Capítulo 15

1.9K 209 16
                                    

Me había olvidado cuánto amo ser una perra.

En el sexo, quiero decir... en la vida diaria soy bastante buena chica. Demasiado, quizás.

Y con él me sentí cómoda de volver a ser una perra. Y lo fui la primera vez en la cocina, y la segunda vez contra la pared del baño, y la tercera vez en el piso de lo que sería su habitación. Y digo "sería" porque la casa está realmente vacía por completo, a excepción de algunas latas de pintura, una escalera (oh, si, la escalera... también fui una perra por cuarta vez en la escalera...) y algunas cajas de cartón.

Estamos sentados al borde de la pileta. Me promete que la próxima vez estará limpia y llena de agua.

-Dale tiempo, no te apresures. Es tu casa, es algo importante.

-¿A qué te refieres con eso?

-A que debes dedicarle tiempo para obtener lo que realmente quieres. No es un cerrar y abrir de ojos. Si realmente quieres una casa que te dure, con la que te sientas cómodo y sea tu refugio, entonces debes darle tiempo.

-¿Igual que a ti?

Me sonrojo automáticamente a un nivel que ni yo sabía que podía sonrojarme. Sacude la cabeza mientras sonríe como para sí mismo.

-Podríamos dormir en el auto -me dice, poniendo su mejor cara de perro mojado.

-¿De verdad quieres dormir en el auto? -le contesto riendo. Baja su cabeza y apenas sonríe.

-No quisiera que esta noche termine, eso es todo.

Me muerdo los labios para evitar abalanzarme sobre él, porque es lo que quisiera hacer en este momento. En cambio, le doy un beso en la mejilla.

-¿Qué tan famoso eres?

-¿En serio necesitas saberlo? -me contesta luego de reírse con ganas- ¿No me googleaste?

-No, estuve terminando de presentar mi libro estos días, espero que lo recuerdes -mentira. Lo googlee, pero sólo en fotos. Debería haber investigado un poco más, pero me distrajo ver su torso desnudo en las páginas. No es mi culpa, su torso es increíble.

-Digamos que me es muy complicado salir a la calle.

-¿Eso no es muy... tremendo?

-Lo es si disfrutas salir a la calle. Y yo disfruto hacer una vida normal. Lo hacía, lo lograba. Pero llegó un punto en el que ya no pude hacerlo más. Al principio solo eran un par de personas que se acercaban; pero de un par de años a esta parte fue mucho más difícil. Y lo entiendo, es como ver una jirafa caminando por la calle. Puedo ver el comportamiento de la gente cuando se mueve un teléfono, veo su lenguaje corporal. No hay diferencia entre eso y un arma: es hipervigilancia, ¿entiendes?

-Lo entiendo, pero no puedo imaginarlo. Es difícil.

-Si, no lo se. Muchas veces lo difícil es poder contener la frustración de no poder llevar una vida normal. 

-¿No es raro que elijas vivir en una casa que es prácticamente toda de vidrio, pero que está escondida en el bosque?

-No lo se. ¿Por qué lo dices?

-Quizás desees ser visto, pero sólo por aquellos que elijas que te vean. No lo sé... No me hagas caso. Quizás fui demasiados años a la psicóloga. Quizás sólo te gustó el paisaje -me encojo de hombros y muevo mis pies descalzos en el aire, sobre el vacío de la pileta. Me toma por la cintura y me sienta a horcajadas sobre él. El sol está comenzando a aclarar el cielo, y una brisa fría se cuela entre mi ropa. Él me abraza, y yo lo beso. Voy a aprovechar para besarlo cuantas veces pueda, porque me encanta hacerlo.

-No te vayas -me susurra.

-Ya casi es de día. Tengo que volver.

-¿Eres un vampiro? Sabía que algo debía salir mal... -se ríe y lo golpeo en el hombro.

-No. Pero estoy con esta ropa y realmente me gustaría bañarme, y cambiarme, y descansar un poco. Estuvimos despiertos toda la noche -mientras hablo sus manos acarician mis muslos, trazando un camino hasta mi trasero, por debajo del vestido. Su boca va bajando por mi cuello, y se hunde entre mis pechos, dejando un reguero de suaves besos. Me estremezco. Levanto su cara hacia mí con ambas manos y hundo mi lengua en su boca. Sus manos presionan en mis caderas, acercándome más a él. Su erección crece entre mis piernas.

-¿Otra vez? -alcanzo a decir en sus labios. Él sonríe.

-Claro que sí.

...

El sol ya está alto en el cielo cuando su auto se detiene en la puerta de mi casa. Esta vez, él condujo, muy rápido y en un tiempo que estoy segura debe ser un récord. Hago un esfuerzo sobrehumano por despegarme de sus labios, y el exhala un suspiro ronco, rindiéndose.

Todo fue perfecto. Pero... el pero lo pongo yo, en mi cabeza. Mi inseguridad me hizo pensar durante todo el viaje en que él va a poner alguna excusa, y que quizás esta sea la última vez que vaya a verlo. ¿Por qué, si hasta hace unos segundos no podíamos siquiera despegarnos para despedirnos? Me acaricia la barbilla con los dedos para que lo mire.

-Todo fue demasiado para mí... -me dice, sin quitar su mirada de mis labios. 

-...Si quieres terminar todo aquí, por mí está bien, lo entiendo... -le digo, interrumpiéndolo. Me siento agitada, el aire me falta de repente. Quizás tenga ganas de llorar. ¡Es ridículo! Respiro hondo y tomo aire, y eso me calma. Esto fue una gran aventura, un sexo increíble, unos besos soñados, conversaciones inteligentes... pero ¿a dónde iríamos a parar? Ya tengo edad suficiente para dejar de lado las aventuras románticas. Y esto no es más que un cuento de hadas sin ninguna lógica. No tengo idea de la magnitud de su fama, pero puedo imaginármela, y esa simple noción hace que entienda que somos incompatibles. ¿Cómo podríamos seguir adelante con nuestras vidas estando juntos? ¿Cómo podría mi carrera ser compatible con la suya? ¿Sus tiempos con los míos? ¿Su fama con mi timidez? Simplemente imposible. Pensar todo eso me hace tranquilizarme. Mirarlo a los ojos nuevamente me hace volver a querer llorar en sus brazos. Toma mi barbilla entre sus dedos y me mira.

-¿Vas a dejarme terminar de hablar? ¿O vas a seguir elucubrando teorías conspirativas?

-No elaboré ninguna teoría -sí lo hice.

-Sí lo hiciste. Empiezo a entender cómo funciona tu cabeza con los pocos días que llevamos en conocernos. Empiezo a notar el momento exacto en el que te pierdes en tus pensamientos inseguros porque frunces el ceño de una manera muy rara.

-No lo hago.

-Y se cuándo te sientes culpable por hacerlo, porque lo niegas sistemáticamente.

-Yo no... -me detengo antes de negarlo otra vez.

-Pon tu mente en blanco y sólo escucha lo que tengo para decir. Sin segundos discursos, sin ninguna mierda en el medio. Sólo escucha mis palabras, ¿está bien? Porque lo que quiero decir es exactamente lo que quiero decir -me habla despacio, y mantiene mi mirada enfrentada a la suya. Pasa su pulgar por mi labio inferior antes de continuar- Todo fue demasiado para mí. Conocerte me abrió un mundo que creí que tenía encerrado para siempre. Annie, me ayudas a pensar con claridad, fuera de este mundo en donde estoy sumergido. Me traes a una realidad de la que nunca me debí haber alejado. Te necesito a mi lado. Y sé que puedo ayudarte a superar tus inseguridades. Todas y cada una de ellas. Mi tarea es más fácil que la tuya, porque ninguna de tus inseguridades tiene fundamento alguno. Eres una mujer asombrosa. 

-No...

-¡No me interrumpas! -me dice riendo, y cubre mi boca con sus labios- Soy una carga pesada. Pero te garantizo que al final del puto arco iris está la olla de oro. Annie, quédate conmigo. Estemos juntos, no se por cuánto tiempo, no se cómo , pero quédate conmigo.

Mi corazón, que estaba detenido mientras me hablaba, vuelve a galopar en mi pecho.

-Lo haré.

Lo que somosWhere stories live. Discover now