Capítulo XV

86 14 2
                                    

-¿Qué me tenés que decir? 

-Estoy embarazada.

Hubo un silencio incómodo y luego se escucharon varios zumbidos que provenían del otro lado del teléfono. Que incomodo era esto dios mío.

-¿Qué?

-¿Cómo?

Se empezó a escuchar la voz de Gabi un poco confusa y distorsionada.

-No te escucho, ¿me escuchas?. ¿Qué pasa? –repitió Gabriel-.

-Sí, te escucho ¿Qué son esos ruidos? –le respondí-.

-¿Qué? No te entiendo ¿Qué pasó? –dijo Gabi-.

-¡Estoy embarazada! –fue lo último que dije antes de escuchar el tono, me había cortado-.

¿Habría escuchado? Quizás estaba actuando para no hacerse responsable de nuestro bebé. No sabía qué pensar de él, ¿estaría haciendo las cosas bien? Espero que si…

Sonaba raro decir mi bebe, nuestro bebe. Todavía no puedo acostumbrarme a esto, pensar que dentro mío hay un... ¿humano? Un bebe. Mi mamá iba a matarme. No podría estar pasandome esto a mí.

Salí del locutorio y fui hasta la parada de colectivo que me llevaría nuevamente a casa, no quería volver. Me deprimía estar ahí. Además tendría que bancarme los griteríos de mi hermanita, como la quiero, pero a veces llora tanto que me dan ganas de matarla… con cariño.

Por suerte llegué rápido a casa, saludé a mi mamá y a mi papá y me dirigí a mi cuarto quería estar sóla.

Me desperté temprano para poder llegar un sólo día temprano a la Facultad.

Bajé la escalera y mis dos papás todavía dormían así que comencé a hacerme el desayuno cuando mi hermanita empezó a llorar y automáticamente mi hermano también, ya que están en la misma habitación.

-Ahsh –gruñí-.

La sostuve en brazos mientras mi hermanito me miraba espectante desde el moises y comencé a cantarles una canción hasta que se durmieran. A pesar de que me pesaba porque la gorda ya tiene más de un año, mientras la abrazaba pude notar su belleza y su simpleza. Comenzaron a reírse y decir palabras en idioma bebé. Que hermosos son, sus pequeñas sonrisitas hicieron que me olvidara de todo: de Gabriel, de mis papas, de si tenía o no plata para mantener a mi futuro hijo, me olvidé de todo. En lo único que pensaba era en que los bebés me transmitían felicidad y eso era lo que necesitaba. Y, de pronto, comenzaron a bostezar varias veces durante algunos minutos hasta quecerraron sus grandes ojitos y se durmieron. Me quedé unos segundos contemplándolos, “ojalá mi hijo sea así” La deje a mi hermana en su cuna y continué haciendo mi desayuno.

Todos los problemas cayeron en mi mente otra vez. No me duró mucho el estado de paz.

El día siguió y siguió igual que todos los días hasta que llegó el momento. Se hizo de noche y ya me fui para el locutorio. Hablé con el señor de la vez pasada, el cual volvió a darme las mismas indicaciones.

-¿Hola? –Atendió un hombre el cual no le reconocí la voz –Hola –repitió-.

-¿Hola? ¿Gabriel? –pregunté-.

-No, no, ¿quién sos? ¿la novia? –me preguntó el hombre-.

-Sí, sí, ¿me pasas con el?

-Sí, ya te paso.

“¡Gabriel, tu novia!” Se escuchó del otro lado.

-Hola mi amor

-Hola gordo, ¿cómo estas?

-Bien bien, ¿Qué paso ayer?

-Am…

-Está todo bien ¿no?

-Algo así… Es difícil.

-Contame.

-Primero quiero que te sientes, es algo complicado de decir.

-Está bien.

-Voy a ser directa. Bueno, estoy embarazada.

Hubo un silencio, uno parecido a al de la vez anterior.

-¿Es mío?

-Ay, Gabriel, ¿desonfiás de mí?

-Voy a volver a Santa fe.

-¿En serio? No quiero que esto arruine tu vida. La vida te dio una chance para crecer.

-Quiero ir, no puedo dejar que lo críes sola.

-Pero amor escucha, yo puedo. Seguí con tu vida, sólo quería informarte de que vas a ser papá.

-No bebe, no voy a dejar que pases todo esto sóla, ¿de qué estás hablando?. Dejame que primero lo hablo con mi tío y después te digo ¿tus papas saben algo?

-No, quería hablarlo con vos primero pero voy a intentarlo decir en esta cena. Todos los de Uranga me van a mirar más mal de lo que ya me ven. No entiendo como vos te podes acercar a mí. 

-¿Por qué decis eso? –dijo con una risita-.

-Porque soy la “rara” de este pueblo-.

-No lo eres, ser distinta no te hace rara, te hace inteligente. Sos abierta, no tradicionalista como todos.

-Te extraño. Se que te dije que yo puedo, pero en realidad no, te necesito amor -dije con la voz súper fracturada-.

-Yo igual –contestó con tristeza-.

Los dos nos callamos cuando me interrupió dueño del locutorio que me decía que ya cerraba el local.

-Mi amor me tengo que ir –le dije –El tipo del lugar me esta “echando”-.

-Que desgraciado, esta bien, te amo mucho. Voy a estar con vos en esto. 

-Yo más gordito.

-No te olvides de contarle a tus papás. Y si pasa algo, llamame.

-Sí, sí, chau.

-Chau linda.

InimaginableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora