La verdad al descubierto.

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- Doctor, ¿qué le ha ocurrido?.- Fueron las primeras palabras que escuché tras el impacto. Eran de Fabio. Poco a poco abrí los ojos.- Paola, Paola.

- ¿De qué conoces a esa mujer?- Rápidamente me atosigó el Brujo.

- ¿Qué, qué ha... qué ha pasado?- Me intenté incorporar.

- Sh.. Paola.- Fabio me recostó de nuevo.

- Paola, ¿quién es esa mujer?

- No... no se. Yo... nunca la he visto.

- Brujo, por favor no es el momento.

- Necesito que me digas de que la conoces.- Se apuso nervioso nadie nunca había visto al brujo así.- Necesito que me lo digas.

- Brujo por favor.- Pero el no atendía razones de nadie. Me cogió y comenzó a zarandeare exigiéndome que le dijese la verdad.- ¡Brujo, esta embarazada!- Gritó Fabio.- En ese momento me soltó.

- Lo siento.- Salió de la habitación.

- Cariño, ahora vuelvo.- Me besó en la frente y salió corriendo detrás de él.- ¡Brujo, Brujo, espera!- Le gritaba, al final lo alcanzó. Lo cogió.

- No vuelva ha hacer eso nunca.- Se giró con vehemencia.- Nos vamos.

 Él y su familia salieron de mi casa.

- ¡Aaaah!- Grité de dolor.- ¡Aaaah!

Fabio subió rápidamente.

- ¿Qué pasa?¿Paola?¿Qué ocurre?

- Me duele mu.... ¡aaaah!

- ¡Paola!

- Escúchame llama a mi médico... Por fa... ¡aaah!

- Ahora llamo al doctor debe de estar a mitad de camino.

- No llama a mi doctor.... Fabio por favor, hazme caso. ¡Aaah!- No podía más con el dolor pero no era un dolor nuevo, este dolor ya lo había tenido antes. Era un dolor punzante en la barriga, sentía que me desgarraba por dentro. Esto ya lo había sentido, no era nada bueno, la primera vez casi perdí a mi pricesita y esto tenía que acabar igual. Mi bebé no se podía ir.- ¡Aaah! Por Dios... ¡Fabio!

- Ya esta le dije a María que lo llamase. Tranquila mi niña. Ya esta.

En ese momento me moví y entonces me di cuenta estaba sangrando.

- No, no, no... Fabio...- Rompí a llorar.- Fabio, no... por favor...- No paraba de suplicar de llorar. Ni tan siquiera escuchaba las palabras que me decía, el dolor cada vez era más intenso. Creo que perdí el conocimiento.

***

A la mañana siguiente me desperté en mi cama, lo último que recordaba era aquel fuerte dolor. Pero no recordaba ni al médico ni a nadie más.

- ¡Fabio!¡Fabio!- Estaba sola en la cama. Él apareció por el baño.- Mi bebé... mi bebé...- Se sentó en la cama conmigo. Me cogió de la mano.

- Paola, el bebé...- En ese momento lo supe, ya no existía bebé. Rompí a llorar, y en ese momento no se porque solo pude pensar en Gonzalo y en como a mi hija le había negado la oportunidad de conocer a su padre. Pensé en el tiempo que había desperdiciado y en como había dejado a mi hija, mi niña. Estaba criticando a mi madre pero yo no era mejor madre. Mi hija estaba con sus abuelos en México, hacía como tres meses que no la veía y encima no había tenido el coraje de hablar con Gonzalo y haberle dicho la verdad.

- Déjame sola por favor.

- Paola, yo... yo...- Lo miré mis ojos estaban llenos de lágrimas, una cara blanca de una mujer destrozada, derrotada por todo lo que me había pasado en la vida, ahora si no podía seguir, estaba cansada, cansada de luchar, de mentir, de vivir así. De ocupar el puesto de Paola cuando yo quiero ser Luna. No podía más.- Te quiero.- Me besó y salió de la habitación.

Luna, muñeca de trapo.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu