BERLIN ✔️

20. Sincérate I

Afortunadamente llegó la hora de volver. Llegó la hora de toparme con la realidad y mi vida cotidiana, la rutina. Dejaba atrás mi pasado con Caleb, todos esos años compartidos con él, pero sobre todo, dejaba atrás a aquella Abby del pasado, esa que era débil, ilusa y confiada, esa que se escondía tras Caleb, porque eso era lo que siempre quería, que yo fuese su sombra, que no brillase por mi luz propia. 

Después del incidente pensé que lo mejor sería quedarme una semana. Desconectar. Pasar tiempo con mis abuelos, con todo aquello que me hiciera bien y me ayudase a sanar. Por insistencia de Steve, tuve que volverme al completar la semana ya que eran vísperas de Navidad y quería festejarlas conmigo por primera vez después de diez años. Esa semana me había servido para darme cuenta de muchas cosas, la primera de ellas fue que nadie es lo que parece ser, ni el bueno es tan bueno, ni el malo es tan malo, y con ello no solo me refería a Caleb. Mi relación con mis "amigas" de toda la vida se había enfriado o mejor dicho, congelado. Tras contarles la noticia de Caleb,  muy pocas fueron capaces de respaldarme y consolarme, aquellas a las que consideraba amigas no eran más que unas simples traidoras que sabían toda la verdad desde el principio. Lisa, en cambio, me llamó cada día para preguntar por mí y sacarme tema de conversación para olvidar lo ocurrido aquel día que me colé en la fraternidad y pillé a Caleb con las manos en la masa, al igual que Lucas, que aunque él fuese el primero en alegrarse de mi ruptura, fue el primero también en darme el apoyo que tanto estaba anhelando.  El resto del grupo también se involucró bastante conmigo, y en algunas ocasiones me llamaban preguntándome cuando volvería a Chicago, ya que según ellos, me echaban de menos, y ser sinceros, yo también. Esa semana la pasé la mayor parte del tiempo con mis abuelos, recuperando tiempo perdido y poniéndonos al día sobre todo. Por las mañana acudía a las clases de yoga con mi abuela, donde descubrí que no era tan flexible como parecía y que mi abuela me sacaba ventaja en todo, mientras que por las tardes salía a pasear con mi abuelo por la playa, donde cada paseo se convertía en toda una aventura gracias a sus anécdotas del pasado, aunque he de reconocer que mi favorita fue como conoció a mi abuela. 

Caleb, mientras tanto, seguía insistiendo en que teníamos una conversación pendiente y quería aclarar las cosas. Parecía no entender que ya me lo aclaró demasiado bien el día que lo pillé desnudo con aquella despampanante pelinegra en su dormitorio. Me llamaba y me escribía a cada hora, me enviaba textos lamentándose por ser un capullo y pidiéndome perdón. Un día llegó a colarse en casa de mis abuelos con un ramo de flores, uno que tiré a la basura en el instante en el que me lo tendió. Recuerdo sus ojos inyectados en sangre, esa noche había bebido demasiado y apenas era entendible lo que salía por su boca, tenía los ojos brillosos y apestaba a vodka.

Durante el vuelo a casa seguí por donde lo había dejado con mi serie favorita y gracias a que mi abuela me preparó uno de sus famosos y exquisitos bizcochos de limón, el trayecto se me hizo más ameno y cómodo. Cuando el avión aterrizó y mis pies tocaron tierra firme, una sensación de tranquilidad y serenidad me sorprendió por completo. Me alegraba estar nuevamente en Chicago, pero no era por la ciudad en sí ni mucho menos, era por mi nueva familia, por mis amigos. Estos últimos me estaban esperando, y cuando me vieron cruzar el umbral, me abordaron con abrazos a modo de recibida.

— ¡Por fin de vuelta!— artículo Lisa alzando la voz más de la cuenta— . ¡No sabes cuanto te he echado de menos!

— ¿Qué tal todo por allí? ¿Nos traes algún regalo?— inquirió Will con una sonrisa divertida. 

Rodé los ojos y largué una sonrisa burlona después de sacarle la lengua. 

— Estás muy guapa Abby...— añadió esta vez Lucas. Llevaba la barba un poco crecida, lo que le hacía aparentar más edad de la que tenía— . ¿Has estado tomando el sol?