17. Solo una noche

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Solo una noche, qué fácil parecía y que complicado se hacía para mí. Todo mi cuerpo pedía a gritos pasar una noche junto a él. Sólo una tal y como Berlin había prometido, pero yo sabía que si sucumbía a una noche querría pasar el resto de ellas junto a él. No podía permitirme ser tan débil y ceder a la primera de cambio. Tenía que mantenerme firme con lo que a mis pensamientos y mi ética se refería. Si pasaba una noche con él no sólo estaría traicionando a Caleb, sino que me estaría traicionando a mi misma. ¿En qué momento dejé que alguien me afectase tanto?Tenía toda la información en mi mano para alejarme de él, para poner tierra de por medio entre ambos, pero como atraída por una fuerza sobrenatural, aquí estaba, una vez más, dejándome enredar en su tela de araña.

Su mirada era como una súplica. El deseo y la lujuria se manifestaban en aquellos ojos verdes de color claro. Su agarre en mi cadera aún no había cesado, y esos labios entreabiertos, carnosos y tentadores hacían más complicada la tarea de pensar en los motivos del por qué debía de salir de aquí.

— Solo una— volvió a insistir. Su aliento fue como una caricia cálida.

— Deja de ponérmelo tan difícil— murmuré evitando su profunda mirada. No podía resistirme ante sus encantos ni mucho menos podía sacar fuerzas para evitar que dejara de tocarme. 

Su mano libre aún seguía acariciando mi mejilla con tanta suavidad y dulzura que mis labios se entreabrieron en busca de alcanzar más aire para mis pulmones.  

— La única persona que está haciendo esto complicado eres tu misma— unió su nariz a la mía. Tuve que sacar fuerzas desde dónde no sabía que las tenía para controlar mis ganas de abalanzarme sobre sus labios en forma de corazón— . Deja de resistirte— pegó su cadera a la mía. Las pequeñas gotas de agua que adornaban su piel mojaron la tela de mis pantalones y mi jersey. 

Inhalé su aroma inconscientemente al tiempo que cerraba los ojos dejándome embriagar por todo él. Inevitablemente imaginé mi cuerpo desnudo junto al suyo. Imaginé como sería aquello que cubría la toalla, como sería sentirlo dentro de mí, como sería sentir sus labios. Los abrí de golpe y sacudí la cabeza echando fuera de mí todos esos pecaminosos pensamientos. 

— No voy a hacerte nada que no quieras— relamió sus labios. 

— No puedo quedarme Berlin. Sabes que no puedo.

— Deja de pensar en lo que puedes hacer y en lo que no, y haz lo que realmente quieres hacer— su tono seductor era embriagador. Él era la tentación personificada. 

— Tengo novio. No puedo estar aquí contigo— en ese momento deseé de manera inconsciente no tener una relación. 

— Pero quieres estar aquí conmigo— su mejilla rozó la mía cuando se acercó a susurrarme al oído— . Quieres besarme— mordió el lóbulo de mi oreja— . Quieres que te bese— inhaló el perfume de mi cuello— . Sé que estás deseando que me quite la toalla— expulsé el aire que estaba reteniendo y apreté los ojos con fuerza solo con imaginarlo— . Sé que quieres acostarte conmigo tanto como yo— me arrinconó contra la pared. Sentí la dureza de su entrepierna en mis caderas y sentí el impulso de deshacerme de esa toalla yo misma— . Te daría la mejor noche de tu vida Abby— bajó a mi cuello, dejando un reguero de besos y suaves lamidas hasta bajar a mi clavícula. 

— ¿Qué me harías si me quedara?— la voz me traicionó y sonó más temblorosa de lo que esperaba. 

¿Por qué le había preguntado eso? Debía de estar recogiendo mi abrigo y saliendo por esa puerta. Pero no podía, el deseo, la excitación y las ganas de besar esos labios eran mayores. Quería usar un poco de raciocinio, pero estaba completamente embriagada y hechizada por las suaves caricias y los labios de Berlin por todo mi cuerpo. No tenía el control de mí, lo había perdido mucho antes de subir a su casa, y ya no había vuelta atrás. 

BERLIN  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora