Segundo Capítulo.

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Habían pasado solo 6 minutos desde que Eunmi había perdido la carta.
Al esperar a que el metro regresara para buscarla de nuevo, ella se veía desesperada y llena de odio hacia ella misma.

El metro llegó de nuevo, recorrió todos los vagones al menos 5 veces cada uno; debajo de los asientos y arriba de ellos y solo se había encontrado con inútil y  gris polvo.
Era obvio que no la encontraría.

Kim Eunmi era torpe, bastante torpe.

Pero como todo, se podía resolver. Conseguir nuevas palabras, o tal vez recordar las anteriores y escribirlas en una nueva hoja no es algo de otro mundo ¿O si?
Ella solo debía tomar el metro de nuevo y mandarla a la dirección que consiguió a base de mucho trabajo y discreción.

Después del doble trabajo que hizo al ser distraída, solo debía esperar con paciencia; cosa que está escasa en ella.

Dos días, habían pasado dos días desde que la nueva carta había sido enviada a su madre y en ese lapso de corto tiempo no había llegado respuesta.

Su alarma había sonado, de hecho lo hacía cada 15 minutos. Miraba en su casillero a ver si tal vez una carta por parte de su madre había caído dentro de el.

—Eun, por favor ten paciencia. Tu ansiedad me provoca más ansiedad a mí. —No solo Chaeyoung se atrevía a decir este tipo de cosas, también lo hacia la mitad de la facultad al notar que la ansiedad se comía viva a su compañera.

—En verdad necesito saber si ella responderá.
—Respondió con pequeños ojos en su lago de lágrimas.

—Escucha Eunmi, no quiero que esto lo tomes a mal, pero ¿Y si su respuesta no llega? ¿No es esa una respuesta también? —Ya no había ojos en aquel lago, solo había lágrimas, lágrimas y al menos tres litros más de lágrimas en el ser de la de cabello oscuro al escuchar tales palabras.

Chaeyoung intentó remendar el daño que había provocado con palabras como “Lo siento, verás que las cosas saldrán de una buena manera.” pero al parecer de la de pequeña estatura no estaba resultando.

15 minutos más tarde, Eunmi estaba de nuevo ahí, esperando por una carta que la mayoría veía poco probable, pues ¿Quien deja a sus hijos es capaz de querer regresar a ellos?

Eunmi, no solo revisaba en su casillero o en el de sus compañeros, aunque estos no estuvieran enterados; ella también paseaba por la secretaría y preguntaba a quien se le atravesara sobre la anhelada carta.

—¿Alguna carta llegó para mí? —Preguntó casi por décima octava vez.

—En realidad, si. —Respondió la mujer con zapatos bajos. —Me alegra que haya llegado pues si seguías preguntando estaba por reportarte por acoso.
—Respiró la mujer con alivio al encontrar la carta que buscaba.

La miró por unos segundos tratando de entender el porqué esa carta traía de esa manera a la alumna de la facultad.

—Para Kim Eunmi. —Dijo entregando la carta a la joven de ojos sorprendidos. La carta había sido arrebatada de las manos de la mujer y los pies de la joven había corrido más rápido que los del inigualable Usain Bolt.

—Mamá, mamá, mamá. —Hablaba mientras corría al lugar más privado que ella pueda llegar a tener, su casa.

Sus clases habían terminado hace un par de horas, pero ¿Y si su carta llegaba mientras ella no estaba?
Afortunadamente, había llegado y está noche ella y su padre cenarán temprano a causa de que las “practicas” que le hacían llegar tarde habían terminado.

La puerta de su habitación cerró fuerte y violentamente, su mochila llegó al piso más rápido que la luz y sus lágrimas comenzaban a caer como cascadas.

—No puedo creer que esto por fin este sucediendo. —Lloró una vez más. Con las mangas de su suéter limpió las lágrimas que invadían su rostro y las que comenzaban a nacer de sus ojos; así permitiendole ver el remitente.

—¿Min Yoongi?

—¿Min Yoongi?

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Love letters to Min Yoongi.Where stories live. Discover now