Deja la puerta abierta para mí

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No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.

-Friedrich Schiller 


Nunca me han gustado los hospitales. Siempre los he considerado lugares deprimentes, solo basta con ver la cara de algunas personas sentadas en aquella sala de espera. No entiendo como pueden ellos venir aquí todos los días y tener fe que todo va a estar bien.

Cuando llego a la oficina de mi padre sonrió antes de tocar la puerta blanca. Escucho como él dice adelante, abro la puerta y asomo mi cabeza. Él esta revisando una carpeta amarilla, lee con mucha atención y no se da cuenta de mi presencia. Entro y camino despacio hasta las sillas negras frente a su escritorio. Me siento y contempló el jardín trasero del hospital donde están algunos pacientes paseando alrededor observando el hermoso día que hay hoy.

-Hola papá-le digo después de un momento.

Él baja la carpeta y la deja sobre su escritorio. Su rostro se ilumina cuando me ve.

-Pero a que debo esta hermosa sorpresa.

Me paro y camino hasta él. Le doy un  fuerte abrazo y un beso en su frente. Él me sonríe mientras yo me vuelvo a sentar donde estaba hace un momento.

-Vine a invitarte almorzar pero si estás ocupado lo podemos dejar para otro día.

Él mueve su cabeza.

-Siempre tengo tiempo para ti, cariño.-él levanta su teléfono y aplasta un número-Sara, cancela la reunión que tenía, voy almorzar con mi hija. Si, agéndala para mañana-cierra la llamada y se levanta, se quita la bata blanca y la cuelga con cuidado.

-Papá no debiste hacer eso.

-Soy el director del hospital, puedo y quiero.

Él pasa un brazo por mis hombros y me guía fuera de su oficina.

Cuando llegamos al segundo restaurante favorito de mi padre él me esta contando sobre su día. Siempre me he sentido orgullosa de él y del trabajo que realiza. Puedo escucharlo hablar sobre su trabajo por horas y horas sin aburrirme.

-Bueno, yo ya he hablado mucho-me dice mientras nos sentamos en nuestra mesa- Ahora te toca a ti ¿Qué sucede cariño?

Un suspiro se escapa de mis labios. Me recuesto en la silla y tomo la carta solo para distraerme y darme tiempo de organizar lo que quiero decir.

-He tenido sueños extraños estos días-comienzo a decirle-El ultimo sueño extraño fue una pesadilla. No he podido sacarla de mi mente, es absurdo lo sé pero me a estado fastidiando desde que lo soñé.

El camarero se acerca a nosotros para tomar nuestra orden. Mi padre espera hasta que el camarero se marcha para hablar.

-No es absurdo. ¿Todos los sueños fueron así de malos?

Niego con la cabeza.

-No, los demás sueños fueron buenos, muy buenos. En mis sueños me sentía feliz con algo que no sabía que quería y ahora estoy confundida. No sé que hacer papá.

Mi padre toma mi mano por encima de la mesa y me mira igual a como me miraba cuando era niña y no podía dormir por culpa de mis pesadillas. Estoy segura que él esta pensando en eso, en como se quedaba conmigo hasta que yo le dormía e incluso algunas veces se quedaba dormido en el pequeño sofá cerca de mi cama por si yo le volvía a despertar.

Al mal tiempo, labios Rojos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora