1. Honor

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I

Honor

Más rápido. Él lo único que quería era correr más rápido, tan rápido que la estepa se desdibujase a su alrededor y se convirtiera en bosque, frío y espeso. Tan rápido que llegara al Río helado Yeungal y pudiera llegar a la otra orilla de un salto. Tan rápido que pudiera escapar y llegar al Fin del Mundo sin que nadie pudiera atraparlo ni encontrarlo nunca.

Sombra era el caballo más rápido del reino. Un pura sangre de pelaje negro, largas crines trenzadas, fuertes patas y la personalidad de un potro indomable.

Cuando era más joven, YoonGi solía hacer carreras con sus hermanos mayores a lomos de su caballo. Nunca, ninguno de ellos pudo derrotar a Sombra. Por eso, con el tiempo, sus hermanos, orgullosos príncipes norteños, dejaron de querer competir con YoonGi y su corcel veloz como el viento.

Pero aunque Sombra fuera el caballo más rápido de los establos del palacio, no era lo suficientemente rápido como para que YoonGi pudiera alcanzar la libertad.


Los inviernos del Norte eran fríos y despiadados. La nieve y el hielo lo cubrían todo, dejando a los habitantes de Orumyon, atrapados tras los gruesos muros de la fortificación construida y escavada en las montañas, alrededor de la que llamaban la Ciudad del Invierno. Las fuertes nevadas hacían imposible abandonar la ciudad, a riesgo de morir congelado en la tempestad.

Cuando la primavera llegaba y las nieves se fundían, la Ciudad del Invierno se convertía en un hervidero de vida, donde sus habitantes comenzaban a prepararse sin perder ni un segundo para sobrevivir a la llegada del siguiente invierno.

Siempre a merced del invierno, aquello era más una prisión que un reino. Un reino que, desde su nacimiento, había sido el legado que YoonGi un día heredaría, un destino del que no podía escapar y que a menudo se convertía en una carga más pesada de la que sus hombros eran capaces de aguantar.


YoonGi era el tercero de cinco hermanos, ni siquiera le correspondía la corona, pero, como heredero e hijo del Rey, su deber era ser leal y permanecer junto a sus hermanos, porque, aunque nunca llegase a reinar, debía velar por sus dominios y el bienestar de los ciudadanos; o de lo contrario, si el primero y el segundo de sus hermanos fallaban, la responsabilidad de la corona recaería sobre él.


YoonGi no decidió ser príncipe, nació con el deber, la obligación de ser un líder que tal vez un día pudiese llegar a reinar, pero cabía la posibilidad de que eso nunca llegase a suceder, porque tenía dos hermanos mayores, ambos alfas, fuertes y sanos, que tendrían ese derecho antes que él.

La sensación de ser el tercero, no más que el sustituto de un sustituto, a menudo era tan amarga y frustrante que YoonGi sólo quería escapar de allí, ignorar su deber y su función y jamás volver a aquella ciudadela helada a la que no le debía nada... Pero jamás fue capaz de hacerlo.

Su sueño no era reinar, pero no deseaba abandonar su hogar, no deseaba abandonar a su familia, a quienes amaba más que a nada. No importaba lo rápido que corriese Sombra, porque al llegar al Río Yeungal, el límite natural del reino, YoonGi se detenía y miraba lo que había al otro lado, la libertad que nunca alcanzaría, porque al final siempre regresaba a la Ciudad del Invierno, donde pertenecía.


El Río Yeungal era un lugar digno de ver, el lugar más hermoso que YoonGi había visto nunca. Cerca de kilómetro y medio de orilla a orilla era lo que separaba el Reino del Norte del Fin del Mundo, un lugar dónde sólo existía hielo y muerte, un invierno sin fin al que nadie había sobrevivido jamás.

My moon and stars | BTS OT7 |Where stories live. Discover now