34. Infiltrado

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BERLIN- Punto de vista

Aparqué el coche justo en frente de la gran nave donde solíamos reunirnos. El resto del grupo ya había llegado, por lo que deduje que sería el último, como de costumbre, aunque debía de reconocer que esta vez había llegado cinco minutos antes, pero lo que más me extrañaba no era el hecho de que no me hubiera colado media hora tarde, era el hecho de que el resto del grupo hubiera llegado mucho antes de la hora prevista. Eché un rápido vistazo al móvil sólo para cerciorarme de que Abby no me había escrito. El reloj aún marcaba las doce de la noche y ella estaría hasta arriba en Puzzle, así que decidí no molestarla enviándole un mensaje.

Mi miré en el reflejo del retrovisor y peiné mi melena hacia un lado en un rápido movimiento. Salí del coche, el sonido de mis botines sobre el frío asfalto hacía eco por todo el silencioso lugar acompañando al canto de los grillos. Una simple farola iluminaba la entrada con una luz tenue y amarillenta, aportándole un aura siniestra a aquel lugar abandonado. Sin duda alguna este era el mejor punto para reunirnos, planear estrategias, atracos, esconder las armas. A nadie se le ocurriría la estúpida idea de ir a una nave abandonada a las afuera de la ciudad. 

Cuando entré vislumbré al resto del grupo al fondo. Estaban todos sentados hablando sobre algo, pero cuando hice mi acto de presencia, todos se mantuvieron en silencio como si hubiera interrumpido algo. Mientras caminaba hacia ellos podía percatarme de las cómplices miradas, y el hecho de que el resto hubiera llegado antes que yo, fue la clara muestra de que estaban planeando algo a mis espaldas, y eso, no me gustaba nada. 

— Berlín, te estábamos esperando— Habló Bill cuando estuve lo suficientemente cerca. Tenía los brazos tendidos sobre la mesa mientras cruzaba las manos sobre la misma. Señaló hacia la silla que había justo frente a él y la tomé sintiendo la pesadez de las miradas de mis compañeros. 

Travis sin embargo me miraba divertido. Ocultaba una media sonrisa que no me convencía en lo absoluto, delatando su estado de satisfacción, como si hubiera acabado de salirse con la suya. Miré de pronto a Marlow, este parecía nervioso y jugueteaba con sus dedos mientras miraba a un punto fijo sin querer alzar la vista para encontrarse conmigo. El resto de mis compañeros parecían neutrales, ajenos a los dos estados totalmente opuestos de Travis y Marlow. 

— ¿Se puede saber que pasa aquí?— rompí el hielo, mirando uno a uno, esperando a ver quien se atrevía a decirme la verdad. Me senté en la silla y me crucé de brazos sobre la mesa. 

Travis miró a Bill, tal vez como pidiéndole permiso para hablar él, pero sin embargo Bill negó con la cabeza y carraspeó la garganta antes de hablar y dirigirse a mí. 

—Nos hemos reunido todos sin ti para hablar de un tema—Comenzó a decir en un tono frío, calculador. Miré nuevamente a Marlow, este aún seguía con la cabeza agachada, pensativo—. Le he estado dando varias vueltas al asunto, es arriesgado, podríamos poner al resto del grupo en peligro, pero si no corremos riesgos, no avanzaremos...

—Ve al grano— Escupí de mala gana. Me incliné hacia delante, expectante a lo que Bill tuviera que decirme. 

Miles de hipótesis cruzaron por mi mente a toda velocidad, pero dos de ellas tuvieron más trascendencia. La primera de ellas fue que Marlow se había ido de la lengua y le había contado a Bill lo mío con Abby, si así era, iba a golpear a ese gilipollas. La segunda fue que querían echarme de la banda, y en el caso de que fuese esa, tenían que quitarme del medio, y la única manera de hacerme desaparecer era matándome. Esto último me inquietó y me tensó, pero no veía armas por ningún lado, pero igualmente, no bajé la guardia. 

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