Capítulo 15

5.1K 733 58
                                    


CONDENADO

"Cuando tienes miedo, pero lo haces de todas formas, eso es valentía".

—Coraline, Neil Gaiman.


DUNCAN

June está bastante extraña.

Anoche terminó de llorar, se excusó con la hora y simplemente se fue. Quise acompañarla, pero me rechazó con el pretexto de que tomaría un taxi.

Desde hacía tiempo que no he sentido miedo por algo, pero es inevitable no tener un mal presentimiento al respecto.

Debo hablar con Jake. Tengo tantas ganas de reñirle, es su novia después de todo. ¿Por qué la descuida tanto?

De camino a casa lo llamo, pero no contesta. Lo que me lleva a preguntarme: ¿desde cuándo no toma mis llamadas?

¿Qué pasa con estos dos?

No me puedo quedar quieto así que continúo insistiendo con el teléfono.


Una vez más me encuentro entre un grupo de estudiantes. Todos coinciden en las expresiones de gran asombro y estupefacción que oscilan entre el suelo y la terraza, pero cuando miro al suelo esta vez no contemplo el cuerpo exánime de mi hermano, esta figura de hecho es muy femenina...

¿June?

La imagen me golpea con tanta fuerza que me roba el aliento una y otra vez, como si de repente me hubiera convertido en un saco de boxeo.

—¡Arriba! —Abro los ojos ante el grito. Me cuesta enfocar a la persona de cabello violeta que está sobre mí, contemplándome como si hubiera muerto. Sus rodillas se clavan en mis costillas mientras me sacude con violencia—. ¡Levántate perezoso!

¿Me he quedado dormido? ¿En qué momento? Existen veces como estas en las que tan solo caigo inconsciente sin saber cuándo exactamente sucedió, pero cuando contemplo mi teléfono sobre la almohada más o menos me hago una idea de lo que ocurrió.

—¡Ya desperté! —anuncio con súplica. Mi cerebro parece estar dentro de una batidora—. ¡Violet para!

De repente me suelta y sonríe de lado.

—¿June? —me pregunta en voz bajita y la confusión se apodera de mí.

—¿El qué?

—Hablabas en sueños, pervertido. ¿Son húmedos?

—¿Estás alucinando? ¿Bebiste? ¿Probaste weed y no me invitaste?

—Sí, claro. Y mi cabello es violeta natural. —Agita su ahora larga melena. Crece bastante rápido.

—Pesas —finjo asfixiarme, por lo que de inmediato luce ofendida. Se empieza a levantar, pero inesperadamente deja caer todo su peso sobre mi estómago, desinflándome como una bolsa.

Ahora sí que no puedo respirar.

Entre risas por fin se levanta, dejándome en la cama cual gusano retorciéndose en la superficie.

—¿Qué haces aquí? —pregunto en tanto puedo volver a tomar aire con normalidad y me he sentado en la orilla de la cama.

Me contempla con sospecha y luego hace un puchero.

—Me hice un tiempo libre, Anton está en la universidad y mi mejor amiga trabajando... —Explora con la mirada cada rincón de mi habitación mientras da saltitos como una niña jugando rayuela, aunque en realidad no hace más que esquivar cada prenda de vestir que encuentra por el suelo. Su energía es casi contagiosa. No ha perdido su brillo, algo que me otorga gran alivio y satisfacción.

La inocencia prohibida ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora