Si realmente NamJoon no había dormido aquella noche, no lo parecía. Se veía fresco y enérgico, incluso alegre, como no lo había visto en varias semanas.

Su cabello estaba trenzado de forma apretada, bastante simple, pero elegante, con algunos mechones cayendo sobre su frente y su rostro. No llevaba maquillaje ni portaba demasiados abalorios. De hecho, sus ropas ni siquiera eran las que acostumbraba a usar en el interior de palacio ni en los días más relajados.

NamJoon llevaba unos pantalones sueltos y bombachos, atados firmemente a su cadera son un apretado cinturón de gasa roja. Su camisa, en cambio, era ajustada, marcando deliciosamente su cintura estrecha, su vientre suave y su pecho delgado. Sus delicados hombros quedaban descubiertos, al igual que su amplia espalda, dejando a la vista una gran extensión de piel bronceada, plagada de lunares y pecas que JiMin se estaba volviendo loco por besar.

NamJoon estaba hermoso y refulgía de alegría, y aunque JiMin estuviera cansado por una noche de escaso sueño, no podía evitar apreciarlo con la sonrisa de un idiota enamorado.


— ¡Vamos, JiMin!! ¡Levántate! — insistió NamJoon, tirando sobre la cama lo que a JiMin le pareció un peto de cuero.


Medio incorporándose, apoyado en un codo, JiMin tomo la prenda entre sus manos, confirmando que, efectivamente era el tipo de armadura de cuero que los soldados de la guardia de palacio solían llevar.

Intrigado, JiMin alzó una ceja, mirando al omega, esperando por respuestas.


— Les he dado el día libre a MoonByul y a JinHo por lo malo que fuiste con ellos ayer — dijo NamJoon, alborozado — Pero hoy estaba planeando ir a pasear a la ciudad... — añadió el omega, forzando un puchero terriblemente fingido y terriblemente adorable — Y necesito que alguien me acompañe.

— No.


JiMin lo interrumpió de inmediato, cortante, tirando el chaleco al suelo y volviendo a dejarse caer en la cama sin ningún remordimiento.


— ¡No tienes opción!


NamJoon no aceptaba un no por respuesta, JiMin lo sabía, y debía habérselo esperado cuando el omega saltó sobre la cama, haciéndola chirriar, y se sentó sobre sus caderas, ubicándose de forma que el miembro dormido de JiMin quedó perfectamente alineado entre sus nalgas, haciéndolo abrir un ojo con interés.


— No es no — repitió JiMin aun así, haciéndose el duro — Odio mezclarme entre la plebe, lo sabes bien. ¿Y encima pretendes hacerme pasar por tu guardia personal? Deja de soñar, Joon.

— No. Tienes. Opción. — le dijo NamJoon una vez más, recalcando cada palabra con un premeditadamente obsceno movimiento de cadera — ¿Te has olvidado de que lo que hiciste anoche se merece un castigo? — inquirió, inclinándose sobre su pecho para hablar muy cerca de su rostro, su voz grave y sugerente, consiguiendo con muy, muy poco esfuerzo, que el miembro de JiMin comenzara a despertar.

— NamJoon...


JiMin suspiró, alzando las manos para posarlas en las caderas de NamJoon. Las puntas de sus dedos hicieron contacto con la piel desnuda de su cintura.

Por la Diosa... ¿NamJoon pensaba salir al exterior vestido así? JiMin estaba más que acostumbrado a la escasez de ropa del sur, incluso la disfrutaba el mismo, pero aquellos pantalones eran un pecado, la tela era tan sumamente fina que podía sentir a la perfección la calidez de sus esbeltas nalgas frotándose a través de ella contra su miembro al más mínimo movimiento.

My moon and stars | BTS OT7 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora