como harían otros hombres. Me mira a los ojos, como si estuviera buscando una respuesta más allá de mi mirada.

No las hay. Sólo preguntas. ¿Seré suficiente para él, cuando la novedad de estar con alguien que no sabe quién es él se acabe?  Nadie puede saberlo, y quizás debería dejar de pensar en algo que ni siquiera sé si sucederá. Cierro los ojos. "Sólo disfruta esta noche", me digo a mí misma. Pero adelantarme a lo que pasará también forma parte de quién soy. Soy ansiosa, soy escurridiza. Soy analítica y detallista. Y muchas de esas características estaban dormidas, hasta esta noche.

Me besa. Sus labios se arrastran por los míos pero esta vez es más lento, más pausado y más firme. Con una exhalación envuelve mis piernas alrededor de él y me lleva hasta otra habitación de la oscura casa, donde me sienta sobre una superficie tan fría que me hace estremecer. Parado delante mío, sonríe y recorre mi cuello con dos dedos, siguiendo con su mirada el camino que trazan por mi piel. Bajan hasta mis pechos, y descubre la tela del sostén que los cubre con ambas manos. Los toca, acariciando con el pulgar mis pezones, mirándome a los ojos. Mantengo mi mirada en la de él mientras mueve sus yemas sobre ellos.

Gimo. No puedo evitar gemir. Gimo de placer, de deseo, de ganas. Gimo para pedirle que siga. Aprieta mis nalgas y me empuja hacia adelante sobre la fría superficie, presionando su entrepierna en la mía. Está excitado, lo siento como también siento su respiración caliente en mi boca. Nuestros labios están muy cerca, pero no me besa. Lleva a mi boca su dedo índice y medio, y yo abro los labios y los lamo suavemente, mirándolo a los ojos. Los entrecierra y me mira mientras yo paso mi lengua por ellos, los meto a mi boca, los humedezco. Sé que le gusta lo que ve. Emite un sonido desde el fondo de su garganta, lleva esos dedos húmedos hasta mi entrepierna y me penetra con ellos en un solo movimiento. Me aferro a sus hombros y dejo caer mi cabeza hacia atrás.

-Mírame -me dice, y apenas reconozco su voz, ronca y profunda como nunca- quiero ver tus ojos mientras estoy dentro tuyo.

Y hago lo que me dice. Lo miro mientras sus dedos están dentro mío, mientras su pulgar me acaricia en círculos perfectos, mientras me estremezco hasta el punto de no poder más y explotar de placer. Calma mis gemidos con su boca en la mía; nuestras lenguas revolviéndose juntas; mi placer y el suyo, juntos.

Se quita la camisa en un segundo, y en otro segundo el resto de la ropa, y yo lo miro colocarse un preservativos todavía con mi cabeza girando por mi orgasmo. Su cuerpo es increíble. Masculino, fuerte, verdadero. Nuestros labios vuelven a unirse y no se separan mientras se hunde en mí y se mueve con fuerza.

Alrededor todo es silencio. Entre nosotros, todo es sonido. Leves e imperceptibles, pero que parecen amplificarse entre los dos. Su cuerpo golpeando entre mis piernas, su respiración entrecortada, sus gemidos profundos y bajos, el roce de sus labios mordiendo la base de mi cuello, mis susurros en su oído pidiéndole que no pare, pidiéndole más. Tiro de su cabello sin poder contenerme cuando siento el orgasmo arremolinarse en lo más bajo de mi abdomen, y él levanta la cabeza para mirarme. Y nos miramos. Y disfruta viéndome mientras yo me desarmo, mientras me desplomo por dentro y por fuera de placer a su alrededor. Y él me sigue unos minutos después. Y todo es calor, tranquilidad y silencio. Todo somos nosotros.

Lo que somosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora