Capítulo 27

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ASÍ, SIN NINGUNA TRABA

"La felicidad se puede encontrar, incluso en los tiempos más oscuros, solo si se recuerda encender la luz".

—El Prisionero de Azkaban, J.K. Rowling.


JUNE

Son aproximadamente las tres de la madrugada cuando miro a través de la ventana hacia la calle. El coche patrulla se ha marchado, llevándose consigo al grupito de universitarios por beber en vía pública y causar desorden.

Todo parece haber vuelto a la normalidad. O bueno, casi todo...

—No es que quiera que lo hagas, pero, ¿por qué no te has ido todavía? —pregunta Duncan.

—Debes dormir. —Volteo hacia él y lo encuentro desnudo de la cintura para arriba. Arroja la camiseta salpicada con sangre hacia una esquina en la habitación y se devuelve hacia mí. Tiene los músculos del torso bien definidos.

Nos miramos durante un momento, diciendo mucho y nada a la vez.

—No podré, sobre todo porque estás aquí. —Se despeina los cabellos y sé que se siente incómodo.

Carraspeo.

—En ese caso... —Avanzo hasta la puerta y me ataja en el camino. Lo contemplo desafiante pero no me toma en serio, y en su lugar yo tampoco lo haría, no cuando existe un leve temblor en mis manos del que cualquiera podría ser consciente.

Sus palmas aprietan a cada lado de mi cintura y me obligan a retroceder, hasta que juntos caemos en la cama, él sobre mí, usando mi vientre como almohada. Me muevo un poco y de inmediato coloca una pierna sobre las mías, inmovilizándome.

Sentir la calidez de su cuerpo de este modo me vuelve ansiosa y muy nerviosa a la vez. Y aunque honestamente me gustaría, no me atrevo a tocarlo.

—¿Te han robado las "gracias"?

Su pregunta no solo me guía al recuerdo de lo ocurrido momentos atrás con el grupo de universitarios, sino también a recapitular que es igual de vengativo que yo o hasta más. Tal vez debo darme por vencida y dejar de provocarle, creo que jamás podré salirme con la mía si se trata de él.

—Duncan —le llamo y voltea a verme—. Gracias.

Termino por tragarme mi maldito orgullo y sabe asqueroso.

Escucho que sonríe y de pronto experimento gran calma, como si nada más importara. También un poco de gracia ver el modo en el que Duncan intenta contenerme, sin poner demasiado de su peso encima de mí, pero lo suficiente para no dejarme mover.

—Tranquilo, no pensaba dejarte —confieso. No es del todo una mentira. Debo estar de regreso en casa antes de que mi madre despierte. Pero creo que todavía tengo un poco de tiempo.

Duncan deja de abrazarme con la misma fuerza y se relaja.

—Bebiste entre semana y tienes trabajo en el hospital. ¿Alguna vez has pensado que podrías causarle daño a alguien?, y no solo me refiero a esta vez, por la resaca gracias al alcohol, sino también por no dormir como se debe.

¿Cómo puede estar presto con todos sus sentidos en un trabajo tan importante como el que tiene? Todavía es un interno, eso lo sé, pero, aun así, no necesito de un gran conocimiento para saber que se trata de una labor con grandes requerimientos. Sinceramente no sé cómo es que Duncan lo consigue.

La inocencia prohibida ✓Where stories live. Discover now