Mala chica, malos habitos

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"Ninguna mujer debe olvidar nunca que ella no necesita a nadie que no la necesite a ella".💋

-Marilyn Monroe.

No puedes controlar a una chica mala. Puedes intentar controlarla, amarrarla a la cama y poner una mordaza en su boca para evitar que suelte su ponzoña. Pero ellas siempre consiguen librarse sin un rasguño. Es muy tarde cuando llegas a comprender que simplemente no puedes luchar contra ellas. Son la tentación, serán tu perdición. Yo lo intento, trato muy duro de controlar a la chica mala que llevo dentro pero es tan difícil. Si la encierro en una jaula ella se ríe en mi cara y me muestra la llave. Si le quito la llave, ella me guiña un ojo y con una patada abre la puerta. Nada la puede detener, yo lo sé y también sé que es más fácil y divertido si simplemente me rindo y dejo que ella baile libre dentro de mi cabeza. Le suelto las riendas y dejo que ella guíe la fiesta.

Yo no debería estar aquí. Él no debería estarme tocando. No debería estar mordiendo mi labio para evitar gemir en voz alta por la sensación de sus dedos recorriendo mi pierna. No debería estar controlando las ganas de pedirle más. Pero aquí estoy, en su apartamento, sobre su sofá, sentada encima de él con mi blusa desprendida y mostrando mi sostén de encaje negro. Aquí estoy tirando de su cabello para tener mejor acceso a su cuello.

-Eva-gime él mi nombre cuando mis uñas aruñan su pecho desnudo.

Deseo. Excitación. Juego. Sexo.

Es todo en lo que pienso. Mi mente divaga y no piensa con claridad mientras los labios de él besan mis pechos. Pero cuando sus dedos se deslizan y levanta mi falda una alarma se enciende en mi cabeza y con todo el autocontrol que puedo conseguir ahora me levanto y empiezo arreglar mi blusa ante la mirada confundida de Gabriel.

-No podemos tener sexo-le digo.

No te inyectaste, Eva, recuerda eso. No puedes tener sexo. Aunque un condón lo soluciona todo. No, no y no. Se firme, no puedes perder esta apuesta, James nunca me dejará olvidar que me ganó.

-No podemos-lo digo con firmeza.

Peino mi cabello con mis dedos y le hago una seña para que se acomode la camisa. Él sigue muy excitado y el recuerdo de aquella noche donde tuve su pene en mi boca me hace dudar si irme o quedarme.

-Vine hablar contigo-le digo-seré rápida. Soy hermana de Lena, mi amigo fue quien dio la donación para que ella apruebe y no puedes decir que nos conocemos. En lo que a mi familia concierne, tú y yo jamás nos hemos visto.

Él me mira y sonríe con ironía.

-Eres toda una caja de sorpresas, Eva. Y siempre me dejas con una erección.

Le sonrió mientras camino hasta la puerta y antes de salir lo llamo.

-Mastúrbate para pasar el tiempo-le digo mientras le guiño un ojo-piensa en mi con esta ropa de encaje o mejor, imagíname sin ella.

Me rio mientras bajo las escaleras. El ejercicio físico es muy bueno para liberar la frustración de no poder tener sexo. Tal vez vaya un momento al gimnasio o salga a correr un rato. Son las siete de la noche de un viernes por la noche. Estiro mi mano y llamo un taxi.

-Hola Adán-saludo a James mientras entro en su casa-Eva te trae el fruto prohibido ¿Quieres probar?

James está sentado en su piano. Hace mucho tiempo que no lo escucho tocar nada. A veces yo suelo tocar algo para él. Camino hasta el piano y le hago una seña para que siga tocando. Él mueve la cabeza y sus dedos se empiezan a deslizar de nuevo por las teclas. Me siento a su lado y cierro los ojos mientras me deleito con aquella dulce y melancólica melodía. No reconozco aquella pieza, trato de pensar pero no me resulta familiar. Es hermosa, miro las partituras y veo que él la compuso. Hace tiempo que no compone nada, me pregunto para quien será.

Al mal tiempo, labios Rojos ✔Where stories live. Discover now